
Transcripción y traducción de la entrevista de France24 a Asma Mhalla, a propósito de su nuevo libro, Cyberpunk: “La distopía se volvió nuestra realidad. ¡Entonces hay que nombrarla! Recién usted hablaba del imperio cognitivo. Le voy a dar las tres tecnologías totales, por no decir totalitarias, que tenemos ya en nuestro bolsillo y en nuestro cotidiano”.

Entrevista a Asma Mhalla*
por Achren Verdian / Traducido por Susana Sherar
Achren Verdian–Demos lugar a la invitada en El corazón de la información: “Estamos cayendo en una nueva forma de totalitarismo servido por la tecnología y las redes sociales que esclavizan nuestro cerebro con el objetivo de hacernos pensar de una cierta manera, de convencernos a veces que lo real no es real, que nos impide también, saturándonos de contenidos diversos, tomar el tiempo de reflexionar y que nos quita así nuestra libertad”. Es la tesis desarrollada en un ensayo tan sombrío como incisivo que analiza las mutaciones en obra en los EE.UU. de Donald Trump, pero cuyas consecuencias son visibles en cada uno de nosotros, cómplices involuntarios de esta servidumbre por el uso que hacemos de las tecnologías.
Su autora está con nosotros esta noche. Buenas noches, Asma Mhalla, gracias por estar con nosotros en el canal France 24. Usted es polítologa, profesora en la universidad de Ciencias Políticas y en la Politécnica, ensayista y autora de un primer ensayo, muy notorio, del que recordamos el título: Tecnopolítica, cuyo tema mayor va a desarrollar en este nuevo ensayo que se llama Cyberpunk, el nuevo sistema totalitario.
Muchas gracias por haber aceptado nuestra invitación. El tema que usted desarrolla es: el siglo XXI es el de un imperio cognitivo. Hay que hablar de una alianza entre un Estado, el de Donald Trump, y los gigantes de la tech, especialmente Elon Musk, Zuckerberg, el patrón de Facebook, una alianza que nos hace caer, dice usted, en un nuevo régimen decididamente totalitario. ¿No tiene miedo de las palabras?

Asma Mhalla– No tengo miedo de las palabras porque hay que leer simplemente las ideologías, los textos y ver el proyecto. Basta con poner las cosas una a continuación de la otra. ¿Y por qué puede parecer un poco grueso o grosero lo que digo? Es porque en el ruido permanente de la época ¿qué hacemos? Nos enganchamos con la anécdota, con el comentario de la señal, de la mas pequeña señal, microscópica, y haciendo esto ya no vemos para nada la imagen global de lo que está jugándose. Ahora bien, la imagen global que se juega es una nueva figura política, un nuevo Leviatán, pero que en nuestro siglo tiene dos cabezas. Tenemos por un lado lo que llamé “el Gran Estado”, es decir este estado potencialmente imperio -peor (risas)**, imperio o no, y que debe su poder a las tecnologías y –sobretodo– a esos gigantes tecnológicos, y la otra cabeza, una forma nueva de soberanía privada, con esas megacorporaciones tecnológicas, que tienen detrás agendas ideológicas que son muy claras y muy afirmadas. Además, las agendas tecnológicas de ciertos gurús de la tech –usted evocó a Elon Musk, podemos también evocar a Peter Thiel–, son mucho más preocupantes que la de un Trump que no sería de una cierta manera –y es un poco también mi tesis– más que el pedestal hacia un nuevo régimen político y, en efecto, tecnototalitario. ¿En qué se completan ?
AV —¿Son dos facetas de un mismo poder que usted describe?
