El Diario Escondido

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un poco de gris al servicio del verde.

4/4/22

Lo de Alain Delon será suicidio

El actor francés suizo Alain Delon, de 86 años, pidió permiso al gobierno de Suiza, donde vive, para suicidarse con la ayuda de un médico, quien le recetará una droga mortal para que pueda fenecer tranquilamente.

Por Andrés Maguna

El viernes 1° de abril de 2022 la noticia relampagueó por todos los medios de comunicación del mundo: el actor leyenda Alain Delon comunicó que había pedido permiso para matarse.

Hace no mucho, en declaraciones a la revista L´illustré, dijo Delon: “Estoy a favor de la muerte digna. Primero porque vivo en Suiza, donde la eutanasia es legal, y también porque creo que es lo más lógico y natural. Una persona tiene derecho a partir en paz, sin pasar por hospitales, inyecciones y demás”.

En Suiza la eutanasia no está permitida. Lo explica Wikipedia: “La eutanasia en Suiza es ilegal, aunque el suicidio asistido está permitido. El Código Penal suizo de 1937 prohíbe la incitación o asistencia al suicidio por motivos egoístas (artículo 115). Cualquier rol activo en la eutanasia voluntaria (homicidio sin premeditación) también está prohibido, incluso si se comete a partir de motivos respetables como el asesinato por misericordia (Art. 114). Sin embargo, por omisión, el suicidio asistido por motivos no egoístas sigue siendo legal. Por ejemplo, se pueden prescribir medicamentos letales siempre que el receptor desempeñe un papel activo en la administración del medicamento, pero la eutanasia activa (como el acto de administrar una inyección letal) no es legal”.

Para la RAE eutanasia significa: “Intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura”, en tanto que para suicidio pone: “Acción y efecto de suicidarse”, que quiere decir: “Quitarse voluntariamente a vida”.

Como queda expuesto, ambas palabras significan cosas bien distintas, pero mucho más distintas son sus connotaciones e implicaciones. Suicidio es un vocablo tabú, tal vez el más negado, por implicar que el que lo ejecuta expresa, con su acto, más amor a la muerte que a la vida. En cambio, eutanasia suena a decisión de morir con dignidad. Y digno viene directo del latín, dignus, que quiere decir valioso. Entonces “muerte digna” debe traducirse en “muerte valiosa”.

¿Qué puede tener de valiosa una muerte? ¿Quién o qué determinan el valor de algo? ¿Cuál sería la escala de valores de la muerte?

Delon quiere matarse, y que lo ayuden a ello. Y pidió permiso, muy preocupado por las apariencias. No importa que se mienta a sí mismo y a los demás, ni que todos sigamos mintiéndonos a nosotros mismos cambiando una palabra por otra bien diferente.

La muerte, la palabra que asusta, es un no-valor, la ausencia de vida, su opuesto. Aceptar esto o negarlo no cambiará nada: la muerte es el todo en el que nacen y florecen todas las expresiones, la luz efímera en la oscuridad eterna.

Alain Delon, el hombre “más lindo del mundo”, se ajusta al guión escrito para él y dice: “Luz, cámara, acción”, escapando por última vez a la tierra de lo ilusorio.

Alain Delon junto a Jean-Marie Le Pen – 1986, Paris, France.

24/2/2

La forma del relato, miel de cannabis

Por Andrés Maguna

Un estudio realizado por la Universidad de Cornell encontró que la planta de Cannabis Sativa puede atraer hasta a 16 especies de abejas. Y entre más grande sean las plantas, más diversidad de visitantes tendrán. A pesar de no tener néctar, las abejas son atraídas por las grandes cantidades de polen que produce el cáñamo. Lamentablemente, debido al calentamiento global, abuso de pesticidas y la intensificación desmedida de la agricultura, la población de abejas ha disminuido drásticamente en los últimos años. La buena noticia es que el cáñamo podría ayudar a mantener vivas a colonias enteras de ellas. Aún en períodos de escasez floral, el cáñamo tiene la capacidad de producir el suficiente polen para nutrir a una diversa comunidad de abejas. De esta manera, el cannabis representaría una fuente clave de comida para los insectos y un apoyo en la polinización de cultivos. (Revista Muy interesante, del 1°/6/2020, nota de Ricardo Gallegos titulada “La abundancia de polen en la planta de Cannabis podría ayudar a incrementar la población de abejas”.)

Gotean sobre el sistema las teclas que otrora fueran alma de un piano.

Mientras, el día parpadea en las alas de las moscas, brilla en el azúcar que se negó a diluirse en el té ambarino sin claridad de limón. Avanza la mañana de todas maneras, y pugna por detenerse el minuto que no se reconoce.

Tendrá que ajustarse, la malquerida autodeterminación, a los moldes prediseñados que facilitan la fácil liberación de lo producido en belleza o practicidad. Lo que sea útil tendrá el pronto uso de su estreno casi a diario, con regularidad de metrónomo que asciende desde el corazón a las emociones que se amontonan, apenas contenidas, en la garganta, temerosas de la luz más allá de la boca, de los dientes, donde algo como truenos se dice voz, deforma vocales y expresa confusiones.

La vergüenza en expansión obliga a los mirmidones del mito a retraerse en fabulosas contorsiones tecnológicas que sulfuran, espantado todo decoro, las plantas planas de aquellos pies que se aferran, se pegan al piso por temor o sin él, que tanto te quiere en cuanto no le importan nada ni nadie. O mejor dicho, lo tienen sin cuidado el objeto o la persona.

El descanso de aguas azules, verdeazuladas tornasoladas, en centrifugantes nubes de arreboles prístinos, con esporádicos verdes centelleantes, amarillos de arenas y ocres de tierras, confirma la estancia en cercanías de un edén que no podrá sino ser el que se idealiza y se busca.

Allí las abejas sacuden sus colas, afilan sus aguijones y desenroscan y blanden sus trompetas succionadoras en una alucinación colectiva y sonora a nivel subsónico. El delirio constante de sostener la invención de la dulzura converge con la agonía del éxtasis y la felicidad de la muerte contenida en el ansia de vivir teniendo en acto constante la conciencia de ser apenas un zumbido más en el concierto universal de la circulación sanguínea y las pulsaciones del sistema nervioso central de Dios.

Con la llegada del otoño se afanan las doradas manzanas del sol por entrar en el cuadro que enmarcará el olvido, como aquellas caracolas que no contienen vida pero testimonian el concepto de hogar y refugio, de la casa segura que se puede oler más que ver. Allí la forma del relato podrá ser tan libre como quiera cuando quiera. Como por arte de magia habrá vecinos voladores que también harán lo suyo aunque no lo propio, y soltarán polen, y tomarán el ámbar gris de las incorpóreas ballenas celestiales que gustan confundirse con serpientes aéreas gigantes y dragones de origen chino.

Fertilizados todos mutuamente, fructificará la forma del relato en andas de las imperceptibles esporas del gozo que no fue creado para contentarse, y generosa se dejará tomar por quien lo desee.

Al alcance, allí casi omnipresentes, gráciles como suspiros, como escritos con tinta transparente de jugo de limón, podrán leerse los salmos, los himnos, las plegarias y los cantos que nos mantienen en vilo, incandescentes, en un eterno revolotear en torno del gran capullo que contiene todo el néctar esencial.

La forma del relato, miel de cannabis, derramará entonces como el cáliz de la fe en que somos la narración ingente y sin sentido de una entidad ni buena ni mala que no sabe o no puede narrarse a sí misma. Habremos de hallarnos allí, en reposo de murmullos mecidos por brisas cósmicas, al amparo del dolor y la congoja de no encontrar maneras o dulzuras.

Este código inexpresado de salvaciones recíprocas se impone imperceptible como equilibrio natural de los vasos comunicantes de reveladoras incomprensiones, dadoras certezas, atributos de un amor tan bestial que no cabe bajo ninguna mirada.

Habrá abrazos, ¿quién podría negarlos?, y besos que secos o húmedos transmutarán todos y cada uno de los sentidos propios y ajenos. Estaremos cogollando y seremos abejas, u otros vectores que sin saber lo que quieren igual se inquietan, curiosos, por un porvenir bienvenido y hasta mañana. Que también mucho gusto.

9/2/22

Isis sin velo en el Paraná

Foto: Francisco Guillén.
POR ANDRÉS MAGUNA

Soy todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será

y mi velo jamás fue corrido por ningún mortal”

(Inscripción al pie de una estatua egipcia de la diosa Isis)

“Yo, solamente yo. A quién se le hubiera ocurrido. Perdonar no es amar, es otra cosa. Puedo perdonarme pero me cuesta mucho amarme. A mí me tenía que pasar. Enloquecer y saber que enloquecí. Tan extrema mi cordura que más que visionario me volví ultravisionario, o paravisionario, cuando estoy tranquilo. Y acá voy otra vez, empecinado bajo el sol más ardiente, en busca de ella, la diosa, mi diosa, para devolverle su velo…”.

El Derviche va hablando solo, en voz alta, contra el aire caliente y húmedo de la isla quemada que sus pies descalzos atraviesan erráticamente. Recorre sin destino, hace años, la parte más deshabitada del inconmensurable Delta del Paraná. Muchas veces, como ahora, va pisando cenizas de grandes territorios devastados por las llamas.

Y sigue en voz alta: “El movimiento y la inmovilidad son percepciones equivalentes: muy quieta se desplaza la materia inerte mientras se percibe veloz el paso de lo intangible, como el tiempo, las emociones, los sentimientos y sus luces y sombras, sus contradicciones coincidentes. ¿El viento se mueve o lo mueven? ¿Puede un aroma estarse quieto? ¿La célula madre de la vida nació del desencuentro de dos quietudes o del encuentro de dos movimientos? ¿Se hizo la luz o se hizo el verbo? ¿Qué fue primero, qué fue segundo, y cómo siguió la cosa? ¿Tomar posición significa afirmarse en algo, y no tomarla quedar suelto a la incertidumbre y la indecisión?”

En eso sus pies se hunden en un barro, nota que está entrando en una zona pantanosa, y exclama: “¡Es el mismo barro por el que caminé a orillas del Jordán, en las afueras de Jericó, hace como diez mil años! ¡Ah, qué linda Jericó, qué buenos tiempos esos, cuando era libre de viajar entre las primeras ciudades! De Katal Huyuk a Sippar, de Sippar a Lagash, de Lagash a Ur, de Ur a Jericó, de Jericó a la ruta de los oasis, hasta el Nilo”. Pero empieza a hundirse demasiado en el barro (le llega a las rodillas) y entonces retrocede, se detiene sobre terreno seco y traza con la vista un derrotero que bordea la zona húmeda hacia el este. Emprende la marcha y la cantinela: “Un punto blanco sobre fondo negro salta. Un punto negro sobre fondo blanco se hunde. ¿O es al revés, o es indistinto? Las certezas son algo firme a lo que aferrarse, las dudas son remos que es necesario mover para avanzar. Los pensamientos ligeros, livianos, por su falta de peso específico vuelan libres, de manera graciosa y banal, entre los pesados razonamientos fundamentados, que buscan ser anclas y anclar, o levar anclas, de pretenciosas filosofías, escuelas de meditación o manifestaciones divergentes en el océano eterno del cosmos y más allá. –Te quiero hasta las estrellas. –Yo te quiero hasta el infinito. Un hombre es un hombre, y una mujer es una mujer (como dice la canción: “Yooo, uuuun hooombre, tuuuú, uuuna mujeeeer”), un hermafrodita es un hermafrodita y una, un trans, es un hombre a través de una mujer, o una mujer a través de un hombre, o un hermafrodita a través de un hombre o de una mujer. De aquí para allá, y de allí para acá, tictac, tictoc, se mueve al influjo del transcurso de los eones el velo de Isis, o los restos del velo de Isis, porque yo se lo saqué y lo tengo acá, en esta vetusta bolsa de cáñamo de la India”.

Mientras dice esto el Derviche palpa con la mano derecha una bolsita pringosa que lleva atada en el antiquísimo báculo de madera de arce que porta con la mano izquierda.

