
En su primera de dos funciones en el Parque de España, la obra Un poyo rojo levantó en vilo al público en una demostración artística de extrema gracia y virtuosismo coreográfico. Luciano Rosso y Alfonso Barón, sus protagonistas, rompen moldes

Por Andrés Maguna

Calificación: 5/5 Tatitos
La obra se llama Un poyo rojo porque juega con los apellidos de dos de sus creadores e intérpretes iniciales, Nicolás Poggi (que se pronuncia poyi) y Luciano Rosso (rojo en italiano), quienes comenzaron a darle forma en el 2008 hasta estrenarla el abril de 2010 en el porteño Espacio Cultural Pata de Ganso, para llegar un año después, ya con Alfonso Barón en reemplazo de Poggi, a cuatro temporadas seguidas en el Teatro del Perro, en Chacarita, siempre con Rosso y Barón en la interpretación, hasta que aconteció el tremendo suceso en el Festival d’Avignon del 2015, con la unánime e invariable aclamación de público y crítica que les generó una demanda de más de 120 funciones por año en América y en Europa. Una demanda que se mantuvo firme durante 10 años y los llevó a ofrecer más de 1.100 funciones, salvando incluso el parate mundial de la Pandemia
Esa obra, o su versión más actual, fue la que se presentó en la sala del Centro Cultural Parque de España, de Rosario (Santa Fe, Argentina), el martes 8 de julio con localidades agotadas (razón por la cual se agregó una nueva función, el domingo 20 de este mes, a las 20).
Tuve el gusto de asistir ese martes, en mi carácter de crítico de Revista Belbo, y puedo decir y fundamentar que Un poyo rojo satisfizo muchas exigentes expectativas, incluidas las mías, logrando además contagiar un dinamismo vital, incorporando a los espectadores a un delirante universo, sin diálogos hablados, de danza teatro y teatro circo, de marcado corte humorístico y romántico.
Con una ascética ambientación de vestuario de gimnasio (una armario de casilleros de chapa y un banco sin respaldar de dos metros), la puesta en escena, que dura exactos 60 minutos, aumenta su ya vertiginoso ritmo y profundiza todos los significantes de la historia cuando a los 20, 25 minutos, aparece en escena un tercer “personaje”: una radio a transistores, con la cual, cambiando el dial una y otra vez, los dos poyos-bailarines-clowns-enamorados van curtiendo unas improvisaciones extraordinarias.
También resulta evidente que todas las descomunales proezas corporales, las coreografías, interacciones acrobáticas, gestos y microgestos son el resultado de improvisaciones desde una experimentación perfeccionista, luego ensayadas obsesivamente. Y eso, lo que consiguen con este laburo continuo de mantenimiento y actualización de su producto artístico, lo van ajustando al fluido comunicacional con el público en el transcurso de las funciones de sus infatigables giras.
(Hay un momento, una breve escena en la que el poyo de Barón habla y canta usando como caja de resonancia la boca del poyo de Rosso. Eso, algo que nunca había visto, que me pareció sublime, de máxima belleza creativa y extrema gracia, vale de ejemplo de esto que estoy diciendo de los frutos de la experimentación y de la generosidad comunicativa desde el arte escénico).
Tras un final redondo y conmovedor, los cerca de 350 espectadores presentes se pusieron de pie y ovacionaron a los actores bailarines clowns de Un poyo rojo, quienes agradecieron (por medio de reverencias y palabras) con ensayada modestia y naturalidad, como si no hubieran recibido algo parecido más de 1.100 veces en centenares de teatros a lo largo de los últimos quince años. Y luego, algo infrecuente en el teatro, hubo un bonus track de Rosso al son del tema “El pollito pío” (incorporado al espectáculo hace 10 años). También una genialidad que no hizo más que acentuar mi decisión de calificar como excelente (cinco Tatitos) lo que habían hecho los artistas en escena, y lo que habían hecho con nosotros, los espectadores, metiéndonos a todos en un gallinero suspendido en las alturas cósmicas de la expresividad liberadora.
FICHA:
Actúan: Alfonso Barón, Luciano Rosso. Fotografía: Alejandro Ferrer. Coreografía: Nicolas Poggi, Luciano Rosso. Dirección: Hermes Gaido. Sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España de Rosario. Función del martes 8 de julio de 2025.