—Es una alianza muy sorprendente, porque no están siempre de acuerdo. Ya lo vimos con D. Trump y E. Musk. Y al mismo tiempo, lo que cuenta, no es para nada las relaciones interpersonales, eso es la anécdota, no es lo que la historia retiene. Lo que la historia va a retener es la nueva arquitectura del poder, que es convergente en este sentido: que usted tiene las dos cabezas del Leviatán: Big State, Big Tech, que tienen el proyecto de la potencia americana, del Imperio americano. Y no se comprende lo que pasa hoy en esta nueva alianza si no se lee bajo el prisma del Imperio, de las teorías del Imperio. Y eso lo dijo Paul Kennedy. De hecho, hoy usted tiene un imperio americano que esta más bien decayendo y, sobre todo, que está siendo completamente desafiado por otra superpotencia, la China. Y esta cristalización geoestratégica se juega alrededor de la IA, de las redes sociales, o sea de la guerra de las percepciones, de la guerra de los relatos, pero también de las hiperguerras, es lo que hoy llaman las revoluciones en los asuntos militares por la IA militar. Y nos damos cuenta que una vez dicho esto, todas las decisiones, todos los discursos, todas las tomas de posición de Trump, pero antes de Biden, y antes aun, de Obama… Además, es bajo Obama que vamos a tener la transformación estratégica con su giro hacia el Pacífico.
Se entiende que, de hecho, los Estados Unidos están jugando algo superior a las simples disputas entre dos.
—Usted parece decir que en este mundo que vivimos, incluso si mucha gente no tiene la mínima consciencia, nuestras mentes son reconfiguradas, usted dice programadas, todas programadas. ¿No es un poco fuerte?
—Se puede verdaderamente demostrar. Es muy, muy fácil. Yo utilizo palabras simplemente para nombrar lo real. Además el título Cyberpunk no es por azar, es porque hubo toda una literatura a fines de los ’70, los ’80… Es una corriente literaria, una corriente de ciencia ficción, rupturista, pero que partía de lo real.
—Cuyos autores ya viven lo que están escribiendo…
—Además la mayoría estan vivos. Y uno de los mas grandes autores de esa corriente se llama William Gibson. A comienzos de los ’90 él va a decir: “estamos en el futuro”, y es eso lo que va a ser uno de las primeros signos de la escritura de Cyberpunk, el nuevo sistema totalitario. El futuro ya esta ahí, simplemente, el problema es que estamos tan cortocircuitados, en saturación cognitiva permanente, y sobre todo con tanto miedo del fin del sistema, de hecho, esta hipernormalización… Hacemos semblante de creer que todo va bien o que todo sigue siendo como antes. Cuando en realidad estamos tambaleando. Entonces, el futuro esta ya aquí. Es como decir: “La distopía se volvió nuestra realidad”… ¡Entonces hay que nombrarla! Recién usted hablaba del imperio cognitivo. Le voy a dar las tres tecnologías totales, por no decir totalitarias, que tenemos ya en nuestro bolsillo y en nuestro cotidiano. La primera es una totalización atencional, es decir que si usted tiene un smartphone, tiene una saturación de contenidos, una captación atencional, son todas las super apps, es todo ese tiempo que pasamos dando vueltas alrededor de cinco aplicaciones. Y eso, Philippe Keydig, otro precursor del movimiento cyberpunk, explicaba que en realidad cuando entramos en esos útiles no es una apertura sobre el mundo. Ya no hay un afuera. Usted entra, penetra en el universo psíquico de los arquitectos de esas tecnologías.
Cuando los arquitectos se llaman Zuckerberg, Musk, Altman, uno comprende que tienen una ideología primeramente personal, antidemocrática, libertariana, anti-Estado, muy elitista. Es un poco la libertad de ellos contra la nuestra, de una cierta forma. Nos formatean nuestro pensamiento, nuestra manera de ver las cosas. Por supuesto que eso formatea. GPT hoy plantea una pregunta filosófica mayor, que es la de preguntarse qué es pensar. ¿Qué es pensar hoy? Si a la menor duda vamos a prompter (consultar),y recibimos una información premasticada, eso hace disruptivo el acto filosófico mismo del pensamiento de los ciudadanos. Y al final, la última categoría de tecnología total son, evidentemente, las tecnologías biométricas, el reconocimiento facial, el iris, etcétera, sobre las que trabajan los mismos actores u otros. Y ahí hay una captación de la identidad misma, de lo que usted es.
