Frontispicio del Espacio Micelio, sede y soporte del Festival Diente León.
Durante los tres días previos al debate presidencial, el festival teatral en el espacio Micelio hizo estallar el duro objeto de la política con el quehacer artístico como herramienta transformadora
Por Andrés Maguna
Tomemos la política como lo que realmente, básicamente, es: una materia dura. Y trabajemos contra ella, sobre ella, con las recias herramientas de la crítica. Y podremos decir que la política, en tanto materia de gran dureza, semeja, en la metáfora, un “mármol altivo”, según lo define Georges-Louis de Leclerc Buffon en su Historia natural de los minerales:
“Hay mármoles ásperos cuyo trabajo es sumamente difícil, los obreros los llaman mármoles altivos porque resisten demasiado a las herramientas y sólo ceden ante ellas estallando”.
Ahora imaginemos (porque la imaginación resulta ser el más poderoso ensueño de la voluntad) que la herramienta de la crítica está en manos de una actividad artística, por caso el teatro, y que un grupo de obreros de esta disciplina se pone a laburar sobre el altivo mármol de la política haciéndola estallar a fuerza de encontrarse y compartir conocimientos y técnicas, experiencias de modos, puestas en escena, talleres, conversatorios, recitales, performances.
Ya imaginando así, veremos que eso, y no otra cosa, fue la segunda edición del Festival Diente de León, desenrollado durante tres días de noviembre (viernes 10, sábado 11 y domingo 12) en el espacio Micelio de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, con el trabajo conjunto de los anfitriones rosarinos y unos cuantos pares de obreros teatrales de CABA y de Córdoba.
La oportunidad de los días elegidos para el festival no fue casual, sino teniendo en cuenta que su jornada final, el domingo 12, coincidió con el debate Massa-Milei, una exacta semana antes del balotaje, la elección definitoria de quien será el presidente de los argentinos durante los próximos cuatro años.
El plan del equipo organizador de Diente de León (integrado por Irupé Vitali, Carolina Condito, Carla Cattaneo, José Pierini, Sandra Bonfantti, Eugenia Garralda Lazarte, Gianina Moisés Sosa y Tania Scaglione) tenía por manifiesta intención “fomentar a artistas emergentes y favorecer el entramado cooperativo entre trabajadorxs del arte, docentes, estudiantes de carreras artísticas, investigadorxs y gestorxs culturales”, a la par de ofrecer al público en general la posibilidad de “presenciar obras y acciones performativas con el fin de que se altere su experiencia del tiempo, que se interpelen y que imaginen otros modos posibles de habitar su entorno; difundir el teatro y la performance políticos y el artivismo como herramientas de expresión y de respuesta social”.
Por tener la cabeza tomada durante largos lapsos al día en la meneada cuestión electoral (y no es una excusa), apenas pude asistir a dos de los encuentros en los que floreció Diente de León, uno el sábado 11 y otro el domingo 12, y así puede ver estallar el altivo mármol de la política bajo las fuertes y firmes cinceladas de sendas obras teatrales: Breve enciclopedia sobre la amistad, de la porteña compañía BESA, y Fiebre o paraíso, del cordobés Elenco Concertado.
Estas dos obras en las que pude participar como espectador, así como las otras puestas en escena del festival, fueron seleccionadas por los organizadores entre más de 120 propuestas presentadas, lo que habla de una curaduría muy definida y ajustada a la idea de plasmar “el artivismo como herramienta de expresión y respuesta social”.
Así las cosas, sintiéndome un artivista dispuesto a aceptar lo que otros artivistas tenían para compartir (nada menos que el fruto de su trabajo), pude disfrutar de la más que graciosa y superingeniosa representación de lxs porteñxs, y de la sobrecogedora e impresionante pieza dramática de lxs cordobesxs. (Acá me detengo para señalar que es la primera vez que utilizo la genérica “x” para reemplazar una “a” o una “o”, y lo hago en el reconocimiento de que no hay otra formar de nombrar a los jóvenes de hoy y del futuro inmediato).
“A veces no hay nada que entender, a veces la anécdota narrativa es una excusa y no más que eso. Lo que se expone en esta obra, desde distintos ángulos y formas, es una tesis sobre la amistad, y es eso lo que hace a BESA una obra con forma de abrazo”, escribió el director Tomás Masariche (publicación digital Otra Parte), y en verdad puedo dar fe de que me sentí abrazado por la desenfadada, por momentos hilarante o emocionante, puesta en escena sobre una simple historia de amor, del amor de la amistad.
Tres del elenco porteño de “Breve enciclopedia sobre la amistad”.