“Escuchame, Isis. ¿Me escuchás? (Continúa en voz alta) Sí, sé que me escuchás. Yo no quería esto. No lo buscaba. No buscaba nada. Me dejé llevar por la curiosidad. No sabía y no creía que el alma no muere, que sólo es una manifestación del espíritu único y primordial que es desde siempre y por siempre será. Tardé en entenderlo. ¡Tardé mucho en entenderlo, como mil años! Para entenderlo fue necesario perder la razón. Pero valió la pena porque a partir de allí fui encontrando las piedras filosofales sobre las que se fueron fundando las principales religiones, y con las religiones los hombres empezaron a multiplicarse, sabiendo, sintiendo que ya nunca estarían solos, y que para existir no es necesario hacer nada…”.

Interrumpe su soliloquio porque a su paso le llaman la atención unas setas que crecen en los desperdigados montones de estiércol de ganado vacuno que hay en esa parte de la isla que va recorriendo. Se agacha, toma uno y lo mira de cerca. “Psilocybe cubensis, de la familia Fungi. Mi viejo y querido amigo. Qué suerte encontrarte”. Diciendo esto, sopla y limpia con los dedos la base de la seta donde hay restos de bosta y acto seguido se lo lleva a la boca. Mientras lo mastica con calma empieza a buscar con la mirada en derredor, enfocándose en las montañitas de deposiciones visibles, y va distinguiendo claridades sobre el ocre que denuncian la presencia de hongos. Y allí va.

“¡Eh, Derviche, cómo va!”. Una voz le hace levantar la vista, distrayéndolo de su recolección. Es una mujer de mediana edad, vestida con shorts y musculosa que calza unas botas de goma de caña alta.

No le devuelve el saludo y se queda mirándola con fijeza y extrañamiento. La mujer se acerca, levanta un poco el sombrero de juncos que le cubre la cabeza y le dice: “¿No se acuerda de mí? Soy Mirna, vivo acá cerca. Hace un par de inviernos, con la crecida grande, estuvo parando unos cuantos días en mi casa…”.

El Derviche no se acuerda ni la reconoce, pero le contesta: “¡Siiií, Mirna, claro, cómo no, por supuesto, estaba tan distraído juntando monjecitos que mi cuerpo astral tardó en volver a mí! ¿Cómo andás, qué es de tu vida?”.

Bajo el fuerte sol de bien entrada la mañana, en sintonía con las explosivas manifestaciones estivales de la naturaleza que los rodea, Mirna y el Derviche entablan una conversación mientras van recogiendo hongos.

–¿Sabías que los hongos se ocupan de procesar la materia en descomposición? ¿Qué florecen en la destrucción? ¿Qué la función de los hongos es eliminar la basura del mundo?

–Sí, Derviche, ya me lo contó. Y también me contó que Buda transmigró comiéndose un hongo, y que a las setas Amanita Muscaria en México les dicen “santitos”…

–Bueno, bueno. Pero seguramente no te dije que en la Mesopotamia, muchos años antes de robar el velo de Isis, comí unos hongos a los que llamaban “el pan de los dioses” que te llevaban a las estrellas, literalmente…

–Lamento decirle que eso también me lo contó. Hablamos mucho aquel invierno. Bah, hablamos. Usted habló y yo lo escuché con gusto. Así que no se preocupe, cuénteme que a mí me interesa.

–En aquellos tiempos, cuando aún no había sido maldecido con la permanencia, era un mortal como cualquier otro y me gustaba viajar. Siempre a pie, porque todavía no habíamos domesticado a los asnos. E iba de ciudad en ciudad porque entonces tenía un impulso gregario que me llevaba a buscar siempre la compañía del rebaño. Era inquieto y curioso, me atraía la aventura de conocer gente. Pero tené en cuenta que la población total de la Tierra en aquel entonces rondaba el millón de habitantes, y todos desperdigados en tribus en su mayoría errantes, nómadas. Había un puñado de ciudades, entre el Nilo, los Himalayas y la Mesopotamia. En ese triángulo. Ni en China ni en la India había… Después sí, porque viajé y conocí, pero aquel joven inquieto que yo era no se imaginaba que su juventud duraría mil años, y recorría el puñado de ciudades en los que las personas intentaban prosperar y proliferar. No eran grandes ciudades, tendrían cinco mil, diez mil habitantes, y todavía no les habían puesto murallas. La codicia era un germen que no tenía lugar, una semilla que aún no se había sembrado. Pero ¿qué te estaba contando? ¡Ah, sí! Te hablaba de la función de los hongos, que existen para transformar la materia. En realidad sólo se pueden componer descomponiendo. Por eso, algunos transforman el modo de pensar de quienes los consumen. Expanden la conciencia. Eso hacen. Bueno, la primera tribu que empezó a comer de forma habitual hongos con sustancias psicoactivas se diferenció de las otras en poco tiempo. Empezaron a tener unas ideas muy locas respecto de ellos mismo y de las relaciones con los demás y el entorno. La otras tribus, cuando vieron que estos locos hablaban con miles de palabras distintas (porque habían adoptado la costumbre de nombrar todas y cada una de las cosas que no tenían nombre), y que eran un grupo que actuaba como un individuo, inventando canciones e instrumentos musicales, comenzaron a llamarlos dioses…

El Derviche hace silencio. Construye silencio en derredor de sus pensamientos, atrapado por un ensimismamiento atávico. Un sector de su sistema límbico toma nota de que los primeros hongos que comió comienzan a surtir efecto. Le pregunta a Mirna:

–¿Vos fuiste comiendo algunos o sólo los estás guardando?

–Comí sólo uno. Los conozco bien. Los otros los dejo secar y los guardo en un frasco de vidrio. Me gusta regularlos bien en microdosis, como las llamo yo. Pero a algunos les gusta el impacto fuerte. Son gustos.

–Bien decís, bien decís. ¿En dónde estaba? ¿Qué te estaba contando?

Como un espectador de cine que ya vio una película y decide adelantarla hasta las partes que más disfruta, Mirna le miente:

–Me estaba contando de cuando estaba en la cuenca del Nilo y se encontró con la estatua de Isis.

Entonces el Derviche sigue hablando, se saltea unos siglos en la cronología de su relato, y empalma con lo que denomina el momento “bisagra” de su larga existencia. Una sonrisa se instala en el rostro de Mirna y el tintineo de los restos del velo de Isis en la bolsita atada al báculo se acompasa con el siseo de los pajonales mecidos por la brisa caliente que busca, sin conseguirlo nunca, atrapar un poco del frescor de las milenarias y sagradas aguas del Paraná.

16/2

Los niños de Uruk

Fotografía del Poema de Gilgamesh (2500-2000 a. C), narración en verso basada en cinco poemas independientes sumerios, que constituyen la obra épica más antigua conocida. (Foto: British Museum)

Por Andrés Maguna

Dice mi padre que siempre debo seguir los caminos que me vayan señalando mis deseos, mis sueños. Que acompañe mis “inclinaciones naturales”, me aconseja, y no sólo a mí, pues también les da los mismos consejos a mis compañeros de escuela. Porque mi padre es también el maestro principal de la escuela del templo de Inanna, a la que concurro desde temprana edad

Mi padre predica con el ejemplo, pues él mismo es un soñador, un “imaginador”, como suele nombrarse, y de hecho la palabra imaginación está presente en todas sus enseñanzas: cuando nos explica el sistema sexagesimal dice “imagínense que los números son representaciones de lo que ustedes quieran, de lo que más les guste”; al instruirnos en la escritura nos hace ver que “las letras y la palabras son las formas en que las ideas se imaginaron a sí mismas”, y que para ponerlas en orden con el punzón o el cincel sobre las tablillas de arcilla debemos, primero, “imaginar las posibles asociaciones entre esas ideas autocorporizadas, que son las letras y las palabras, y escoger las que tengan más sentido en función de aquello sobre lo que deseamos escribir, lo que imaginamos escribir”.

Él se nombra imaginador, pero todo el mundo lo llama sabio, porque sabe de geometría, de arquitectura, de botánica, de medicina, de astronomía, de historia, de artes, de construir herramientas e instrumentos musicales, y de muchas cosas más, incluidos temas tan difíciles de asimilar como los que él llama “estudios sobre las predisposiciones del espíritu humano, la actividad anímica y su relación con los planos afectivos”.

“Imagínense –nos dice– a una mujer joven con dos hijos pequeños que perdió a su marido en la guerra, y que desde entonces duerme mal por la tristeza y las preocupaciones sobre el sustento de sus hijos. Y duerme mal porque todas las noches tiene una pesadilla recurrente: su marido se le aparece, ensangrentado y moribundo, con piedras preciosas que trae como botín de guerra, y se las ofrece como respaldo para el futuro. En el sueño (las pesadillas también lo son) la viuda le dice que no necesita nada, que ella y los niños están bien y ya se las arreglarán. Le aclara que él está muerto y le pide que descanse en paz. Pero el muerto insiste en ofrecerle su botín, y se le acerca… y entonces ella se despierta, más angustiada de cómo estaba cuando se acostó. ¿Qué significa este sueño? ¿Interpretarlo puede ayudar a la viuda a dormir bien para así enfrentar las dificultades de su vida de mejor manera? Estoy seguro que sí, pero no puede hacerlo sola, necesita ayuda. ¿De quién, de quiénes? De alguien que la escuche y que se haya instruido sobre el modo de ser de las personas y las relaciones interpersonales. Y para eso está la escuela”.

Cuento esto porque ya estoy en la última etapa de mi aprendizaje en la escuela, de donde salimos convertidos en “interpretadores de lo simbólico separado de lo real, servidores del pensamiento en beneficio de la comunidad y soldados en el ejército de la imaginación libre”.

Ya no soy un infante, por más que mi padre nos siga llamando, a todos sus alumnos, “los niños de Uruk”, y ardo de impaciencia porque termine la obligación de asistir a clases para poder dedicarme a lo que más me gusta, que es escribir.

De hecho, hace un año, alentado por mis maestros, comencé a redactar un texto referido a los 4.000 años de historia de Uruk, la ciudad en la que vivimos, y no veo la hora de poder dedicarme de lleno a la investigación de documentos antiguos, a la consulta de todos los que saben algo sobre el tema, incluido mi padre, quien justo ayer me dijo:

“Cuando te lances a escribir sobre la historia de Uruk no te detengas a confirmar fechas, nombres, lugares. No te cuestiones si los dioses existen o no, si somos descendientes directos de ellos o de sus cruzas con los humanos. Establecer la exactitud de los linajes es una tarea ímproba, y sólo la imaginación puede concurrir en socorro de la verdad, de lo que es importante narrar en cuanto a lo que se puede iluminar con respecto a de dónde venimos y hacia dónde vamos. Además, una vez decidida la estructura de tu relato, una cronología dada (que puede ser dividida en partes sucesivas), te encontrarás con la forma, que es el contenido, la continuidad. Entonces decidirás tu propio método, tu modo de controlar la continuidad palabra por palabra. En eso consiste escribir, en integrar estructura, forma y método con algo que podríamos llamar, si estuviéramos hablando de música, ritmo y armonía… No quiero decir que debas cumplir con viejos preceptos o antiguos cánones, sino que debes tratar de innovar, de crear con lo que hay a mano y lo que no, lo que es intangible porque mana del espíritu. Por ejemplo, esto que me contaste que estás escribiendo sobre la historia de Uruk, nuestra vieja y querida ciudad, me pareció interesante, pero me gustaría leer un texto que no fuera tan enumerativo, ni tan respetuoso de la creencias establecidas. Un texto más libre, algo que nunca se haya probado. No sé, algo que mezcle hechos reales con fantasía, lo demostrable con lo indemostrable. Tal vez eligiendo a un personaje en particular, un rey, por ejemplo, y explayándote sobre su vida, consigas retratar un mundo, un tiempo, y a la vez dar a conocer tus ideas, testimoniando las nuestras y su resultado en obras… Pero son ilusiones mías, no quiero influir en los vientos que mueven tus ánimos. Tú sabrás bien qué hacer”.