—Al leerla, al escucharla, pensamos mucho en 1984 de George Orwell. ¡Es lógico!
¿Es intencional?
—Es absolutamente lógico. Es lógico primero del punto de vista del estilo. Porque si remontamos en el tiempo, los precursores, los abuelos de cyberpunk son Orwell o Huxley. Las primeras distopías, y le voy a dar ejemplos muy concretos para que se entienda. Hace unos meses, Donald Trump lanzo, entre muchos otros slogans extremistas, esta idea de “la paz por la fuerza”, que fue retomada por Netanyahu en Israel para justificar lo que pasa en Gaza. Bueno ¿qué decía Orwell en su nova-lengua en 1984? Decía que la guerra es la paz. ¿No le recuerda algo? ¿No hace acaso eco sistemáticamente? Y lo que es absolutamente increíble en el método de gobierno de Trump es la noción de dominio psicopolítico.
—Un domino que, dice usted, avanza sin ruido, y eso es lo que nos ciega y nos impide entender lo que está pasando.
—El modo de gobierno de Trump funciona sobre tres palancas psicológicas –colectivas– y que se pueden aplicar en términos de política interior, pero en términos geopolíticos también. La primera es la saturación cognitiva, que machaca con contenidos no-stop todo el tiempo, imágenes, videos… Acuérdese, Trump, la Riviera en Gaza, etcétera… ¡Es sin parar! Ese es el primer bombardeo publicitario. Trump comprendió algo: que él ganaría la guerra de las percepciones. Hace un rato, usted hablaba de guerra híbrida. La saturación cognitiva forma parte. Es decir que la realidad se vuelve un flujo entre otros. Y haciendo eso, la narración que hace de lo real prevalece, puesto que es él quien satura los megáfonos de las redes sociales que están bajo su bota. Eso es lo primero. Después, está el sistema del pensamiento doble. Va a dar, un poco como Orwell, dos verdades incompatibles en la misma frase. La guerra es la paz. La paz por la fuerza. Y si usted no está de acuerdo, usted es un enemigo, la oveja negra, etcétera. Uno termina dudando de sí mismo. Es el sistema de doble mensaje. Es el doble mensaje permanente. En el caso de Trump, es muy interesante porque hay muchas elecciones posibles. No es que no haya elección. Es ahí donde la perversión o la toxicidad existen. Cualquiera sea la elección que usted hace, cae en la trampa. Le doy un ejemplo muy concreto : este verano hubo la reunión cumbre en Alaska entre Putin y Trump, para hablar –parecía– de Ucrania. Dos días más tarde se precipitan, en el escritorio oval y en la Casa Blanca, algunos líderes europeos, siete, más la OTAN, mas Van der Leyen. Y es muy interesante esta secuencia porque el doble mensaje, el doubleblind, el doble vínculo diplomático está ahí. Si usted es líder europeo y va a Washington, manda una señal y entonces ¿qué va a hacer Trump? Va a instrumentalizar así sus redes sociales, y usted se vuelve vasallo, infantilizado, humillado. Y si usted no va, pierde el lugar en el juego diplomático. De hecho, el doble vínculo quiere decir que usted tiene la posibilidad de ir o no ir, pero en los dos casos, el que pierde es usted.
—Su reflexión y su libro tratan principalmente de los EE.UU. y de Donald Trump, que son el laboratorio de ese cambio. Pero ese cambio esta en realidad en obra en todos lados y nosotros mismos somos cómplices involuntarios de esta esclavitud que usted describió.
