Entre la sinestesia y el latin jazz

“Pintando The Beatles al compás”, recital de Ilustrasónico en La Comedia con la cantante Sabi Chiaverano de invitada, cumplió con la premisa de su título.

Por Matías Ferri

I

Llegamos a las 20.30 horas a la puerta del teatro La Comedia de la ciudad de Rosario, Argentina. Tranquilos (el espectáculo está anunciado a las 21) el crítico y yo atamos nuestra bicicleta en un arbolito de la vereda de enfrente de la sala. “Espero que no nos la choreen”, me dice.

Entramos y fuimos directo a la platea alta. Desde el medio de la tercera fila nos pareció inmejorable la vista al escenario. Le pregunto al crítico qué vamos a escuchar. Me dice que los tipos hacen algo performático, que reversionan temas de los Beatles mientras uno de ellos pinta un cuadro en vivo. Miro la entrada que aún tengo en mi mano izquierda y comprendo el nombre del espectáculo escrito en el cartón: “Pintando The Beatles al compás”, y, según puedo ver, también tienen una cantante invitada, Sabi Chiaverano.

Tuvimos que hacer tiempo hasta las 21, así que creí conveniente emplearlo para consultarle al crítico algunas dudas.

—¿Qué antecedentes existen de este formato artístico? —pregunto.

Me cuenta sobre Scriabin, el compositor ruso que experimentó con multimedios allá por 1910, en su Prometeo, obra para la cual inventó una especie de teclado que proyectaba luces de colores en el techo del teatro; me cuenta sobre la artista coreana Da Hee Lee, que pinta cuadros sobre sus impresiones de las obras de Bach; y por último menciona brevemente algunos experimentos performáticos de live painting un poco más vanguardistas. “Entonces la conjunción de pintura y música no es algo nuevo”, le digo.

—No —responde—, pero no es ahí en donde radica el verdadero encanto de este grupo.

Cuando terminó de decir esto, las luces del teatro se apagaron. Pequeña sincronía del azar.

II

La banda comenzó a tocar a las 21:05, con la puntualidad de un beatle. La escena aparece dividida en tres planos: al fondo y en el centro un lienzo blanco, con platillos y otros instrumentos de percusión a los costados. Es el lugar donde Nico Boixader pintará a lo largo del recital un retrato de los Beatles, con dos pinceles que hacen a su vez de baquetas, alternando las rítmicas pinceladas con golpes de platillos. La premisa consiste en llegar al final del espectáculo con el cuadro terminado. En segundo nivel, y a ambos flancos del escenario, el baterista y el pianista (a izquierda y derecha, respectivamente). Y al frente, el contrabajista y el saxofonista (a veces flautista).

Desde el primer tema, el perfil estético del conjunto queda bien definido. Se sirven de la paleta de colores típicos del latin jazz para crear versiones muy ingeniosas de los hits del cuarteto de Liverpool. El tratamiento que realizan sobre el material temático es homologable al tratamiento que un músico de jazz realiza sobre un standard: algunas vueltas en donde la melodía y el riff permanecen reconocibles, por lo general en el saxo o en la traversa; y luego otras vueltas de improvisación. Todo esto, desde luego, apoyado por las posibilidades rítmicas y armónicas que el género les brinda, que no son pocas y la banda sabe explotar muy bien. Un buen ejemplo es la versión que hicieron de Eleanor Rigby, en la que un corte inesperado en el centro del tema nos lleva a una milonga con sabor piazzollero y misterioso, mientras el saxo susurra en tono íntimo la melodía principal. Otros temas contienen fuertes reminiscencias a ritmos latinoamericanos como salsa o merengue.

Es una banda de una fuerte identidad instrumental, quizá sea por eso que las apariciones de la cantante invitada (Sabina Chiaverano) quedaron muy poco amalgamadas en su aspecto sonoro en relación con los músicos estables. De igual manera ocurrió con Fabián Gallardo, que cantó una canción a dúo con Chiaverano; o las breves intervenciones de una bailarina que improvisó un poco de danza contemporánea en el discurrir de algunos temas. Es cierto que la plasticidad del formato lo permite, pero también puede todo esto ser un exceso de información para la escena y que obstruya el flujo de comunicación entre los artistas y el público.

Respecto de la parte pictórica, Nico Boixader cumplió cómodamente con lo prometido: pintar a los Beatles al compás. Faltando unos tres o cuatro temas para el final, la pintura estaba terminada: un retrato siluetista (perdón por el neologismo) de la banda inglesa, en fondo blanco con pinceladas negras, que recuerda otros famosos retratos de sus cuatro rostros. Coincidimos con mi amigo en que el estilo es simple pero efectivo, y destacable si se tiene en cuenta la hora y media en la que lo pintó, complementando la acción con divertidas piruetas rítmicas.

III

Al salir del teatro nos tranquilizó ver nuestra bicicleta. Intercambiamos algunas palabras con el crítico acerca de cómo se alteran las percepciones del tiempo y la realidad cuando uno sale de un teatro o un cine.

—Es que el tiempo es la percepción del tiempo —me dijo—, y la obra de arte impacta siempre ahí.

Mientras desatamos la bici lo oí quejarse de las personas del público que nos rodeaban, de cómo hablaban a los gritos como si estuviesen en la cancha de Platense, o de su capacidad para derramar baba sobre las pantallas de sus celulares.

—Al menos tres cuartas partes de la sala estaba completa —le dije— ¿Qué esperás?

Detrás nuestro vimos salir a la pareja que estuvo sentada atrás nuestro durante el recital, un hombre y una mujer de unos cincuenta años que no dejaron de hablar durante la primera media hora del espectáculo. Mientras sonaba Come together, sin embargo, se quedaron en silencio. Y escucharon. Sentí que habían comprendido.

—¿Aquí nos separamos? —le pregunté al crítico.

—No podemos —dijo—. Siempre seremos uno.

Ficha del concierto del 30/10

Nicolás Boixader en pintura y percusión / Rodrigo Zacarias Both en piano / Marcelo Rossia en contrabajo eléctrico / Dario Serpi en flauta traversa y saxo tenor / Marcelo Salí en batería / Sabina Chiaverano en voz / Pablo Miecchi en sonido / Hugo Sanguinetti en iluminación / Gerardo Contreras en sonido / Majo Laudanno fue la bailarina invitada / Fabián Gallardo cantó una canción.

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