«El aislamiento te secuestra el alma»: el alegato de Julian Assange

El denunciante y periodista se expresó el 1° de octubre ante el Consejo de Europa por primera vez desde el término de su detención. Sigue alertando sobre los efectos dramáticos de su arresto para la libertad de expresión y el periodismo de investigación.

Por Camille Baltzinguer para Rue 89, Estrasburgo*

Traducción: Susana Sherar

Estrasburgo (Bajo Rhin): «Yo alegué y me declaré culpable de haber hecho periodismo». En el Consejo de Europa, el martes 1° de octubre, el discurso de Julian Assange es lento. Entre dos frases, el lanzador de alertas y periodista, libre desde fines de junio después de catorce años de encierro, se toma el tiempo de sopesar sus palabras.

Vino a responder las preguntas de los miembros de una comisión que trabaja desde enero de 2024 en un informe sobre su detención y los efectos disuasivos sobre los derechos humanos, que será presentado ante la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa el 2 de octubre de 2024. «La experiencia de estar aislado te saca de ti mismo, te secuestra el alma. Es difícil expresarme ante ustedes hoy», comienza Julian Assange, convaleciente desde fines de junio en Australia con su mujer y sus hijos. Es su primera aparición pública desde su liberación.

Refugiado en la Embajada de Ecuador en el Reino Unido entre 2012 y 2019, el lanzador de alertas australiano fue encarcelado luego en la prisión de alta seguridad de Belmarsh. El 26 de junio de 2024, encontró un acuerdo con los EEUU aceptando declararse culpable ante un juez americano. Fue finalmente condenado a sesenta y dos meses de detención, que corresponden al tiempo que ya había pasado en Belmarsh.

«Yo quiero ser muy claro con ustedes: hoy yo no soy libre» previene Julian Assange durante esta primera aparición pública desde el fin de su cautividad. Estima que el prejuicio sobre su libertad de expresión es inmenso, incluso si no regresa nunca a la prisión: «Yo me declaré culpable de haber hecho periodismo, y de ninguna otra cosa más. Espero que mi testimonio ayudará a señalar las debilidades de la salvaguarda de la libertad de expresión».

Mostrar los horrores de la guerra

Precisamente Julian Assange reconoce ser culpable de haber conspirado para obtener   ilegalmente y diseminar informaciones clasificadas. «Cuando publicamos este video, mostramos los horrores de la guerra y el hecho que los soldados americanos sabían cuántos civiles serían muertos en el ataque. Cuarenta de los 175 años de prisión a los cuales los E.E.U.U. querían condenarme venían del hecho de que yo había denunciado sus políticas».

En la sala del Consejo de Europa, el auditorio retiene el aliento. El carácter de la venida excepcional de Julian Assange conmueve. «Estoy feliz de dirigirme a un hombre libre», indica un miembro de la comisión.

En varios momentos, los aplausos se escapan, haciendo aparecer en la cara del quincuagenario una sonrisa de reconocimiento: «El gobierno americano tomo una decisión peligrosa deteniéndome, sentó un precedente. Considera que solo sus ciudadanos tienen la libertad de expresión pero que cualquiera que sea acusado de espionaje, según sus leyes, puede ser extraditado para ser juzgado».

«La impunidad de ciertos Estados va creciendo y no se sabe si es posible reaccionar contra eso»

Durante los quince minutos de su discurso, insiste en que su caso no es aislado y traduce el sentimiento de omnipotencia absoluta de ciertos Estados frente a individuos que revelen sus estragos. Una «represión transnacional que no puede volverse la norma»: «Yo fui condenado por un poder extranjero por haber hecho preguntas y publicado informaciones ciertas mientras estaba en Europa. Publicamos videos esenciales que denuncian crímenes de guerra y eso lanzó un debate público».

Aclamado de nuevo cuando invitó a que «la luz no se apague nunca», Julian Assange respondió luego a las preguntas de la Comisión.

No, no habrá una encuesta judicial sobre los motivos de la extradición que le conciernen, pues los EEUU le prohíben depositar cualquier solicitud sobre eso. « Si las leyes no evolucionan, habrá abusos», considera Assange, «la impunidad de algunos Estados va creciendo y no se sabe si se puede reaccionar contra eso».

La informante islandesa de la Comisión, Thorhildur Sunna Evarsdottir, precisa que el mensaje debe llegar a los oídos de países como Rusia, Bielorrusia y Turquía: «Es inaceptable utilizar de manera abusiva legislaciones para hacer callar los disidentes políticos y las voces críticas respecto de un régimen».

Julian Assange recuerda que la CIA utilizó, contra él y su entorno, métodos extrajudiciales y extraterritoriales. Explica los planes de la agencia de información para asesinarlo en Inglaterra, los virus enviados a su computadora, la infiltración en el sistema WikiLeaks, el seguimiento de su mujer y la cosecha de ADN en el pañal de su hijo cuando tenía seis meses. El lanzador de alerta anuncio que denunció en 2022 a Mike Pompeo, quien dirigía la CIA durante esos sucesos.

