La ocupación que vive entre nosotros

Marínos británicos izan la bandera de la Unión en Puerto de la Cruzada (Port Egmont)

«El arte de comprender Malvinas», novena entrega

Los protagonistas de la firma del Pacto Roca (firmando)-Runciman

Eduardo Elsztain

Jorge Abelardo Ramos

“Maffezini, E. A. v. The Kingdom of Spain” (2000). ICSID Case No. ARB/97/7. International Centre for Settlement of Investment Disputes.

Perón, J. D. (1974). Modelo argentino para el proyecto nacional. Buenos Aires: Presidencia de la Nación.

1 Un tratado bilateral de inversión (TBI) es un acuerdo suscripto entre dos Estados mediante el cual se otorgan derechos y garantías a los inversores extranjeros –generalmente provenientes de países desarrollados– frente al Estado receptor, que suele pertenecer al mundo periférico. Aunque se presentan como instrumentos para fomentar la inversión extranjera directa, en la práctica los TBI han funcionado como mecanismos de subordinación jurídica y económica, limitando la soberanía regulatoria de los Estados y consolidando una estructura asimétrica en el orden internacional. A través de cláusulas como el trato justo y equitativo, la “nación más favorecida” y el acceso al arbitraje internacional (CIADI), estos tratados desplazan la jurisdicción nacional y privilegian los intereses del capital transnacional, transformando al Estado periférico –como la Argentina– en un Estado objeto: sin capacidad plena para definir sus propias políticas públicas, sujeto a demandas millonarias y a la tutela jurídica de tribunales extranjeros.

2 El networking empresarial, en el contexto de cámaras como la británica en Argentina, funciona como un mecanismo de articulación de poder económico y político más que como un simple espacio de intercambio profesional. Bajo el discurso de la cooperación y la inversión, estas redes tejen alianzas entre corporaciones locales y capital extranjero, orientando políticas públicas, regulaciones y decisiones estratégicas en favor de intereses externos. En lugar de promover un desarrollo nacional autónomo, el networking de estas cámaras refuerza una estructura semicolonial de dependencia, donde las relaciones personales y empresariales sustituyen el debate democrático y la planificación soberana. Así, el vínculo entre empresarios británicos y sus socios locales opera como una tecnología de influencia discreta, destinada a preservar el dominio económico y cultural del Reino Unido en el espacio argentino.

3 Un joint venture es una asociación entre dos o más empresas para desarrollar un proyecto común, compartiendo inversiones, riesgos y beneficios. Aunque se presenta como un modelo de cooperación empresarial, en contextos como el argentino suele operar como una forma encubierta de control económico, donde el socio extranjero aporta el capital y la tecnología, mientras el local asume el riesgo operativo y cede capacidad decisional. Bajo esta lógica, los joint ventures se convierten en instrumentos de dependencia estructural, mediante los cuales el capital foráneo obtiene acceso privilegiado a recursos estratégicos y mercados nacionales, consolidando una presencia dominante bajo el discurso de la integración productiva.

4 Un briefing es una reunión o documento breve en el que se transmiten lineamientos, estrategias o instrucciones sobre un tema determinado, con el objetivo de coordinar acciones y unificar criterios. En el ámbito empresarial y diplomático, especialmente dentro de cámaras extranjeras como la británica en Argentina, los briefings funcionan como herramientas de conducción estratégica, donde se definen discursos, posiciones y tácticas comunes para influir en la opinión pública o en la toma de decisiones estatales. Así, bajo la apariencia de simples encuentros informativos, los briefings pueden operar como mecanismos de alineamiento político y económico, orientados a preservar los intereses del capital transnacional.

5 La Wildlife Conservation Society (WCS) mantiene una relación directa con las Islas Malvinas desde 2001, cuando el financista estadounidense Michael Steinhardt donó a la organización las islas Steeple Jason y Grand Jason, ubicadas en el noroeste de las Islas Malvinas, que pasaron a ser administradas por WCS como reservas naturales privadas bajo jurisdicción británica. Aunque su labor se presenta como de conservación ambiental, su presencia en un territorio en disputa legitima de hecho la ocupación colonial británica, al actuar en coordinación con las autoridades isleñas y no con el Estado argentino. Además, WCS ha participado en proyectos ambientales en el Atlántico Sur –como el denominado Agujero Azul–, lo que genera sospechas sobre un uso político de la agenda ecológica para consolidar un control extranjero sobre espacios marítimos estratégicos. Así, bajo el discurso filantrópico de la conservación, la WCS se inserta en la trama de instituciones que operan como vectores del poder británico y estadounidense en la región, desplazando la cuestión de la soberanía hacia un terreno tecnocrático y aparentemente neutral.