Estuve reflexionando mucho en las palabras de mi padre, y ahora, que tengo delante de mí el punzón, el cincel y varias tablillas de arcilla en blanco y con la humedad justa, listo para trabajar, ya sé que seguiré su consejo que no me quiso dar como consejo, porque elegí a una figura, a un rey de hace mil años del que se sigue hablando y a quien se sigue representando en esculturas y pinturas: el rey Gilgamesh II. Relatos sobre él escuché cientos, y todos contienen lo verosímil junto con lo inverosímil, lo humano con lo divino, lo triste y lo divertido, lo aleccionador y lo desconcertante. El amor, la amistad, la traición, el odio, la guerra y la esperanza. Tiene de todo. Sí, escribiré sobre él tratando de inventar su retrato con todo lo que tengo a disposición, incluido lo que «mana del espíritu».

Pongo delante de mí una tablilla virgen, tomo el cincel y escribo con la mejor letra que me sale el título: “Historia de Gilgamesh, el inmortal”. Luego me detengo y miro a través de la ventana, buscando inspiración en la Luna llena que se asoma y forma una estela de plata sobre el Éufrates, como señalándome, como si el río me ofreciera un sendero sobre el que dejar volar mi imaginación.

9/1/22

El primer escritor

Fotograma de la película El niño salvaje, de François Truffaut
Por Andrés Maguna

Lo que le pasó a este hombre le pudo pasar a cualquiera que haya vivido hace unos ochenta mil años en el nordeste de África. Pues era un hombre que quería contar su historia pero no encontraba las palabras.

No sabía si las había escondido deliberada o inconscientemente o si un destino cruel había acabado con ellas.

Lo único que sabía era que quería contar su historia pero no encontraba las palabras.

Tenía, además, el vago recuerdo de haber poseído decenas, tal vez centenas, de palabras, pero ya no recordaba cómo las había conseguido: si cazándolas (en sus fugaces encuentros con otros de su especie), cultivándolas o simplemente conservándolas una vez encontradas.

Además de no poder contar la historia que quería contar no podía explicarse por qué no podía. Porque le faltaban las palabras.

¿Qué le pasaría entonces? ¿Perdería la capacidad de comunicarse incluso con sí mismo?

Desesperado, solo en el bosque, comenzó a decir en voz alta las palabras que aún no se habían perdido, contando con los dedos de ambas manos: árboles, cielo, tierra, montaña, ave, agua, río, lago, peces, animales… carne, pero se había quedado sin dedos para incluir carne, así que empezó de nuevo: árboles, cielo, nubes, sol, tierra, montaña, ave, mosquitos, moscas, gusanos… Y otra vez se quedó sin dedos para contar. Entonces se sentó en el suelo y puso cerca muchas ramitas y piedras que tenía a su alcance. Volvió a enumerar y por cada palabra ponía delante suyo, en línea, una piedra o una ramita.

Al rato tenía formadas delante de sí cuatro líneas, cada una del mismo número que los dedos de sus manos: 40 palabras que sin dudas poseía.

Miró la primera piedra que había puesto y pensó: “árboles”, luego enfocó en una ramita a la derecha y se dijo “cielo”, pero entre árboles y cielo se percató de que había muchas otras que estaba seguro de no haber coleccionado entre esas cuarenta, como hojas, ramas, alto, bajo, viento, fuerte, débil, y caminar, correr, dormir, mover, sacudir, aquietar, agitar, cerrar, abrir… Alborotado, agitado por la cascada de vocablos que caía, profusa, en su mente, sacudió con violencia las cuatro líneas de piedras y ramitas y se cruzó de brazos. Cerró los ojos y escuchó aún dos palabras: respirar, calma.

Al rato, sereno, comenzó a alinear piedras y ramitas mientras en voz alta decía: “El viento agita las ramas y las hojas de los árboles, y también mueve las nubes en el cielo. Algunas aves van y vienen entre los árboles, de rama en rama. Las veo contra el cielo. Algunas gritan, otras no, pero todas en algún momento vuelan, y en otro momento, al caer la noche, se van a dormir, como todos los animales, incluido yo, un homo sapiens hecho y derecho”.

Feliz con su creación, se quedó contemplándola satisfecho, en silencio. Las palabras habían aparecido, o quizá siempre estuvieron y la alarma había sonado porque estuvo mucho tiempo sin pronunciarlas ni darles otro uso.

Fue en ese momento que escuchó unas voces que venían del lado del río, no muy lejos de donde estaba. Era un grupo de semejantes con el que se había cruzado unas horas antes. Hombres y mujeres, también niños, que nunca había visto y que lo habían saludado amistosamente, profiriendo palabras que apenas reconocía.

No supo bien qué contestarles (hacía años que recorría el mundo en soledad), y enseguida, proyectándose a un futuro inmediato, comprendió que si se acercaba le preguntarían quién era, de dónde venía, es decir sobre su historia, y él sí que tenía una historia para contar, pero repentinamente habían desaparecido las palabras. Avergonzado, corrió al bosque y se alejó cuanto pudo, hasta que exhausto se detuvo y empezó a reflexionar sobre la pérdida de palabras.

Ahora, al escuchar las voces, ya era otra persona: podría contar su historia, y más.

Abandonando sus habituales precauciones de cazador solitario, se acercó a la orilla del río donde estaban los otros homo sapiens y alzando la mano derecha exclamó con voz alta y clara: “Hola. Soy el mismo que hoy, tiempo atrás, se escondió de ustedes cuando me vieron y me saludaron. En ese momento tuve que huir porque casi todas las palabras que tenía habían abandonado mi cabeza. Pero ya volvieron, o las encontré con ayuda de piedras y ramas. Hace muchas lunas y soles que no me cruzaba con semejantes, y comenzaba a sentir que estaba solo en el mundo”.

Sonriendo, una de las mujeres del grupo se adelantó unos pasos, acercándose a él, y le dijo: “Hola. Soy Enui. Esta es mi gente, mi familia, y venimos del sur, de donde nacen los ríos. ¿Vos tenés nombre?”.

Fue en ese momento que se dio cuenta de que nunca había tenido una palabra que lo singularizara, tomó conciencia de que hasta ese instante había sido anónimo, pero no se preocupó demasiado porque era algo que tenía solución: sólo debía hallar la palabra que lo identificara, y ya sabía cómo hacerlo.

27/12/21

No es sólo un epitafio, no es sólo una canción

Epitafio de Sícilo, actualmente en el Museo Nacional de Dinamarca.
Por Andrés Maguna

Mientras vivas, brilla,
no te apenes en absoluto.
El vivir dura poco,
el tiempo exige el final.

Soy una imagen de piedra,
Sícilo me establece,
allí, como señal eterna
de recuerdo inmortal.

Sícilo a Euterpe

En la pequeña ciudad de Trales, en Asia Menor, a sólo 30 kilómetros de Éfeso, hace exactamente 2.000 años el Siciliano se quedó viudo. Una malhadada enfermedad se llevó a su jovencísima esposa, bautizada Euterpe, en honor a la musa de la mitología helénica, por su padre, quien estuvo presente en el parto y aseguraba, a quien quisiera escucharlo, que al momento de nacer su hija se habían “combinado músicas de todo tipo: cantos de aves, voces de vendedores callejeros, la percusión del viento que batía con ritmo regular las celosías de una ventana y las tradicionales cantinelas de las parteras alentando a la parturienta”.

El Siciliano, un joven comerciante aficionado a la poesía, amaba a Euterpe con devoción, y fueron muy felices los casi tres años que vivieron en pareja. En esos días luminosos los visitaba a menudo Dorcas, un compositor amigo del Siciliano que acostumbraba musicalizar los versos que éste escribía. Y era Euterpe la que solía interpretar, con melodiosa y afinada voz, los temas de esas irrepetibles veladas.

Tras una breve agonía, Euterpe falleció, no sin antes consolar en su lecho de muerte a su acongojado esposo cantándole con voz queda, pero tierna y acariciadora, una de las composiciones que habían hecho con Dorcas, y que decía, entre otras cosas: “Nadie sabe lo que depara el destino. Hasta los dioses tienen los días contados. Mientras vivas, brilla, no te apenes en absoluto. El vivir dura poco, el tiempo exige el final”.

Esa fue la canción (no podía ser otra) que el Siciliano hizo grabar en la columna funeraria incluyendo la notación musical frigia escrita por Dorcas, agregándole al final su propia dedicatoria.

En el funeral, al que asistieron todos los familiares y amigos de Euterpe, y muchos vecinos de Trales y otros llegados de Éfeso, con la flauta entre los dedos, Dorcas, con la anuencia del viudo, dijo unas palabras a modo de introducción antes interpretar el tema sólo con su instrumento: “Queríamos creer que la queríamos. Quisimos creer. O creíamos quererla. Creímos quererla. Tal vez la quisimos. Quizá en verdad la queríamos. Que cada quien se responda, o se mienta, o se niegue.  Lo cierto siempre resulta relativamente cierto. Pero en este epitafio, para este epitafio, hace falta una satisfacción de las necesidades del reconocimiento sincero. De nosotros y de aquella a quien creímos querer. Que tan tranquilos estábamos en que estaba tranquila, felices en la seguridad de que ella también tenía los suficientes momentos de felicidad para equilibrio del existir, que no nos dimos cuenta de que las negras aves del sordo ruido se abatían, envidiosas de su voz, sobre su grácil figura. En ese ir y venir de los días que pasábamos por alto o nos pasaban por arriba, insensibles al traqueteo monumental o molestos por la mínima nimiedad, se fueron escribiendo en el viento los versos fáciles del lugar común, los textos hechos de frases hechas. Así se hizo imposible registrar la grandeza de su entrega. Muchos de nosotros nos convertimos en los otros para ella. Algunos, unos pocos, nos volvimos un poco como ella, y ella un poco como nosotros, de esos pocos. Grabado en la porosidad del tiempo queda fijo su recuerdo, la huella del fuego, su fuego fulgurante en el que ardió hasta el postrer instante. Nada se guardó, porque no quiso. No quiso con ella misma hacer proyectos a futuro, ni ahorrar, ni dejar legado o algo por concluir. Porque vivió al día con sus emociones. Las cuentas que cuentan las saldó con creces. Intrépida y temeraria, casi valiente, desinteresada siempre. De generosa e inspiradora voz. Ahora sus huesos se volverán polvo en el polvo, y los nuestros serán cenizas u otros polvos en otros polvos. Del polvo primordial del que venimos y hacia el que vamos. No te apenes en absoluto, Euterpe. Brilla”.

Luego Dorcas tocó la canción, circunspecto, y el Siciliano siguió derramando lágrimas en silencio junto con muchos de los presentes. En la fresca brisa del atardecer los acordes de la flauta se mezclaron con el trinar de los pájaros despidiendo el día, el susurro del follaje mecido por Eolo y las risas de unos niños que jugaban no muy lejos de allí.

19/12/21

El mensaje de Mu

Por Andrés Maguna

Hace poco más de un millón de años uno de nuestros abuelos caminaba tranquilo por el vasto norte de África, distraído en la observación de unas aves prehistóricas, hoy extintas, y sin darse cuenta se acercó a la orilla de una laguna. Al andar sus pies comenzaron a hundirse en el barro, y el hombre, que pudo llamarse Uruk, o Ahab, o Eren, o Mu, miró con curiosidad los precisos moldes que con su peso imprimía y se entretuvo marcando un largo y sinuoso camino de pisadas. Luego se echó al agua para refrescarse. Al salir se sentó en un tronco, al sol, para secarse, y contempló el camino de huellas que había creado, preguntándose, tal vez de manera rudimentaria, si a esa expresión plástica espontánea, a esos bajorrelieves en barro que ya comenzaban a clarearse al sol, podría considerárselos obra.

Mu (digámosle Mu) también se preguntó, mientras se rascaba la pelambre de los hombros, cuánto duraría ese rastro de su presencia, testimonio ineludible de su existencia. Pero enseguida se cansó de preguntarse cosas, hizo un chasquido con la boca, como diciéndose “bah, a quién le puede importar la durabilidad del arte efímero”, se levantó de la roca en la que estaba sentado, que ya empezaba a quemar, y se dirigió al linde de una espesura cercana. El paseo y el baño le habían despertado el apetito y sus planes a futuro inmediato incluían frutas, raíces y huevos.