Sin arrepentimiento

Desde su liberación, el australiano confiesa tener miedo de los coches eléctricos y de su ruido y estar preocupado por los cambios de la sociedad operados en 14 años. Cuestiona la utilización de la inteligencia artificial, una «oportunidad» y un «riesgo» a la vez, a propósito de la cual, dice: «Todavía no comprendo todo».

Evoca Gaza y Ucrania, cuyas imágenes circulan libremente en las redes sociales y donde decenas de periodistas fueron asesinados. Visiblemente afectado, deplora el silencio de esas muertes, una «fractura de la solidaridad periodística, porque cuando uno de nosotros está en la mira, estamos todos en la mira».

Como no pudo hacer una demanda de asilo en el Reino Unido, Julian Assange invita el Consejo de Europa a reflexionar sobre la protección que debería ser acordada a los refugiados políticos, «indispensables para que una persona perseguida pueda salvar el pellejo».

A la pregunta ¿Haría usted todo igual si volviera atrás?, Julian Assange duda. Responde finalmente que sí, pero con más recursos. Si él hubiera sabido que el trabajo con WikiLeaks iba a exponerlo a presiones políticas, el padre de familia analiza a distancia que fue ingenuo. Ingenuo de haber creído que el artículo 10 de la Convención europea sobre los derechos del hombre, que asegura la libertad de expresión, permitiría protegerlo: «En la verdadera vida, las leyes no son más que papeles sobre los que se escriben palabras negro sobre blanco. Son redactadas por dirigentes, y si ellas no convienen a sus objetivos, las reescriben».

Julian Assange va a tratar de obtener el perdón presidencial a los EEUU para reparar un «precedente político» nefasto.

Julian Assange no parece, sin embargo, estar resignado testimoniando en el Consejo de Europa: «Los que comprenden la amenaza que representa el desarrollo de mi historia, son los juristas y las ONG que defienden la libertad de expresión. Estoy feliz de estar frente a ustedes, ante aquellos que no dejan caer todo como si no pareciera importarles».

A las 9.51pm Julian Assange está cansado. El hombre está marcado físicamente por estos años de prisión, durante los cuales un simple resfrío le fracturó una costilla. Un poco más tarde, su mujer, Stella Assange, confiesa a los periodistas que la presencia de su marido en Estrasburgo es excepcional: « Lo importante es que se mejore, el resto es secundario», repite, al mismo tiempo que explica que intentarán buscar el perdón presidencial en los EEU. una vez que su marido se restablezca. «El precedente político que constituye su condena no puede ser reparado de otra manera que por ese perdón, es la única solución para que ningún otro periodista sea condenado por espionaje», afirma.

Apoyos venidos de lejos

En las puertas del Consejo, lejos de las alfombras beige claro de la institución, los apoyos son poco numerosos pero motivados. Kamila y Michael desplegaron las banderolas. Viven en Holanda pero llegan desde Polonia, a más de doce horas de auto. No vieron a su ídolo sino desde muy lejos, porque les impidieron entrar en la sala de la comisión: «Tuvimos que tapar nuestros mensajes de sostén para poder entrar al hall», deplora Michael, quien sigue al periodista desde hace ocho años.

Originaria de Polonia, Kamila conoció a Julian Assange y su historia gracias a unos tags en la calle: «Es mi ídolo. Hice manifestaciones, escribí a políticos… Esto quiere decir que las personas que revelan las faltas de los Estados están en la cárcel, mientras los criminales están sueltos».

En una breve aparición en la entrada antes de la audición, Julian Assange levanta el puño, acompañado de Stella Assange: «No todos los días ganamos», murmura una activista emocionada hasta las lágrimas. «La integridad va a ganar, vamos a ganar», interrumpe otra.

Un poco más lejos, Genéviève y Jean, de 75 años, vinieron desde Metz. Depositaron una declaración de manifestación hasta las 17 horas este 1° de octubre. «Para nosotros, Julian representa el espíritu de la libertad y el coraje» dice sonriendo la jubilada. Juntos, «cayeron» en el activismo para apoyar a Assange en 2019, al mismo tiempo que formaron parte de los «Chalecos Amarillos».

Estos militantes de base saltaron a un colectivo quince días después de haber sabido de su arresto y detención: «Llegamos los 80 militantes ante el tribunal de Inglaterra, les asombró mucho. Varios procesos, ya no sé cuántos hicimos, pero un montón… Una vez, nos fuimos una semana en plena nieve al lado de la prisión de Belmarsh para protestar, y no es un lugar nada simpático… Creamos una base de datos, un sitio web para documentar toda la historia».

Otros manifestantes vieron a Assange de muy lejos, como dos mujeres aun enojadas con la organización, porque el evento no era abierto al público. Varias horas de ruta para ambos, gastos de hotel, de comida… Pero, en conclusión, lo admiten: saber a Assange libre es ya una satisfacción.

*Esta nota fue publicada por Rue 89, en Estrasburgo, el martes 1° de octubre del 2024. Es un medio independiente implantado en la capital alsaciana desde 2012. Mediapart puso capital y anudó un partenariat editorial con ellos, así como con otros equipos de periodistas de provincia (Médiacités en Lille, Rennes, Toulouse y Lyon, Marsactu en Marsella, Le poulpe en Normandia, le Bondy Blog en Seine Saint Denis, y Guyaweb en Guyana).

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