6 El British Council mantiene una relación con las Islas Malvinas a través de proyectos culturales y educativos que, aunque se presentan como iniciativas de intercambio y cooperación, se desarrollan en un contexto de disputa de soberanía. Un ejemplo es la obra Minefield, que reunió a veteranos argentinos y británicos del conflicto de 1982, con la participación del British Council facilitando la presencia de los británicos y coordinando aspectos logísticos y culturales. Además, programas como Connecting Classrooms promueven intercambios educativos entre Argentina y el Reino Unido, fortaleciendo lazos entre comunidades escolares. Aunque estas actividades tienen fines pedagógicos y culturales, su desarrollo en el marco de la disputa por las Malvinas les confiere también una dimensión política, posicionando al British Council como un actor que, bajo el discurso de cooperación, contribuye a la proyección de la influencia británica en la región.

7 AmCham Argentina, o la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina, es una organización empresarial que agrupa a compañías estadounidenses y multinacionales con intereses en el país. Su función principal es actuar como lobby, promoviendo políticas económicas y regulatorias favorables al capital privado, coordinando agendas entre empresas y gobierno, y ofreciendo análisis de mercado, recomendaciones estratégicas y foros de networking. Aunque formalmente representa intereses estadounidenses, su influencia trasciende fronteras: muchas empresas británicas y de otras nacionalidades participan en sus actividades, compartiendo objetivos de desregulación, estabilidad jurídica y fomento de la inversión extranjera.

8 El carry trade es una estrategia financiera que consiste en tomar préstamos en una moneda con baja tasa de interés para invertirlos en activos denominados en otra moneda con rendimientos más altos, buscando obtener la diferencia como ganancia. Esta práctica evidencia la dependencia de economías periféricas del capital internacional, generando vulnerabilidad frente a la volatilidad cambiaria y la especulación financiera. No se trata solo de una operación técnica de mercado, sino de un mecanismo que puede profundizar desigualdades, favorecer la fuga de capitales y condicionar la política económica de países como Argentina, donde la estabilidad monetaria queda subordinada a los movimientos de fondos externos más que a decisiones soberanas.

9 El Admiralty Court Act y las Merchant Shipping Acts constituyen los pilares del derecho marítimo británico, núcleo del poder jurídico y comercial del Reino Unido sobre los mares. El Admiralty Court Act –en sus distintas versiones desde el siglo XIX– establece la jurisdicción especial de los tribunales del Almirantazgo, que pueden juzgar causas relativas a buques, fletes, hipotecas navales, colisiones, salvamento y embargos marítimos, aplicando el principio de acción in rem, es decir, contra el propio barco como bien jurídico. Por su parte, las Merchant Shipping Acts –un extenso cuerpo normativo actualizado desde 1854 hasta hoy– regulan la propiedad, registro, seguridad y responsabilidad de las embarcaciones británicas y extranjeras que operan bajo su cobertura, así como las obligaciones de capitanes, armadores y aseguradores. En conjunto, ambos regímenes configuran un orden marítimo global bajo hegemonía británica, ya que gran parte del comercio internacional se sujeta voluntariamente a estas normas, que garantizan previsibilidad jurídica, amparo financiero en Londres y, en la práctica, la continuidad de la influencia imperial británica sobre el transporte y el seguro marítimo mundial.

10 La jurisdicción in rem es una figura del derecho marítimo que permite a los tribunales ejercer autoridad directamente sobre un bien –generalmente un buque o su carga– en lugar de hacerlo sobre una persona. En virtud de este principio, el barco puede ser embargado, retenido o vendido para satisfacer deudas o reclamos derivados de su actividad, como daños, fletes impagos o salvamento. Este mecanismo, central en el sistema del Almirantazgo británico, otorga a los acreedores una vía rápida y eficaz para cobrar sus créditos y ha convertido los tribunales de Londres en el foro preferido de las disputas marítimas internacionales, consolidando así el poder jurídico y financiero de la City sobre el comercio global.

11 El canal Magdalena es un proyecto estratégico argentino destinado a conectar directamente el sistema fluvial del Río de la Plata con el mar argentino, evitando la dependencia de las rutas controladas desde Montevideo. A diferencia del canal Punta Indio –actualmente utilizado y bajo influencia operativa extranjera–, el Magdalena permitiría una navegación íntegramente bajo jurisdicción nacional, fortaleciendo la soberanía logística, económica y política del país. Su construcción implica no solo una obra de dragado y señalización, sino una decisión geopolítica de recuperar el control sobre el comercio exterior, los flujos energéticos y la integración entre los puertos fluviales e industriales argentinos. Por ello, su postergación no es técnica, sino política: responde a las presiones de consorcios internacionales –muchos de ellos vinculados a capitales británicos y a la red de aseguradoras de la City de Londres– que buscan mantener la dependencia de la Hidrovía y el tránsito por aguas bajo control foráneo. El canal Magdalena representa, en suma, una oportunidad concreta de reconstruir soberanía en el Atlántico Sur.


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