Al caer la noche, luego de comer en abundancia, Mu se refugió en su cueva preferida, una que estaba entre rocas que conservaban largo tiempo el calor (por las noches la temperatura bajaba abruptamente, y Mu no conocía el fuego), se acostó sobre su lecho de hojas tiernas y mientras se dormía recordaba sucesos del día, incluidos su caminata en barro y su baño en la laguna.  Y se durmió arrebujándose en su cucha, satisfecho de su elección de la cueva en lugar de alguno de sus incómodos nidos en los árboles.

Con el correr de los días Mu volvió a la laguna, a caminar en el barro, a darse baños refrescantes, y hasta se le ocurrió cubrirse las palmas de las manos e imprimir con ellas dibujos en las mismas rocas sobre las que se sentaba o recostaba para secarse al sol.

Pasadas unas cuantas semanas, Mu volvió a migrar no muy lejos de allí, a un lugar con más huevos (con suerte pichones), raíces y frutas. La laguna se fue secando con los años, y al cabo de unos siglos el único rastro que permanecía de la presencia de Mu era una huella que, merced a la composición de los minerales del barro, la acción del sol y la sequedad del aire, se había petrificado, fosilizándose allí, a cielo abierto, durante diez mil siglos, aproximadamente, hasta la conformación del oasis de Siwa, entre la depresión de Qattara y el Mar de Arena egipcio, en el desierto de Libia, donde hoy se cultivan los mejores dátiles y aceitunas del Magreb.

En Siwa (tierra de palmeras, en egipcio antiguo) hubo asentamientos desde el siglo X antes de Cristo, y hacia el año 800 a.C. se establecieron allí, en concordia con egipcios antiguos, colonos griegos llegados de Cirene, quienes construyeron el templo del Oráculo de Zeus Amón, citado por el historiador Heródoto al transmitir la leyenda del rey persa Cambises II.

En el año 332 a.C. Alejandro Magno, antes de lanzarse a conquistar Persia, visitó el oasis y consultó el Oráculo, quien le confirmó que era un ser divino y el legítimo emperador de Egipto. Un tiempo después, como parte del Imperio Romano, fue un destino de los desterrados por la Justicia, y las profecías del Oráculo cayeron en el olvido. Luego hubo algunos cristianos, seguidos de musulmanes, hasta que el oasis fue anexionado oficialmente a Egipto por Mehmet Alí en 1819, aunque para entonces ya era conocido como el primer paraíso homosexual masculino de la historia.

(Aquí citamos lo que dice Wikipedia bajo el subtítulo Cultura y costumbres: «Los habitantes de Siwa son conocidos por sus artesanías como platería ornamental, coloridos vestidos de bodas, cerámicas y canastas hechas con sus emblemáticas palmeras».

El Manuscrito de Siwa, custodiado por una de las principales familias del lugar, recoge sus costumbres, algunas tan singulares como las de matrimonios entre hombres, comentadas por el viajero alemán Steindorff. Los antiguos terratenientes de Siwa se esposaban con sus jornaleros, llamados zagala, y no recuperaban su libertad hasta cumplir los cuarenta años; entonces podían casarse con mujeres. El rey Fuad, que visitó el lugar en 1928, prohibió los matrimonios homosexuales, aunque posiblemente durante algunas décadas continuaron celebrándose. Algunos exegetas musulmanes citan este caso como ejemplo de una larga tradición de tolerancia hacia la homosexualidad en las culturas islámicas, a pesar de la represión existente en la actualidad, por influencia de los movimientos integristas e islamistas de nuevo cuño. Dice Abdennur Prado en su libro Homosexualidad en el Islam: “A quien nos haya seguido hasta ahora, no le sorprenderá descubrir la existencia de matrimonios entre homosexuales en el mundo islámico hasta bien entrado el siglo XX. […] En concreto, la celebración de matrimonios entre homosexuales musulmanes está documentada en el oasis de Siwa, situado en el desierto de Libia, en la actualidad en territorio egipcio. Es improbable que se trate de un caso aislado”).

Volviendo al Oasis, durante la Segunda Guerra Mundial establecieron una base allí los británicos del Long Range Desert Group, a los que el Afrika Korps de Rommel se cansó de derrotar, tomando el enclave en tres oportunidades.

Mientras todo esto pasaba, y el planeta seguía envejeciendo, la huella de Mu permaneció incógnita hasta el 2007, cuando fue descubierta por una misión del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto liderada por el famoso arqueólogo Zahi Hawass.

Para concluir, podemos decir que hace un millón de años una persona dejó su marca sobre la Tierra estableciendo varias verdades sobre el origen del hombre como el único mamífero con alma intelectual.

Descansa en paz, Mu, tu mensaje llegó a destino.

13/12/21

Informe para anósmicos*

Obra del autor de la nota (Fotografía de Francisco Guillén)
Por Andrés Maguna

“No hay peor anósmico que aquel que no quiere oler”, reza el dicho popular.

También rezan los que tienen fe.

 Uno de los sinónimos de fe es “lealtad”.

La lealtad se puede dar o recibir, o dar y recibir simultáneamente. Puede sentirse, profesarse, abandonarse o traicionarse. Pero no puede hablarse mal de ella. Tiene más de virtud que de herramienta universal apta para diversos usos: quien la ejerce no necesita bañarse cada mañana en agua bendita, ni jugar en el equipo del Bien. Tanto es así que quien lo desee puede ser leal a la pobreza, a la enfermedad o a mandatos sin forma, rótulo, título o razón de ser.

Marcelito Proust, sin ir más lejos, fue fiel, leal, al impulso de escribir, y puso a disposición de la humanidad una obra de rescate en unos cuantos libros que muchos leyeron y otros tantos nos prometimos leer. Como consecuencia, muchos en el mundo saben que aspirando los efluvios de unas flores, de la tierra mojada por la lluvia o de unas magdalenas recién horneadas se puede ir en busca de tiempos perdidos.

El que no sabe lo que se pierde no sufre la pérdida. Las tinieblas que ven lo ciegos tienen cientos, si no miles, de colores y tonalidades. Los sordos oyen música todo el tiempo. Los locos, los trastornados de la afectividad, desandan sin cesar asentadas lógicas bien fundamentas en sistemas de razonamientos, creencias y fundamentaciones. Y si dicen que el cielo es verde es porque así debe ser.

Lo que no vemos los que vemos, lo que no oímos los que podemos oír, lo que no sabemos dotar de sentido los que a todo le encontramos sentido, lo que no olemos los que tenemos olfato está ahí, siempre al alcance de los ojos, de los oídos, de las manos, las narices y el entendimiento. Que una mayoría no lo podamos captar, o “aprovechar”, no significa que no existe.

Trabajar en la asociación de conceptos como arte e intelecto con ideas como felicidad y satisfacción, o tristeza y nostalgia, puede resultar cansador si lo que se pretende es ayudar al otro, a los demás, a la vez que a uno mismo. Y como lo que cansa no descansa, el cuadro, la canción, el plato, el perfume elaborado, no tendrán otro destino que resultar cansadores, en sociedad o no con el aburrimiento, para los destinatarios y, sí, también para uno mismo.

Por ahí andan el hastío de vivir, las angustias existenciales, la tremebunda espada que pende de un fino hilo de telaraña sobre todos nosotros desde el momento en que somos concebidos. Ni más. Ni menos.

Volviendo a Proust y a la pulsión de escribir, a la que podemos equiparar con la pulsión de oler (y componer, pintar, esculpir, cocinar, tocar, sentir), se descubre con el ejercicio de la acción ligada al verbo que nadie ni nada, ni voluntad política, o influencia o influjo, tendencia o desvío, intervino en la génesis del ímpetu e inmediato control del nervio.

Lanzada la bola a un cuenco en perpetuo movimiento, tostándose las píldoras al calor de la locura, van explotando como maíz pisingallo las germinaciones de electricidad sináptica. Cada una a su tiempo. Eso sí.

Los días van perdiendo su capacidad de irse despacio, las tardes no encuentran hombros de los cuales colgarse. Las noches se comprimen en intervalos de onirismo desbocado, salvaje inconsciente reacio a sogas, riendas y monturas.

Sin embargo, trataremos (el persistir va de base) de encontrarnos en un horizonte sin intersecciones, e intentaremos reconocernos en ese encuentro. Allí, juntos aunque estemos solos, a la luz del Sol negro de Artaud, en nuestro propio Tutuguri,  los sutiles aromas se harán visibles, los colores no tendrán nombres, y bailaremos sin piernas, brazos ni cabeza al son de una melodía tan palpable como las palabras que se cocinan a fuego lento.

(*) Se llama anosmia a la pérdida del sentido del olfato.

8/12/21

Estado de situación

La primera vista de la Tierra desde la Luna, 1966

Por Andrés Maguna

Por ahora trata de expresarse a su manera, que es como decir de todas las maneras posibles o imaginables.

No le importa si la escuchan, o la ven, o la notan o la sienten. Sucumbe a una imperiosa e impostergable necesidad de expresarse y funde sus límites con lo espontáneo, se vuelve instantes encadenados.

De la napolitana con papas a la ensalada de rabanitos en un tris. Balanceándose entre tensiones muy subcutáneas y alaridos de parto, entre tés de tilo y ferné con coca. Frío en el calor, calor en el frío. Cubriendo con dinero la falta de afectos genuinos, y con relaciones sinceras la falta de dinero.

A veces muy desequilibrada, cansada de las sábanas cortas y los pies furtivos, o esquivos, o ausentes, le cuesta recuperar una armonía de la que en principio duda haber tenido.

Ser feliz o ser infeliz aparece como la controversia más vieja del ser, por eso la salta, o le pasa por arriba sin darse cuenta. Lanzada como está a la vorágine de la desmesura, la barbaridad de lo que nombran, equivocados, absurdo.

En su actual estado la situación ni siquiera pretende ser comprendida. No pretende nada, no se detiene a considerar la importancia de absolutamente nada, como se dijo.

Cuesta abajo y cuesta arriba, al este y al oeste, para adentro y para afuera, sístole y diástole. Mientras se inyecta y eyecta, dando vueltas para formar elipsis impensadas y locos espirales, multiplica al infinito efectos mariposa, piedras en estanques y lluvias en el mar. Aunque desde afuera lo que se perciba sea apenas un ligero temblor de párpado, la sensación de haber visto con el rabillo del ojo una sombra, o un insecto, pasar.

Ni alterada ni conciencia. Liberada. Mantiene aferrada, en vuelos y surfeos, una bolsita de papel que contiene tiernísimos recuerdos de la infancia. No quiere desprenderse de lo único que siempre, en ultimísimas instancias, la salva.

También como escudo habla sin parar, de lo que sea, cualquier cosa, combinando colores con olores,  flores con pedos, razones con chocolates.

Se desviste sin desnudarse. Toma fotos con la mente y las guarda donde sabe que no sabrá encontrarlas. Escribe poemas de una lógica tan profunda que se traga la luz como lo hace el fondo abismal de los océanos.

Me tiene a mí. Te tiene a vos. Nos tiene a todos danzando su canción. Que ni la sirenas podrían. Ni con los soplidos alunados del viento norte.

Bajo su control, cuando se autocontrola, imprevista e impensada, un alegre carnaval aligera calamidades pasadas y nostalgias presentes en el presente y apuntadas al futuro, que se sabe que vendrá pero no qué forma tendrá.

Tren que nunca se detiene, sorpresiva para el abordaje. Audaz. Temeraria. Obra que se erige consumiéndose, déjenla ya nomás, no desoigan mi consejo, que yo la habré de enterrar cuando se muera de vieja.

2/12/21

Reporte del clima

 Familia rosarina en el balneario La Florida. Verano de 1940. Colección Luciana Mecoli.

Por Andrés Maguna

El aire se espesa, la humedad se condensa, la luz se intensifica, las sombras se pronuncian.

Diciembre camina sus días iniciáticos con la cautela de los primeros amores intensos.

Hacia el solsticio del verano en este hemisferio, hacia el año nuevo de estas latitudes, y atrapada en su órbita la Tierra, se va afirmando una blanca magia de noches cortas y días eternos.

Sentada en su reposera, atenta a la jugada como perro guardián, la ansiedad se promete la acción inmediata al mismo tiempo que se obliga a descansar.