—Porque se juega a diversas escalas. La primera: ¿por qué EE.UU. es hoy un problema para nosotros? Es el problema de los europeos, es el problema del mundo entero, el problema de África, el problema de todos. ¿Por qué? Porque antes que nada es la primera potencia mundial, y estamos en plena reflexión sobre ese imperio que está tratando de optimizar sus costos, todas las discusiones sobre los costos securitarios, sobre la OTAN, etcétera, participan de esta noción de imperio. Eso es lo primero. Lo segundo es que cuando Trump llega al poder, en febrero del 2025, tenemos el discurso de Divens en Munich, que lanza la guerra cultural y la batalla ideológica contra Europa. Y hoy estamos en lafront line, en primera línea de esta guerra ideológica, con una nueva internacional, digamos, neo-reaccionaria. ¿Y cuándo lo vimos? Hace algunas semanas, la semana pasada en Londres cuando hubo esas manifestaciones, ¿y a quién encontramos? A líderes europeos. Después del asesinato de Charles Kerr, donde Musk llama a la violencia, ademas de defenderla.
—Y justamente ese es un buen ejemplo de lo que usted llama la construcción de nuevos relatos, de esta nueva realidad de la que muchos de nosotros no somos conscientes.
—No se tiene consciencia porque precisamente se trata de relatos. Y que son absolutamente invasivos y están por todos lados… Trump no es el emergente de una crisis de la política, sería corto de vista pensar que es solo una crisis política, es una crisis de lo real, es decir: él parte de un hecho concreto, el asesinato de un militante o un activista, pero que ocupa mucho espacio en un contexto de democracia débil, muy debilitada, ¡más que debilitada! ¡Está desvitalizada literalmente! Pero lo que él hace es partir de un hecho concreto: el asesinato de un activista americano, hecho profundamente condenable. Y hace de eso la retórica de un enemigo interior. En una liturgia religiosa evangélica mayor, con la temática del Apocalipsis. Nuevo régimen de verdad que se vuelve entonces el nuevo régimen de realidad. Y además, amplificado por las tecnologías de masa, X, Instagram, y todos las redes sociales que propagan esas informaciones.
—Y tecnologías que polarizan cada vez más la sociedad, que sirven ese régimen.
—Que sirven absolutamente ese régimen. Es muy interesante porque en el siglo XX, hace mucho tiempo (risas), se decía: dividir para reinar. Y ahora es: diseñar las interfases para reinar.
—Los algoritmos, por supuesto. En el marco de nuestra discusión de hoy, y es una tradición en nuestro programa, pido siempre a mis invitados que elijan una imagen de archivo para aclarar un poco sus palabras. Y a mi gran sorpresa, usted eligió dos fotos. Primero una de David Bowie, y nos va a explicar por qué, y otra de Romain Gary. ¿Por qué las palabras de ellos han sido tan importantes para usted?
—Porque soy una fan incondicional, porque son muy marcantes en mi trabajo, en mi reflexión. Eso es lo primero. David Bowie, porque lo que él encarnaba era algo completamente híbrido. Ya en su época, lo que él encarnaba. Y estamos en la era de lo híbrido. Todo está completamente hibridado. Y luego en el 99 va a dar una entrevista en video, que se puede encontrar en todos lados, donde él explica de manera muy premonitoria lo que va a ser nuestra época. Y el periodista, que está todavía completamente en los años ’90 del siglo pasado, le hace preguntas sobre las nuevas comunicaciones, etcétera. Y él presagiaba ya, porque teníamos las premisas de Internet en ese momento, todo lo que íbamos a vivir, es decir: la polarización, el lado cyborg, la hibridación de hombre-máquina. Hablaba de aliens, el impacto de esta tecnología sobre la sociedad y sobre la comunicación. O sea, la fusión entre el mensaje y el mensajero. Y era muy interesante, porque ya había comprendido todo lo que íbamos a vivir con las redes sociales.
Y Romain Gary, porque va a dar una entrevista, que fue absolutamente orgásmica para mí, donde decía que la principal fuerza espiritual de notre tiempo, la hipermodernidad, era la pelotudez. Y tenía razón.