El propio Masariche, que actúa (en el personaje de Director) junto con Maga Clavijo, Felipe Saade, Max Suen y00000 Casandra Velázquez, confiesa desde el escenario: “Cuando era chico iba bastante al teatro con mi papá, y él me decía: Me gustó, pero no la entendí; o me podía decir: No me gustó… y no la entendí. O sea, nunca la entendía”.
Pero resultó cierto que BESA ofrece al entendimiento un montón de cuestiones, y lo hace con actuaciones desprejuiciadas respecto de la mezcla de recursos y soportes, saltando entre géneros, estéticas y técnicas sin caer en el pastiche. El resultado, una obra impecable en su frescura, en la brisa fresca que concita sobre las mentes de los participantes espectadores. Una brisa surgida del buen humor, de paseos en bicicleta compartidos, de la relajación del descanso activo en la contemplación y las charlas distendidas entre amigxs.
En cuanto a lo que montaron lxs cxrdobesxs, Fiebre o paraíso, dije que me resultó “sobrecogedora” porque no hallo otra palabra para definir esta “road movie teatral” (definición de los medios mediterráneos) en la que cuatro actrices (Marcos García, Delfina Díaz Gavier, Nicolás Giovanna y Victoria Alesandri) desarrollan un viaje a través de un desierto para vengar el asesinato de una amiga, en el trascurso del cual provocan una pueblada justiciera.
Las cuatro amigas cordobesas de “Fiebre o paraíso”.
En esta tragedia dura, apenas atemperada por unos pocos momentos risueños, se pone de manifiesto la determinación de hacer justicia por parte de un grupo de amigas que saben manifestarse sus dudas y contradicciones, a la par que exponen (y se exponen) un relato posible sobre la canalización de la violencia extrema como camino de expiación.
Las actuaciones, subrayadas por luces y acercamientos al público, logran contagiar las emociones apenas contenidas de los personajes, transmiten el drama de conciencia que los sacude, y que podría ser el de cualquiera. La identificación, con los corazones ofrecidos en las manos de los actores, está servida.
Y creyendo que dije lo suficiente sobre las dos obras (tampoco es cuestión de espoilear), sólo me resta mencionar que en ambas veladas pude charlar con algunos de los organizadores, a quienes pregunté por las otras actividades de Diente de León, y me contaron que la concurrencia fue muy buena y entusiasta, en especial en la fiesta que animó la emblemática banda Una Cimarrona la noche del sábado, después de la función de Breve enciclopedia sobre la amistad.
¿Quién hubiera dicho que el diente de león, una plantita silvestre tan humilde, podía servir para transformar y darle una forma amable a la marmórea política en un momento de realidad social granítica, en un momento psicosocial cuando menos espeso y pantanoso?
El domingo, volviendo a mi cueva para ver el debate, después de asistir a la función de Fiebre o paraíso (en Micelio toda la gente de Diente de León se quedaba para verlo grupalmente), me di cuenta de que me sentía muy aliviado del peso de la angustia provocada por los oscuros pronósticos. No “curado” de la angustia, pero sí de ánimo más alegre, mejor dispuesto para lo que depare nuestro destino político, nuestro futuro social. Y pensé que ello tal vez se debía a que había sido inoculado con la teoría y la praxis del artivismo de un colectivo que decía “Milei no” a su manera.
Fichas
Título: “Breve enciclopedias sobre la amistad”. Dramaturgia: Tomás Masariche. Intérpretes: Maga Clavijo, Tomás Masariche, Felipe Saade, Max Suen, Casandra Velázquez. Vestuario: Nadia Sandrone. Diseño de luces: Alejandro Velázquez. Diseño sonoro: Maga Clavijo. Fotografía: Be Clavijo, Julieta Horak, Jazmín Robles. Comunicación: Estudio Karai. Asistencia de dirección: Milagro De Catamarca. Producción: Eva Palottini. Dramaturgista: Iván Hochman. Dirección: Tomás Masariche. Compañía: Lxs Besa. Composición Musical: Maga Clavijo. Registro Visual: Sofïa Zaragoza. En el espacio Micelio en el marco del Festival Diente de León.
Título: “Fiebre o paraíso”. Dirección: Paula Belli. Asistencia de dirección: María Florencia Baigorrí.Intérpretes: Marcos García, Delfina Díaz Gavier, Nicolás Giovanna y Victoria Alesandri. Vestuario: Lucía Tapia. Diseño de escenografía: Federico Tapia. Diseño sonoro: Leandro Doliri. Diseño audiovisual: Ismael Zgaib. Realización escenográfica: Daniel Aimetta, Federico Tapia. Realización Audiovisual: Magalí Mérida. Diseño de iluminación: Belén Romero Brunetti, Agustín Mare. Fotografía: Magalí Mérida. Diseño gráfico: Ismael Zgaib.