Acobardada, la angustia nocturna de los solitarios retrocede dos casilleros ante el avance de la alborada. Y los que durmieron acompañados vuelven a individuarse a medida que retornan, perezosos, sus cuerpos astrales.

En las sierras bajas el sol juega en el brillo del pedregal, en el mar esplenden y refulgen aguas y arenas, olas y médanos, y en el gran río marrón las hadas de la islas se desperezan agitando sus traslúcidas alas.

En la ciudad, entre las sierras y el mar, al borde del gran río marrón, las prisiones enrejadas se resisten a levantar sus persianas. Cemento, ladrillos, hormigón, vidrio y metal vociferan su sordina de pura histeria contra los objetos técnicos que combinan plásticos y cauchos, que pueden expresarse con sus motores de explosión interna, o sisear con sus alternas corrientes eléctricas.

En algunos interiores bailan los domesticados aparatos, y hay quienes cantan mientras laboran. Algunos silban sus mantras melódicos. Aunque son los menos, porque la mayoría rumia silenciosa sus egocéntricos pensamientos y contribuye al persistente runrún sinfónico de la humanidad.

Atmosféricamente de manera entrañable el calor va subiendo desde el pie insurgente con destino al órgano revolucionario, el cerebro, encaramándose por las pieles que separan lo propio de lo ajeno.

Habrá sudoraciones, se pronostica, y se exhalarán suspiros parecidos a suaves quejidos.

Tal vez ciertos días puedan procrear, plantar semilla, empezar familia. Reproducirse.

Se esperarán tormentas que no llegarán. Y sucederán tempestades que se anunciaban al mismo tiempo que se negaban. Pasará lo que deba pasar, y no será culpa de nadie.

Ya va coronando, mostrando su testa enero del loco 22. Y nadie se hará cargo de devolver aquello que se perdió junto con el tiempo caído en la metafísica desgracia de la pandemia.

A favor de todo, ineluctable, diciembre va.

20/11/21

El arte de la fuga

Retrato del maestro Huang-po

Por Andrés Maguna

                                                    “Este Dharma es la Mente, más allá de la cual no hay Dharma. Y esta Mente es el Dharma, más allá del cual no hay mente. La Mente en sí misma no es mente, pero tampoco es no-mente. Decir que la Mente es no-mente implica algo existente. Que haya una comprensión silenciosa y nada más. ¡Fuera todo pensamiento y toda explicación! Entonces podemos decir que el Camino de las Palabras ha sido cortado y los movimientos de la mente eliminados.”

Huang-po

Todas las cosas tienen alas.

Todas las alas tienen cosas.

Las alas y las cosas son imaginarias.

A veces el artista se fuga del arte.

En ocasiones el arte se fuga del artista.

Los artistas en fuga practican el arte de la fuga.

Las artes en fuga componen obras de arte que se tildan de anónimas pero no lo son.

Lo primero es no ser, después nacer, y al final fugar.

En la fuga se constituye lo imposible. El tiempo se escapa de sí mismo y se muerde la cola.

El tiempo, el escape y la cola también son imaginarios.

¿Para qué tener ventanas si nunca se abren?

***

No hay, no puede haber llaves de acceso a las oportunidades.

Ni son impenetrables las posibilidades desconocidas.

La potencia no está en la acción, ni en la voluntad. Menos en el deseo. Quizá sea promesa decidida a realizarse.

La fuga no tiene modo de medir su potencia.

El arte y el artista sólo pueden fugarse el uno del otro, recíprocamente.

Y a la vez, la fuga es la sal del flirteo, y luego la consumación, en tanto descarga nerviosa, de lo que quiso ser acto, o ser llamado acto sexual.

Nada está quieto nunca.

El silencio, el sonido que siempre está. Eterno en sus mutaciones e infinito en sus variaciones.

En su capacidad de abstracción el ideal de la belleza pura se fuga para adentro, perfuma los interiores sin ventanas, rebota blandamente entre las concretas paredes que se levantan con negaciones y el cemento de la desidia.

 Acá la demencia y el delirio arman los refugios del cariño, de la empatía solidaria. Y le quitan todo encanto a la violencia en cualquiera de sus formas.

En el centro de los ojos de la quietud extrema estalla la incesante pirotecnia del primigenio encuentro.

Por ello, en la fuga no hay, no puede haber, desencuentro, sino todo lo contrario y coincidente.

La fuga no es misterio de la música.

No es lo que no es, pero tampoco es lo que es.

Las palabras atrapan la idea, con toda su potencia, de los sonidos, que son música y silencio a la vez, en el misterio de la atracción-rechazo, del encuentro y la fuga.

No se puede cerrar lo que se hizo abierto, y lo que nació cerrado sólo puede contener nada.

Ahora llega la hora que siempre está llegando, el final que siempre está comenzando, el pensamiento que nunca se deja comprender.

Lógica inescrutable de la sinrazón.

La zonza magia del amor.

En el silencioso camino de la fuga.

10/10/2021

Brotante verde, precioso olvido

Por Claudio Metticelli

La materia con la que se construye la memoria colectiva contiene proporciones desparejas de persistencia y propósito, de labilidad y contingencia. Aquello que se elige recordar, y el modo de hacerlo, están sujetos a necesidades momentáneas y proyecciones narcisistas. Como ejemplo, la suma de los muertos de la historia, hecha de víctimas fatales y victimarios que perecieron, nunca dará un número cierto aunque sí astronómico, para fascinación y encanto morbosos de los sobrevivientes, de quienes “honramos la memoria” de los que “dieron la vida por”.

Hasta ahora se cuentan 4,8 millones de muertos en el mundo por Covid-19, nombre creado por la OMS en base a las palabras «corona», «virus» y disease (enfermedad en inglés), mientras que 19 representa el año en que surgió (el brote se informó a la OMS el 31 de diciembre de 2019). Argentina participa de esa cifra con 115 mil, de los cuales 8.500 son santafesinos, y de ellos unos 3.800 son rosarinos, sobre un total de 1,2 millón de habitantes. Es decir que en 18 meses de pandemia murió por Covid el 0,33 por ciento de la población de la ciudad Cuna de la Bandera. Una persona por cada 330, más o menos. (Y van dos preguntas que pueden hacerse: ¿cómo honramos la memoria de los que murieron? y ¿en nombre de qué, por qué causa, dieron la vida?).

Hoy, domingo 10 de octubre, por ejemplo, las voces de los agoreros de las terceras olas, de las cuartas olas, de la enfermedad crónica hasta la muerte o la extinción, se pierden como un murmullo de cascada lejana entre tanto estruendo de la algarabía comunal, adolescente y popular, ante el espectáculo vigorizante de tantos abrazos fraternos que no se cansan de recuperar tiempos perdidos.

¿Quién quiere rememorar el Guantánamo global en el que nos vimos atrapados?

Mejor mirar en derredor y disfrutar de la primavera, del fin de semana XL en esta Argentina tan hermosa y tan llena de idiotas que se embotellan en autopistas. Mejor optar por los caminos que conducen a los procesos anímicos optimistas, que aligeran la carga de los inevitables trastornos de la afectividad que todos, en mayor o menor medida, padecemos. ¡Mejor no hablar de ciertas cosas!

En todo esto estuve pensando desde anoche, cuando salí a caminar a la vera del Paraná y descubrí, en los alrededores del bar Río Mío, a miles y miles de jóvenes, en su mayoría púberes, compartiendo bebidas y porros, tabaco y césped, en alegres corros y grupos de animadas conversaciones, en interacciones propiciatorias de acercamientos más íntimos.

Fue un soplo de juventud en mi arrugado rostro, en mi anquilosada cabeza, sumado a los efluvios sanadores de la gran masa fluyente del agua marrón. Revigorizante, brotante verde entre las ruinas del bombardeo y el incendio. El gran bien contra el oscuro mal.

El próximo invierno parece situarse en el año 3000, y por eso me impongo como menester señalar lo que quedará (al menos para mí) de este 2021 más allá del reverdecer de los contactos estrechos en sus postrimerías: fue un año marcado por la naciente Revista Belbo, que acogió en su seno a este DIARIO ESCONDIDO en el que me escondo para poder aparecer, para poder decir: ¡La puta que vale la pena estar vivo! ¡Y que cumplas muchos más!

ABRIR ACÁ REGALO DE LA BELBO

21/9/2021

Nota sin firma, o firmada por la primavera

5 fotos de hoy de Francisco Guillén en el barrio San Francisquito:

Los mortuorios restos del invierno se retuercen en vana resistencia al avance persistente del Sol y los verdes. Ya las esporas circulan a media altura en las cálidas brisas y las aves se toman en serio el asunto de la felicidad inocente y pían estridentes su silvestre erotismo cotidiano. En sus crisálidas las chicharras palpitan en silencio los gritos potentes que pronto liberarán.

Veintiuno de septiembre y las presencias fantasmáticas de nuestros queridos transmigrados nos aconsejan celebrar la vida ahora y para siempre, nos explican que el ínfimo instante trae el instantáneo olvido de las penurias recientes. Nos dicen, fuerte y claro, con voz prístina de manantial, que morir es negar el dulzor de las lágrimas y decir que son saladas, amargas; o callar la música que busca consolarnos, reprimir la congoja que se arroba en la belleza del amor.

Veintiuno de septiembre también en la Redacción de El Diario Escondido, que arde en deseos de renacer en sus nuevas oficinas en un rincón del barrio San Francisquito, de la ignota ciudad de Rosario, de un recóndito país llamado Argentina, en un subcontinente obligado a levantar cabeza una y otra vez, y en un planeta celeste (siguiendo el zoom) que viene a ser menos que un puntito, casi un no puntito, en el inconmensurable, más que gigantesco, si no infinito, Universo.

Pero primavera al fin.

Puta primavera. La concha de la lora y toda la orquesta de flores coloridas y aromas embriagadores. El deseo toma todo y no hay perinola que le venga bien. En guirnaldas se van desplegando las fantasías animadas que nos tientan a traspasar los límites de lo real.

En las redes el Nuevo Nuevo Periodismo, y su competencia, el agonizante Viejo Periodismo (ex Nuevo Periodismo), nos aturden al unísono con la obligatoriedad de un sentido: ¡Feliz Día de la Primavera!

Así nos machacan con el poder de la obsecuencia contumaz, ciega y sorda a las necesidades evidentes de verdad y justicia, subestimadora de la capacidad de entendimiento del otro. El poder de los que dicen tenerlo. El poder. Que sólo sabe corromper.

Pero esto último no se aplica en la familia, ni entre enamorados, y el El Diario Escondido y sus lectores son familia, y buscan, de algún modo, enamorarse, como lo hace la primavera. Por eso, por unos fugaces segundos pensaremos en El Diario Enamorado como un bastión para seguir renegando del Nuevo Nuevo y el Viejo (ex Nuevo) Periodismo, pero sin rechazar las evidencias de la razón del corazón y nuestros queridos transmigrados, que a su manera nos saludan, nos auguran, nos desean, nos propician, un ¡feliz día de la primavera!   

7/9/21

Una carta y una Flor

Florencia Croci, Artista Distinguida. Foto: Zoe Maguna.

En el recital en el D7 por el reconocimiento a Flor Croci como artista distinguida de la ciudad de Rosario no se leyó un texto de Fidel Maguna escrito para la ocasión. Acá lo reproducimos.

Por Andrés Maguna

Hace poco más de un año dos concejalas de Rosario, Caren Tepp y Luz Olazagoitía (Ciudad Futura-Frente Social y Popular) pensaron que ya era hora de reconocer, de manera oficial, a Flor Croci como artista distinguida de la ciudad. Presentaron el proyecto de reconocimiento y el Concejo lo aprobó por unanimidad. Acto y diploma, Flor Croci ya era, ahora sí con mayúsculas, Artista Distinguida.

Y la verdad, estuvo bien, “se hizo justicia”, como dicen en el barrio. Porque Croci, nacida en el 77, con 30 años de profuso, incansable trajinar en la música, con su voz, su instrumento principal (la guitarra eléctrica) y su innata vocación docente, representa como nadie el nervio, la carne y la uña (o la púa) del pasado, el presente y el futuro del rock rosarino, parte importante y constitutiva de la entidad que se define como “la música” del orbe. La nuestra, la de acá.