—En este contexto bastante sombrío que usted describe, evidentemente la libertad, la libertad de expresión, está amenazada. Para usted, en ese contexto que describe en su ensayo, ¿los EE.UU. siguen siendo una democracia?
—Es un simulacro de democracia. Es una democracia…. De hecho, el marco… Existen el fondo y la forma. ¿No es cierto? El marco es la democracia, eso se llama democracia, en el interior es cualquier cosa salvo una democracia. Hoy tienen una instrumentación del aparato judiciario. Estamos entrando en una especie de post-legalidad con Trump. Usted tiene medios que están completamente… Con la retórica, a pesar de todo, del enemigo interior. No le damos suficiente importancia. Pero eso ya lo decía Carl Schmitt: el enemigo interior, el juego de “ustedes contra nosotros”, el chivo expiatorio, la caza a los extranjeros, la homogenización de la población americana. Eso no es para nada una democracia liberal. Eso son códigos fascistas. Pero simplemente…
—Usted habla de un fascismo híbrido.
—Híbrido y de simulacro en el sentido donde muestran por ausencia hasta qué punto nuestras democracias son frágiles y desvitalizadas, queda solo el espectáculo de la democracia. Y además no es Trump el primero que debilita la democracia. Es la dictadura del flujo. Es el flujo permanente que impide, en el fondo, la posibilidad de encontrarse, de charlar de manera serena.
—Y de tomar distancia.
—Pero por supuesto. Y de hecho, hace un rato usted me preguntaba, concretamente, sobre nosotros, los que tenemos en el bolsillo el smartphone… Cuando una está bombardeada de notificaciones de la mañana a la noche, y tiene la impresión de que todo la sobrepasa, que el mundo le pasa por encima, una tiene solamente el relato de la impotencia, que hay que deconstruir ¡porque tenemos un poder! No tenemos la obligación de estar bombardeados de la mañana a la noche con sus extremismos. ¡No es una fatalidad!
—Entonces, si no es una fatalidad, ¿Cómo oponerse a ese nuevo totalitarismo? Usted da al final del libro una especie de manual, que usted llama “manual de supervivencia cognitiva” para escapar a todo eso y recuperar plenamente nuestra libertad. Entonces ¿qué hacemos?
—Hay un montón de cosas. Al final hay 13 pequeños ejercicios para el espíritu libre. Antes que nada, decir no, rechazar. Usted sabe que existe toda esa ideología del desarrollo personal que le dice que no se debe jamás decir no porque hay un riesgo de herir a la gente, etcétera. Han anestesiado completamente a la gente. Decir no, rechazar, estar indignados, estar en rebeldía.
—¿Cortar las tecnologías?
—No forzosamente, porque son sistémicas. No son herramientas lúdicas, son sistémicas. Si yo le corto hoy Gmail, Outlook y los teléfonos, usted no puede ser operativo en la sociedad. ¡No! Pero hacerlo a consciencia, comprender las agendas y tener la medida. Es la cuestión del justo medio, de la medida, del matiz. Hasta que haya una nueva clase política al fin eficaz, que trabaje nuestra verdadera soberanía industrial. Pero en tanto no tengamos esta próxima generación política, sí, vamos a tener que tomarnos a cargo. Y además, y sobre todo, lo real, los cuerpos, el amor, los cafés, la calle, es fundamental. No vamos a cambiar el mundo detrás de nuestras pantallas. Es imposible.
—Muchas gracias Asma Mhalla por habernos recordado estas evidencias. Gracias de haber respondido a nuestras preguntas.
* Asma Mhalla: autora del libro Tecnopolítica. ( https://riobelbo.com/2024/05/01/la-democracia-del-siglo-xxi-esta-muerta/ )
** NT: Imperio-peor: deslizamiento fonético debido a que en francés peor (pire) forma parte de imperio (empire). Se podría interpretar como: “El imperio conduce a lo peor”.

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