
La obra El declive, dirigida por Quico Saggini, representa a la perfección ese arte dramático para el cual es más importante la calidez que la calidad.

Por Andrés Maguna

Calificación: 4/5 Tatitos
En Rosario siempre hubo un palo del teatro independiente de bajo perfil, auténtico en su modestia, cercano de la cotidianidad barrial, alejado de las ambiciones intelectuales, de la búsqueda del éxito en términos cuantificables a través de la crítica y el dinero. Un teatro para el cual la calidez es más importante que la “calidad”, siendo la “calidad humana”, los recursos de la persona, de todas las personas (actores y espectadores), lo único necesario para emprender en compañía un vuelo en andas del arte dramático escénico.
La obra El declive, escrita por Nelson Valente hace unos diez años, resulta ser uno de los paradigmáticos ejemplos del repertorio de textos de este “teatro de la modestia”, o al menos así me pareció al ver la versión rosarina dirigida por Quico Saggini hace unos días en la hermosa sala de Amigos del Arte (N. de la R.: la última función de este año será el domingo próximo, 2 de noviembre, a las 20, en el Cultural de Abajo).
En el material de difusión apenas se dice:
“Un día cualquiera. Dos matrimonios. Palabras que se olvidan. Preguntas que vuelven sobre el amor y la construcción de la felicidad. Respuestas incómodas. El caos. Una curva descendente, inevitable… la de la vida”
A priori puede parecer una sinopsis demasiado amplia, muy general y poco específica, pero no lo es, porque El declive habla exactamente de eso, y solo de eso, sin desviarse en simbolismos sujetos a interpretaciones ni en desvíos hacia honduras psicológicas. Se atiene rigurosamente a la pintura costumbrista de una hora, narrada en tiempo real, de dos matrimonios de alrededor de 60 años que enfrentan un “caos íntimo” ante el surgimiento de conflictos existenciales comunes y corrientes.

Edgardo Francés, Chelo Longhi, Norma Valek y Marita Vitta, el elenco actoral, se interpretan a sí mismos al mejor estilo passoliniano, con lo que explotan al máximo, bajo la dirección de Saggini, la potencialidad identificatoria del público. Un público afín a este teatro de la modestia, compuesto en su mayoría por gente que prefiere que se “llame a las cosas por su nombre” y sabe disfrutar de las “poéticas de entrecasa” (esas de las que habla María Elena Walsh en “Sábana y mantel”), y que en la función a la que asistí manifestó su emoción de muchas maneras, en especial con risas, dando a entender que se sentían parte de ese momento, esa realidad y ese mundo que se recreaba en escena. Es decir, me di cuenta de que los cuarenta espectadores “estaban” en la cocina donde interactuaban los dos matrimonios, y no “viendo y escuchando” lo que ocurría en esa cocina.
A su vez, Vitta, Valek, Longhi y Francés logran imbuirse de la energía del público, y aunque sostienen la cuarta pared, permiten que se filtre esa empatía generada en el sentimiento no expresado pero palpable del “ya sé que vos sabés que yo sé” propio del “a mí me pasa lo mismo que a usted”.
En fin, que la pasé muy bien, me sentí muy a gusto, confortado, como “en familia”, presenciando El declive, razón por la cual, teniendo en cuenta todos sus aspectos formales (escenografía y vestuario de precioso realismo, luces y sonido sin fisuras), la linealidad y coherencia de la semántica del texto original, y su adscripción a esta especie de género del teatro de la modestia, me pareció que la calificación justa es la que figura al comienzo de esta nota: 4 Tatitos. Y el que le falta para alcanzar la excelencia se debe, como casi siempre sucede, al exceso de una virtud, o a no saber aprovechar los logros obtenidos por medio de la misma: la modestia se conforma con lo que consigue y, como se aprecia en El declive, si bien disfruta de lo seguro y lo simple, ajustando su filosofía de vida a lo real y posible, pierde la chance de exceder la ejemplaridad para afirmar la justeza de sus muchos méritos a la hora de mostrar los alcances superadores del arte escénico dispuesto.
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FICHA:
Título: El declive. Elenco: Edgardo Francés, Chelo Longhi, Norma Valek y Marita Vitta.
Autor: Nelson Valente. Dirección: Raúl Quico Saggini. Escenografía: Rodrigo Frías. Próxima función: Domingo 2 de noviembre en la sala Cultural de Abajo.
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