Esta movida protocolar de las concejalas y el Concejo desembocó el viernes pasado en un recital de casi tres horas y media en el D7 que puede verse, completo, en Youtube, en el que Flor estuvo acompañada por más de un centenar de músicos y otros artistas (Pablo Granados y Leticia Brédice destacaron entre los más famosos).

El video completo del espectáculo. Empieza en el minuto 43.

EL DIARIO ESCONDIDO estuvo presente en la ocasión, y de hecho la foto que ilustra esta nota fue tomada por Zoe Maguna, integrante de nuestra Redacción, hija de Flor Croci y hermana de Fidel Maguna, editor de la Revista Belbo y su diario.

El show fue una locura, en su desmesura y su ley rockera, y cualquiera puede comprobarlo viendo el video, pero el tema de esta nota pretende centrarse en otra cosa, en algo que puede considerarse intimidad familiar aunque no debe serlo. Y explico:

Una semana antes del recital Flor le preguntó a Fidel (al Fidel poeta y rockero, hermano de su hija aunque no su hijo biológico) si podía escribir algo para leer en el escenario, y Fidel le prometió que lo intentaría.

El texto fue escrito y enviado a Flor, pero Fidel no pudo asistir al evento y no fue leído ante el micrófono (después Flor me contó que tardó un par de días en pasar de la segunda línea sin llorar a mares). En exclusiva extrema de entretelones revelados (queda dicho), porque nos parece que puede ayudar a entender de qué estamos hablando cuando decimos “Flor Croci Artista Distinguida”, se transcribe dicho texto completo, que no es otra cosa que una carta abierta:  

Una almendra en la mano de la gigante

Cuando mi hermana Zoe cumplió 12 años recordé lo que me había regalado Flor cuando cumplí 12 años: el disco Almendra y un discman para poder escucharlo mientras daba mis primeros pasos por un mundo nuevo, por un mundo, precisamente, que se abría con Muchacha ojos de papel, con la voz del Flaco, que le pedía (en vano) a la Muchacha que no siguiera corriendo, que se quedara junto a él. Escuché ese disco hasta que se rayó por completo. Es un cliché, pero es cierto: ese regalo me cambió la vida, la hizo mejor.

Así que cuando Zoe cumplió 12 años le regalé Almendra I: le gustó, me dijo Zoe al tiempo, pero lo dijo como quien dice que le gustan los días de lluvia, como quien dice que le gusta el chocolate. No, mi regalo no había logrado convertirse en un momento epifánico en su vida.

Claro, Zoe había escuchado miles de discos desde que estaba en la panza pero, sobre todo, yo, el que le daba el regalo, no era un rockero (en el sentido filosófico del término, en el sentido más profundo) como lo era y sigue siendo su madre.

Cuando Flor me regaló Almendra ella tenía la edad que yo tengo ahora: 27 años. Recién venía de España, con su Fender, con su hermosa violencia, con su profundo sentido de la composición, tan parecido, sino el mismo, sentido de la escritura de los más grandes poetas: Flor componía todo el tiempo, escribía todo el tiempo, hablaba de música todo el tiempo. Fue increíble pasar de la niñez a la adolescencia a su lado, fue una universidad. Era para mí la imagen auténtica de la poesía en estado puro. Para mí era una gigante, y lo sigue siendo, y cuando me dio Almendra era como si aquella gigante parecida a Janis Joplin me diera un pedazo de su propio corazón.

Y por más que me guste como me gusta el rock, con mi regalo yo no le estaba dando un pedazo de mi corazón a Zoe, entendí cuando ella cumplió 12 años, sino que le estaba regalando algo de su propio corazón, del corazón que comparte con su vieja, del gran corazón que su madre le regala a cada uno de nosotros: ese enorme corazón rockero y libre que nos marca el ritmo, que nos dice la verdad en la cara, que es tan generoso que por momentos nos hace creer que no es suyo, sino nuestro.

Florencia Croci, a diferencia de Fito, no nos ofrece su corazón: ella nos obliga a tomarlo, incluso cuando nada está perdido.

https://www.youtube.com/watch?v=Oko9WVqfO84
Almendra completo.

16/8/21

Las buenas noticias

Gallardo sonríe. Fuente AFAX.

Por Claudio Metticelli

Hace unos días me preguntaron si yo era una buena persona o una mala persona. Así, sin posibilidades de algo intermedio o extremoso. Y me quedé pensando una respuesta hasta ahora, y casi seguro la estaré pensando mañana y pasado. Pero lo haré, seré valiente y me la responderé. Porque ya es una cuestión personal y no admitiremos, ni la pregunta ni yo, una respuesta que no sea definitiva, que viene a ser la característica principal de toda obra maestra.

Por empezar, y mientras tanto, estuve por horas poniendo en duda, confirmando y desconfirmando sucesivamente, si soy “persona” o simplemente si “soy”. Tras largas horas de devaneos, y de mirarme y hacerme infinitas preguntas frente al espejo grande del ropero, llegué a varias conclusiones para nada concluyentes, es decir no definitivas. Y quedé insatisfecho, y lo sigo estando.

Sin embargo, algo bueno salió de la cruza entre la herida narcisista y el autoanálisis ardoroso: me di cuenta de que a fin de cuentas soy como todo el mundo, un ser único, y por ello extraordinario, especial, original e irrepetible, excepcional. Y que teniendo a disposición –también como todo el mundo– todos los derechos humanos reconocidos, y los recursos necesarios para hacer uso de ellos, no había impedimento para seguir disfrutando con plenitud razonable, pero nunca equilibrada, de la fiesta de la vida.

Acá culmino con este largo rodeo introductorio, que se me ocurrió precisar para mostrar que ser un viejo solitario sin hijos no me impide transitar caminos de optimismo social, de búsqueda de contactos empáticos con los otros, de mejoramiento de mis relaciones con mis otros yos y los demás.

Así, bajo el influjo de un ánimo festivo, acentuado por ser un lunes feriado en esta hermosa Argentina nuestra, me dediqué a bucear en la Gran Nube con la escafandra de Google y el snorquel de Youtube, a ver qué descubría lanzando espineles bifurcados, derivando en sinuosidades aleatorias pero concomitantes, con anzuelos del tipo “la mejor noticia”, “la buena nueva”, “la mejor foto de la historia”, “la canción que duerme a los gatos”, “la música que duerme a los bebés”, “los colores que atraen a las mariposas y las abejas”, “quién fue el último anacoreta”, “cuántos misóginos hay en el mundo”, entre muchas otras, entretanto se va desgranando mi viejo vicio de analizar y cuestionar el tratamiento de los medios de lo que se comunica, lo que es noticia, y encontré varias curiosidades, en especial los cuatro primeros títulos, cuando chanté en Google “gran noticia” con un filtro de una semana de antigüedad.

En el primer recuadro de la búsqueda El Intransigente con grandes letras tituló: “¡Sonríe Gallardo! El DT de River recibió una gran noticia para la Copa Libertadores”. Abrí y leí toda la nota para enterarme de cuál era la gran noticia que recibió Gallardo, pero no lo decía. Consternado, me quedé unos minutos mirando la foto del Muñeco sonriendo hasta que caí en la cuenta: la gran noticia era que River le había ganado 2 a 0 a Vélez por el Campeonato local y la moral millonaria podía levantar cabeza (un poco, tras cuatro derrotas) antes del partido de vuelta con el Mineiro. En fin, que la noticia y su sentido estaba siendo emitida en la sintonía futbolera, y en clave subjetiva colectiva futbolera. Allá ellos.

En el segundo recuadro el diario SER de Ciudad Real, España, rezaba: “Antonio Villarroel, pregonero 2021: ‘la gran noticia es que tenemos feria, pequeña pero feria’”. Y me hizo pensar en cómo mínimas, ínfimas decisiones de pequeños grupos, pueden ser grandes noticias para algunas personas, sean o no pregoneros.

El tercer título, del diario azteca AS, contaba: “Tecatito Corona recibirá una gran noticia en las próximos días”, y en ella se explicaba que el gobierno de Portugal había decidido otorgarle la ciudadanía al jugador mexicano Jesús Tecatito Corona (actualmente en el Porto), con lo que tendría esperanzas válidas de continuar su carrera en equipos europeos. Otras vez una gran noticia para unos pocos, y según se mire.

Por último, en la cuarta posición de arriba para abajo, El Universal de Cartagena, con letras de un tamaño que en los diarios se denomina “catástrofe”, titulaba: “¡Qué gran noticia! Por fin arreglarán las rejillas de San Isidro.” Con una foto que mostraba las rejillas deterioradas en las calles de ese barrio de la ciudad colombiana en cuestión, y un texto redundaba en lo obvio: que la gran noticia era una promesa de las autoridades municipales de reparar la vía pública.

Después de esta de las rejillas leí otras autotituladas grandes noticias, pero eran más insignificantes y subjetivas, y el aburrimiento se hacía modorra de lunes feriado soleado. Reflexioné que era buena persona pero no tanto, y podía permitirme una “gran noticia” a nivel personal: ¡era la hora de la siesta!

25/7/21

Todo sobre Tokio 2020 en el presente un año después

El sueño de todo deportista argentino.

Los Juegos Olímpicos en Tokio, la capital de Japón, un país compuesto por un montón de islas y habitado por gente muy habilidosa para inventar dispositivos electrónicos y motores de explosión interna, entre muchas otras cosas, se desarrollan desde hace unos cuantos días (la fiesta inaugural fue posterior a su inicio) hasta el ocho de agosto. Se los llama 2020 aunque se hacen este año (2021) porque el anterior se suspendieron por miedo a la pandemia virósica que sigue afectando a la humanidad entera. O sea, el miedo cedió paso a la desesperación por ver el magno espectáculo de la competencia deportiva entre países, clasificados en las muy exigentes Olimpíadas.

La Argentina participa con algunas equipos e individuos, y como Japón está en el otro lado del mundo, exactamente, hay una diferencia horaria de 12, la máxima que puede haber. Por ejemplo, cuando la tenista argentina y rosarina Podoroska le pega a la pelotita en Tokio a las 10 de la mañana acá la vemos ¡en directo! a las 10 de la noche. Es una locura. Y el Flaco Bonadeo, ex Gordo Bonadeo, que no duerme, sumados minutos, más de dos horas durante los Juegos, transmite y relata por TyC para todo el país sin parar, 24 por 24, explicando reglas y situaciones, historiando, ofreciendo sin límites más información de la que un cerebro promedio puede procesar a lo largo de su existencia.

Los seres humanos no son los únicos seres vivos que participan de los Juegos, también lo hacen unos cuantos caballos, aunque siempre en compañía (o soportando) a jinetes y amazonas descendientes del homo sapiens.

Los cuatro elementos de la naturaleza, y miles de objetos y artilugios específicos de cada disciplina, componen el marco concreto, material y empírico de la competencia global, haciendo la salvedad de que el fuego tiene una presencia escasa, o mínima (respecto del agua, el aire y la tierra) en las justas de tiro con armas.

En general, la juventud y la fuerza tienen prevalencia por sobre la experiencia y el intelecto, siendo en la mayoría de los casos el entrenamiento, en su rigor y carácter de voluntad, el factor determinante para obtener una de las tres medallas a las que se puede aspirar: de oro para el primero, de plata para el segundo, y de bronce para el tercero.

Como es su costumbre, el DIARIO ESCONDIDO irá dando cuenta de la información relevante, aleatoria y parcial respecto de los éxitos nacionales en tierras tokiotas (o tokinesas, según el gusto), siendo que hasta hoy, domingo 25 de julio, no cosechó ni una mísera de bronce.

13/7/21

“Non ho scoperto che avevamo vinto”

Tatuaje de Diego Maradona en el muslo izquierdo de Lorenzo Insigne, el habilidoso 10 de la selección Italiana campeona de Europa.

