
Enmarcada en el Festival ENTRÁ, la obra Tesis sobre el automatismo humano, unipersonal de Laura Pomponio con dirección de Ricardo Arias, propone una ficción científica y humorística que se mete en cuestiones existenciales y logra su cometido de hacer pensar

Por Andrés Maguna

Calificación: 4/5 Tatitos
Me llegó la invitación dos días antes: era el jueves 3 de julio, a las 21.30, en el Teatro de la Manzana, en el inicio del Festival ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa), una de la movidas de los trabajadores teatrales del país en defensa del INT (Instituto Nacional de Teatro) frente al plan destructor lanzado por decreto del Ejecutivo nacional. La obra, llamada Tesis sobre el automatismo humano, se había estrenado el año pasado, y era una de las que me había quedado con ganas de ver, así que reservé una entrada y fui.
La acción comienza cuando entra a la sala Laura Pomponio (única en escena durante 50 minutos) portando unos diplomas enmarcados, quien encarando al público en el proscenio, se presenta: dice llamarse Laura Pomponio, que estudió y se recibió en la carrera de Computación Científica de la UNR, que se doctoró en el mismo campo de estudios en Marsella, Francia, y que también se recibió de actriz en la Escuela Ambrosio Morante, de Rosario, y va mostrando con encomio los respectivos diplomas. Luego dice que va a exponer una suerte de tesis, y con modos de conferencista se sube al escenario, donde hay una pizarra, y con gráficos y dibujos empieza su explicación.
Al comienzo dibuja el plano de un hogar muy sencillo, aclarando que es “una casa inteligente y sensible” preparada para registrar un sinfín de cosas de quienes la habitan, transmitiendo todo lo que va procesando a una Base de Datos Cuántica, cuya información sirve para que un comité de expertos elabore parámetros de la normalidad y la anormalidad humanas.
A medida que avanza en sus explicaciones y fundamentaciones, Pomponio se va entusiasmando, y pronto la pizarra se llena de siglas, chirimbolos y signos matemáticos, parando puntualmente, en un apenas controlado frenesí, para preguntar al público si la va siguiendo. La tesis que expone al principio versa sobre el comportamiento humano, los caracteres etnográficos de una familia tipo, y luego va virando hacia la correspondencia entre el universo y la persona, el individuo, para ahondar en el fenómeno de la ineludible angustia existencial ante la lógica de un cosmos hecho de energía que se alimenta de la pulsión entre la vida y la muerte.

El primer mérito de la obra está en el guion, que no subestima la capacidad de entendimiento de nadie, y mantiene el interés en el desarrollo del planteo, asombrando con algunas conclusiones reveladoras de ingenio y pensamientos profundos. La manera en que lo desarrolla Pomponio, es decir la actuación, resulta en un simpático verosímil porque se evita el cliché de “la profesora loca”, como que la científica logra regir a la actriz y la actriz se pliega a la científica.
Sin acompañamiento musical, con pocos juegos de luces, con mínimos objetos escénicos (la pizarra, unos fibrones, y dos mesitas: sobre una deja el bolso y los diplomas, sobre la otra hay un bol transparente, con tapa de metal, lleno de bolitas), y apenas dos breves pero significativas instancias de “efectos especiales”, podría pensarse que Tesis…, en tanto “charla científica” de casi una hora, corre el riesgo de volverse una clase tediosa sobre un tema (podríamos decir: “evidencias para un necesario despertar a la conciencia de la angustia existencial”) que muchos evitan, pero lo cierto es que no sucede así, a juzgar por mi experiencia y lo que percibí entre la treintena de espectadores que me acompañaron esa noche, pues muchos mantuvimos la atención sobre lo que se decía y unos cuantos reímos sonoramente en varias oportunidades.
Al respecto, puede decirse que el humor está dado por la característica del género al que adscribe Tesis…, el de la ficción especulativa pseudicientífica, puesto que le permite a Pomponio llegar a conclusiones disparatadamente sarcásticas sobre el “automatismo” humano.
Desde la crítica, lo único que se me ocurre objetar (la razón de que la calificación no sea de cinco Tatitos) no deja de ser paradojal: todo aquello que la obra tiene de mesurado, bien medido y dosificado (su austeridad escénica e interpretativa) deja con ganas de un poco más, como que se nota que en el armado de la puesta, durante los ensayos de construcción, se fueron dejando de lado algunas coloraturas, ciertos floridos embellecimientos superfluos que tal vez hubieran aportado una calidez empática mayor.
Al concluir la función, luego de agradecer los nutridos aplausos, la actriz invitó a Laura Copello, titular del Teatro de la Manzana, para que leyera un manifiesto del Festival ENTRÁ, el que durante una semana ofrece casi 400 funciones, a la gorra, en un montón de ciudades de todas las provincias argentinas, del excelente teatro independiente de la Argentina. Entre otras cosas, el texto que leyó Copello dice:
“Exigimos que los diputados y diputadas, senadores y senadoras de nuestro país deroguen del decreto 345 que vacía el INT, poniendo en peligro la existencia de nuestras salas, nuestra cultura y nuestra identidad”, para concluir: “Decidimos hacer ésta y otras 385 funciones a la gorra para que nadie quede afuera y seamos cada vez más quienes construyamos el futuro de nuestro teatro. ENTRÁ porque es urgente. ENTRÁ porque nos necesitamos. ENTRÁ porque es ahora. Que no nos quiten la posibilidad de encontrarnos a imaginar”.
Esas últimas palabras, al influjo de los planteos imaginativos de Tesis sobre el comportamiento humano, me hicieron pensar en cuántas posibilidades de encontrarnos ya nos fueron quitadas, en cuántas y cuáles pueden ser las que están siendo amenazadas, y, sobre todo, en qué podemos hacer para evitar que el monstruo grande nos pise fuerte.
FICHA:
Título: Tesis sobre el automatismo humano. Autora y actriz: Laura Pomponio. Director: Ricardo Arias. Asistencia técnica: Débora Castillo. Función del jueves 3 de julio de 2025 en el marco del Festival Entrá. Sala: Teatro de la Manzana.