“No me enteré de que habíamos ganado”, dijo Gigio Donnarumma poco después de atajarle el penal al inglés Bukayo Saka, coronando a Italia campeona de la Eurocopa el domingo pasado. “No había entendido nada, estaba ya en el suelo cuando falló Jorginho, pensé que habíamos perdido. Después de la parada, me fui caminando y controlé que el VAR diera el visto bueno para seguir, luego vi a mis compañeros correr hacia mí y ya me enteré de todo”, explicó Gigio cuando le preguntaron por qué no había festejado inmediatamente de cumplida la proeza. Cerca de él, su compañero y defensa de la Azzurra, autor del gol del empate en 1, Leonardo Bonucci, hablando en Rai Sport decía respecto del ambiente de la final en Wembley: “Una final se debería jugar con mitad de estadio para cada hinchada, pero ganar así ha sido todavía más bonito. Los ingleses pensaban haber ganado, chiflaron nuestro himno, y esto a mí y al otro viejito Chiellini nos dio todavía más garra”. Italia, de la mano de los viejitos Chiellini y Bonucci, bajo el comando técnico de Roberto Mancini, se aventuró por primera vez en abandonar el famoso y ultradefensivo sistema táctico denominado «Catenaccio«, que tantos éxitos le dio en el pasado, logrando ahora, con un juego ofensivo basado en la posesión, su segunda Eurocopa, trofeo que no obtenía desde 1968. Diario Escondido se ha quedado con el comentario de este título europeo porque el título argentino de la Copa América le propinó tal alegría a su redacción que todavía no hemos encontrado las palabras para narrarlo. Los lectores y lectoras sabrán entender: las alegrías mayúsculas tienen su tiempo para escribirse con minúsculas. En medio de corchos de champagne y restos de fuegos artificiales, sí pudimos elegir una foto que representa la magnitud de nuestro fútbol nacional. «Vuelve el pobre a su pobreza / vuelve el rico a su riqueza», canta Serrat, que es catalán e hincha del Barsa. Sí, Joan Manuel, pero para los ítaloargentinos la fiesta continúa en nuestros corazones.

5/7/21

Addio, Raffaella!

Rafaella Carrá: una diosa con los pies en la tierra.

Con sentida tristeza El Diario Escondido informa que falleció la icónica cantante italiana (y si el amor es una patria, también argentina) Raffaella Carrá, a los 78 años. Su compañero durante décadas, Sergio Japino, confirmó con estas palabras la noticia: «Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre». Ícono de varias generaciones, Raffaella Carrá animó a los olvidados y relegados del mundo durante seis décadas de carrera, alentándolos a buscar el placer, a liberarse de las ataduras, a buscar el Sur o un buen encuentro amoroso, eso que puede estar en los lugares menos esperados: prueba de esto es «Pedro», la canción crónica del fuego entre una turista italiana y un humilde muchacho de La Boca. Los últimos meses de vida, dice la crónica, los pasó profundamente conmovida por el fallecimiento de su amigo Franco Battiato. La muerte de Diego Maradona también la había golpeado. De él dijo: «Nos dejó demasiado pronto. Un gran dolor. A mí que no me gusta hacer vídeos para amigos, hice una excepción y le hice un cortometraje por sus sesenta años. Se lo enviaron y me dijeron que estaba conmovido de verlo. Éramos muy amigos. Era un bribón, pero muy generoso, capaz de dar saltos increíbles a pesar de su peligrosa vida entre las drogas y el alcohol». Revista Belbo quiere recordarla con esta grandiosa escena del cine italiano: el comienzo de La Gran Belleza, del maestro Paolo Sorrentino.

1/7/21

Llamar a Billie Eilish

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POR CLAUDIO METTICELLI

Los que me conocen saben que soy un hombre sencillo y solitario, humilde en el sentido de que reconozco mis limitaciones e infravaloro mis saberes. Ya sé, no puede ser gesto de humildad el decir que soy humilde, pero también puede deberse a mi propio reconocimiento de que necesito que se me lea, y escuche, con confianza y sinceridad, que es lo que ofrezco. O sea, sé que me ensucia decir de mí: “Soy puro”, pero no puedo evitarlo, como si la condición para ser puro, limpio, fuera ensuciarse. En fin, toda esta introducción se debe a que hace un rato, ayer nomás, recibí una llamada de un contacto de muchos años, casi un amigo, que me había conseguido el número de una rock star estadounidense, veinteañera, superfamosa, que yo le había pedido en broma, a modo de desafío y en contestación a una de sus habituales bravuconadas: “Pedime cualquier cosa de este mundo y te la consigo”.

En ese momento, hace una semana, pensé un par de minutos (el loco esperaba ansioso mi respuesta) y finalmente le lancé: “Conseguime el número de Billie Eilish, o de la agente de prensa de Billie Eilish, para que pueda hacerle unas preguntas para EL DIARIO ESCONDIDO de la Revista Belbo”. “Listo. No sé quién es Billie Eilish pero te lo consigo. Dame una semana”, me contestó sin dudar.

Tuve que reprimir la risa cuando me dijo que no conocía a Eilish mientras pensaba “te va a salir cara la fanfarronada”, toda vez que debe ser la artista emergente más buscada del mundo en la actualidad, si no la más célebre y conocida. Además de deber parte de su inmensa fama al hecho de que desde muy pequeña fue diagnosticada con el síndrome de Tourette, con lo que se excusa para evitar declaraciones públicas y entrevistas.

Como sea, el tipo, llamémoslo Víctor, me llamó ayer y lo más fresco me dijo: “Tengo el número que me pediste. Y no pasó ni una semana. Buscá birome y papel que te lo dicto. Es por seguridad. Y cuidate de que nadie lo vea. O sea, poné el número sólo, no a quien pertenece”. Y me lo dictó, y lo anoté.

Quedé alelado. Conozco a Víctor hace 25 años, cuando empezó a proveerme de algunos de mis vicios absurdos, empezando la relación con el Chartreuse, un licor exquisito que hacen unos monjes cartujos en Francia desde 1605 con 130 plantas, hierbas y flores, y continuando, hace unos 15 años, con los cigarros especiales de la granja de Merced, California, que producen las monjas de las Hermanas del Valle.

Tanto los monjes cartujos como las monjas del cannabis, como las llaman, elaboran sus productos con fines medicinales, pero no me escudo en esto para justificar nada: me gusta tomar una copita de Chartreuse todos los atardeceres, a la hora del caos, fumando un charuto de la Hermanas del Valle mientras escucho a Debussy. Tan simple como eso, sin excesos, como no ser el del íntimo disfrute.

Sé que son dos vicios exóticos (tengo otros, que ya les contaré) y no son baratos, pero tengo una buena jubilación luego de trabajar hasta los 87 años (tengo 89) en el diario La Capital, al que ingresé como linotipista en 1952, recién cumplidos mis 20 abriles.

Lo cierto es que Víctor (no sé cómo lo hace) cada dos meses me trae mi provisión de licor y cigarros, le pago, charlamos un rato y nada más, excepto esta vez en que me desafió y lo desafié y acá estoy, con el número de Billie Eilish y sin saber bien qué hacer, porque si no la llamo haré el ridículo ante Víctor, y ante mí mismo, y si lo hago qué le pregunto.

Sin embargo, íntimamente sé que haré llamada, y de hecho ya empecé a quitarle el óxido a mi inglés llamando a mis amigos angloparlantes, y también empecé a escuchar las canciones de Eilish y a leer lo que se escribió sobre ella desde que arrancó su meteórica carrera.

Además, me gusta. Me gusta Billie Eilish desde que la escuché por primera vez hace 6 años interpretando “Ocean eyes” (¡ella tenía 14!), porque su voz soprano cala en fibras recónditas de mi ser ancestral. Y no hay ni una pizca de componente sexual en esta atracción que siento. No podría haberla. Nunca tuve novia, esposa, amante mujer, y a mis amigas puedo contarlas con las orejas. Soy lo que llaman misógino, pero un misógino al estilo de Hitchcock (¿sabían que Tippi Hedren abandonó el plató de Los pájaros conmocionada y gritándole al director “¡Puto cerdo gordo!”?), es decir sabiendo apreciar los kilates de las donni, las femmes y las women.

No la quiero embarrar más, ya dije que cuando quiero aclarar oscurezco, y soy un fervoroso adherente a la causa feminista, me encanta cómo me acaricia con su voz Billie Eilish, y la voy a llamar y en mi próxima entrega les contaré cómo me fue. Promesa.

20/6/21

Día del Padre

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Al centro, Faustino González, autor del primer gol en un clásico rosarino.

El 18 de junio de 1905 se jugó el primer clásico de la ciudad de Rosario, en la cancha de Plaza Jewell, con triunfo de Newells por 1 a 0. Fue el tercer domingo de junio de ese año, aunque por ese entonces no era Día del Padre, que en la Argentina empezó a celebrarse en 1958, y el 24 de agosto, en honor a la fecha de nacimiento de Merceditas, la hija de San Martín. Poco después, en los 60, se copió a los estadounidenses y pasó conmemorarse el tercer domingo de junio, a excepción de la provincia de Mendoza, donde sigue firme el 24 de agosto. Y retomando: recién el martes 20 de junio de 1905 el diario La Capital, de Rosario, dio cuenta de aquel primer clásico con una pocas líneas y menos información valiosa. Por ejemplo, no daba el nombre del autor del único gol del partido, que fue Faustino González. Sí, ocurrió el tercer domingo de junio, hace 116 años, cuando todavía no se festejaba el Día del Padre, aunque un poco, para algunos, sí.Testimonio de María Inés, nieta de Faustino.

20/6/21

Jack Herer, persona y planta

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Los dos Jack Herer en una foto.
POR ANDRÉS MAGUNA

Llegar a viejo transforma la percepción del pasado, la historia individual compuesta por recuerdos, memoraciones que siempre, invariablemente, terminan siendo más ficción que veracidad de los hechos. La carga de semejante bagaje, que en los años de juventud enriquece anecdotarios y revisiones, se vuelve cansadora y desinteresante con el paso de los lustros. ¿Si estas viejas historias deformadas sobre mí mismo, sobre un borroso pasado ya lejos de la posibilidad de interpretaciones, ahora no me interesan, ni me divierten ni me recrean, por qué podrían ser de interés para otro, sea oyente o lector? ¿Será más interesante si recuerdo lo que me pasó hace cuatro días, cuando descubrí a Jack Herer? No lo sé, pero puedo intentarlo.

Hecha esta advertencia, entonces, puedo seguir en primera persona dando por descontada la falta de atención sobre estas líneas, sintiéndome libre de desprenderme de algunos momentos en los que me empeño en creer que fui protagonista.

La primera vez que fumé cannabis tenía 16 años, explotaba la primavera de 1980 y fue en un fogón que hicimos en la parte trasera del jardín de la casa que alquilábamos en bulevar Argentino, casi Donado, bajo un ciprés que hasta hace poco todavía vivía.

Desde ese momento me di cuenta de que era una planta hecha para que yo la consumiera, y yo estaba hecho para consumir esa planta. Desde entonces hasta hoy fuimos inseparables. Amigos y aliados en las buenas y en las malas. Pero nunca, aunque me fui convirtiendo en promotor de su uso y en activista de su causa, noble como pocas, jamás me había cruzado con el nombre de Jack Herer más que como la marca de una especie celebérrima, ganadora de muchísimas cannabis cup, una cruza que el bueno de Jack desarrolló emparentando plantas índicas con sativas.

El estadounidense Jack Herer nació el 18 de junio de 1939 (mañana hubiera cumplido 82 años) y murió el 15 de abril del 2010. Escribió y publicó en 1985 El emperador está desnudo, un libro que ya lleva doce reediciones y sigue causando impacto con un pormenorizado catálogo, bien documentado e historiado, de los innumerables beneficios, a todo nivel, de la planta de cannabis, tanto en el mundo del cáñamo (hemp) como en la dimensión de la marihuana (medicina).

El caso es que hace cuatro días, buscando data de interés para EL DIARIO ESCONDIDO, me crucé con el nombre Jack Herer, y cuando lo busqué en Wikipedia y Google lo primero que me saltó fue la especie Jack Herer y no la persona Jack Herer, obteniendo en todos los casos mucha más información sobre la planta que sobre el hombre, ya escindida, muy llamativamente, la obra de su creador.

El libro no lo leí (se puede conseguir por la red pagando entre 8.000 y 9.000 pesos, y no se ofrece PDF) pero sí su índice, que es casi un libro, de tan completo e informativo en tanto guía, y me vi dos documentales por Youtube: El emperador del cáñamo y The hemp revolution (La revolución del cáñamo), que son asaz jugosos.

Era eso nomás, che lector, recordar el recuerdo de cuando el recordado Jack Herer pasó a integrar el archivo de mis recuerdos, la huerta de mi memoria, tan fugaz, frágil y perecedera como la existencia toda. ¡Y que la pandemia empiece a devolvernos algunas de las muchas verdades a las que estábamos dejando de negarnos! ¡Salú compañero Jack Herer, y gracias por tu servicio a la humanidad!  El emperador del cáñamo

13/6/21

El Día del Arquero

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El gran Amadeo Carrizo, con los guantes puestos hasta el final.

Hoy Argentina celebró con todas las pompas el Día del Arquero, también conocido como el Día de Saldar Viejas Deudas que no se Pensaban Pagar, o el Día que Nadie Quiere Recordar. Y muy pocos saben que la fecha señala el nacimiento de Amadeo Carrizo, el mejor arquero del mundo de todos los tiempos, ocurrido el 13 de junio de 1926 en Rufino, Santa Fe. Más allá de todas las innovaciones que introdujo en el desenvolvimiento de los únicos jugadores de fútbol que pueden tocar la pelota con la mano, fue un maestro en el “arte de la proyección”, como llamaba al método de “hacerse mentalmente más grande para cubrir más espacio visual, desalentando a los delanteros contrarios, que en consecuencia ven el arco más pequeño”. Además supo revertir la costumbre de atribuir todas las derrotas a los guardametas, sobre todo luego del Maracanazo, instalando el discurso de “no se podía hacer nada” al momento de recibir goles, y descargando siempre, sin excepciones, las culpas en los defensores propios antes que en el mérito de los delanteros rivales. Así los relatores fueron acuñando frases como “si no fuera por él…”, “el héroe de la jornada” o “¡agarrala con la mano!”. Carrizo murió en marzo del año pasado, nueve años después de haberse instituido el Día del Arquero, al no poder achicarle el arco a La Parca, con la que todos jugamos un partido imposible de ganar y que termina cuando nos hace -salvo rarísimas excepciones- un único gol.Add blockAdd blockAdd block

12/6/21 ENTREGA ESPECIAL

«Todos somos transexuales y viviremos hasta los 120 años»

Kane Tanaka, la más longeva del mundo

Casilda Ramona Benegas, la argentina más longeva

Por Claudio Metticelli

Entrevista al médico costarricense Melquíades Ibarra Sambueso, autor de una investigación que indaga en las transformaciones del género humano y sus implicancias a futuro. 

Casilda Ramona Benegas, 114 años, la argentina más longeva, tuvo Covid pero transitó la enfermedad sin padecimientos, y hace tres meses recibió la vacuna en Mar del Plata, donde mora. Kane Tanaka, que tiene 118 y vive en Japón, también fue vacunada, sin embargo hace un mes debió renunciar al honor de portar la antorcha olímpica ante la aparición de la variante india del virus en tierras niponas. Tanaka integra la lista de las 100 personas más longevas de todos los tiempos que aparece en Wikipedia (actualización al 28 de mayo del 2021), y Benegas no entró, todavía, por unos pocos días. Esa lista la encabeza Jeanne Calment, con 122 (Francia, 21 de febrero de 1875 – 4 de agosto de 1997), y la cierra otra francesa, Camille Loiseau, con 114 ( 13 de febrero de 1892 – 12 de agosto de 2006).

Uno de los datos llamativos de dicho catálogo es que de los 100 nombres citados 94 corresponden a mujeres y apenas 6 a hombres.

Esta diferencia entre géneros al momento de persistir en la vida, o resistir ante la muerte, fue resaltada por el médico especializado en gerontología Melquíades Ibarra Sambueso, de Costa Rica, en un paper académico que tuvo una difusión limitada en medios digitales abocados a la temática, en el cual el galeno reparaba en otro dato de la realidad: la mortalidad a causa del coronavirus es mayor (entre un 70 y un 80%) entre hombres que entre mujeres.

Consultado telefónicamente por EL DIARIO ESCONDIDO, el doctor Ibarra Sambueso respondió todas y cada una de las preguntas puntualmente y sin demorarse ni un segundo para reflexionar.

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El doctor Melquíades Ibarra Sambueso / Foto Agencia ArLT

–Usted tituló su trabajo “Mujeres y hombres. Diferencias y fronteras entre ambos géneros que  se borran. Una mirada científica integradora de psiquismo y factores genéticos para entender que todos somos parte de un transgénero”. ¿A quién está dirigido?

–Ese paper lo escribí hace tres meses a pedido de un instituto de investigación de Massachusetts. Fuimos convocados unos cuantos en todo el mundo, y en mi caso fue porque me dedico, desde que me recibí, a estudiar lo que podríamos llamar la psicología de la ancianidad, o la psicología de los viejos, que es un término que no me gusta mucho. De hecho, en la facultad de Medicina tuve un compañero argentino que cada vez que decía “viejo” me amonestaba: “¡Viejos son los trapos!”. Y cito esta anécdota porque él me hizo pensar en los efectos de las calificaciones peyorativas, tanto a nivel social como individual. Por ejemplo, en Brasil no hablan, refiriéndose a las personas, de menores o mayores, chicas o grandes, sino de mais nova o mais velha (más nueva o más vieja), y todos los estudios comparativos demuestran que Brasil es uno de los países con los mejores promedios de expectativa de vida, más allá de que allí también mueren más hombres que mujeres por Covid, y que son abrumadora mayoría las mujeres que sobrepasan la barrera de los 100 años. Y acá respondo tu pregunta, el trabajo lo escribí pensando en hacer notar esas diferencias bajo la luz de la ciencia, en este caso investigaciones sobre la incidencia de nuevas construcciones sociales y culturales en el psiquismo que modula biológicamente el desarrollo celular.

–¿Se puede decir que las mujeres están más atentas al cuidado del cuerpo y por eso viven más y mejor?

–Las mujeres, en realidad, son la base de toda la existencia biológica sexuada. Todos los organismos sexuados del planeta tienen como origen la mujer, y esto es algo bien ligado a la realidad cromosómica de la existencia. Todos los seres vivos tenemos cromosomas, y esos cromosomas vienen apareados, son copias uno del otro. Los seres humanos tenemos 44 cromosomas más un par más de cromosomas sexuales: XX para la mujer, y XY para los hombres. Esto significa que las mujeres tienen repetido el cromosoma X, y una mutación en uno de esos dos cromosomas, en alguna de las dos X, puede ser compensada por la otra X funcionante. Para los varones no: si tenemos una mutación en el cromosoma X, no tenemos otro cromosoma X para compensarlo. Con lo cual como población somos más susceptibles a una amplia gama de enfermedades genéticas. El varón, lo masculino, surge a partir de lo femenino como una plaga, como una infectación. El cromosoma Y, el cromosoma que define el sexo masculino, es el cromosoma que inhibe a la mujer y da por origen esto, estos seres extraños con pene y tetillas que somos los varones. Y esto vale para todas las especies de mamíferos. A ese cromosoma Y algunos lo suponen una ventaja en la capacidad de distribuir los genes, y otros, un poco más oscuros, consideran que el origen de ese cromosoma Y es un virus, mejor dicho un retrovirus, que fragmentó un cromosoma X originario en una mitad aberrante, deformante, monstruosa, que dio origen a nuestros congéneres. En el estudio que publiqué explico esto, y acá respondo tu pregunta: no fue primero Adán y después Eva, sino al revés. Viven más y mejor por una cuestión genética, son copias de originales, por decirlo bestialmente, y los hombres somos copias de copias. Pero ese paradigma también está cambiando.

–En su publicación usted afirma que más allá de la genética a lo largo de los siglos de la especie humana la evolución del psiquismo, en su sentido antropológico, fue separando las construcciones de la subjetividad entre masculinos y femeninos, hasta llegar a como es en el presente. ¿Eso también está cambiando?

–Claro, es más: ese es el factor clave del cambio. Si me lo estás preguntando es porque no lo explico bien o no lo supiste interpretar: todos somos o seremos transgénero. Fijate que la población actual de la Tierra es de 7.700 millones de personas, de las cuales la mitad, exactamente, son hombres, y la otra mitad mujeres. De ese total, los últimos conteos señalan que un 3% de la población adulta se reconoce como transexual, es decir unos 230 millones de individuos. Y se sabe que ese porcentaje, esos números, van aumentando cada vez con más velocidad. De hecho, los cálculos más conservadores indican que para el 2050 un 30% de la población mundial se reconocerá transexual. Por eso digo que la evolución hacia la transexualidad de la especie es una norma más que un patrón. Esto no significa que sea algo bueno o malo, es lo que es. Podríamos llamarla la Era de la Transexualidad, que no casualmente viene de la mano con la Revolución Tecnológica Digital Virtual. Ahora bien, ¿cuántos de esos transexuales eran hombres que viraron mujeres, y cuántos mujeres que se convirtieron en varones? Es muy difícil saberlo, y tal vez tampoco importe, o al menos no tanto como el hecho de que en la ancianidad, pasando los 70, 80 años, los seres con los dos cromosomas idénticos demuestran circunscribirse a una tendencia de perduración, a nivel biológico, también por efecto de condicionamientos culturales que a lo largo de los siglos, durante el transcurso de unos 100.000 años, aproximadamente, fueron uniéndose de manera más beneficiosa, digamos, a las mejores condiciones de vida, los avances de la medicina y de la ciencia en general, todo lo cual ha pegado un salto fenomenal al comenzar este Siglo XXI con esto que te decía de los usos generales, y globales, de la tecnología, ya decididamente desatada en una progresión geométrica. A tal punto fue determinante este factor que también las ciencias humanísticas, como la psicología, la antropología y la filosofía, gracias al nuevo modo de comunicarnos (nuevo modo acentuado o profundizado por la pandemia), pudieron revitalizar impulsos que se habían perdido o estaban en modo inercial.

–A ver si entiendo: ¿Usted sostiene que no hay marcha atrás en la transexualización de la especie, y que esto acarrearía, o ayudaría a un crecimiento sustancial del promedio universal de la expectativa de vida?       

–Ni más, ni menos. Con algunas salvedades, y tomando en consideración factores que pueden no tener los efectos esperados. Por dar un ejemplo arbitrario: el crecimiento demográfico, cuando la mayoría de la población llegue sin problemas a los 120 años, puede redundar en hambrunas, o en nuevas pandemias generadas por la necesidad de paliar el hambre, que es lo que sucedió con esta del Covid. O el conservadurismo en prácticas de regulación política, como el responder a la violencia con una violencia mayor… O que no sepamos pisar el freno antes de revertir el cambio climático… En fin, todas estas cuestiones pueden impedir que ese número de años, ese beneficio de una expectativa de vida mayor, y de mejor calidad, nunca se alcance.        

10/6/21

Bradbury en Rosario

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Ray Bradbury en Fisherton. Foto del archivo de la familia Sánchez de B.

El año pasado se cumplieron 100 años del nacimiento de Ray Bradbury, y hace cinco días nueve años de su fallecimiento. Aún son recordadas en la Argentina, cuando las fechas señalan la efeméride, las anécdotas relacionadas con la única visita que el autor de El hombre ilustrado y Crónicas marcianas hizo al país en 1997 como invitado de honor a la Feria del Libro de Buenos Aires. Lo que muy pocos saben es que Bradbury pasó algunas horas en Rosario al ser desviado al aeropuerto de la ciudad santafesina el avión que lo traía, junto con su esposa Maggie, con motivo de una fuerte tormenta que se abatía sobre la capital nacional. El caso es que durante el viaje el matrimonio Bradbury había trabado amistad con uno de rosarinos, el señor y la señora Sánchez de B., que regresaban de los Estados Unidos. Enterados los pasajeros de que aterrizarían en el aeropuerto de Fisherton, donde deberían esperar al menos siete horas la reanudación del vuelo, los Sánchez de B. invitaron a los Bradbury a almorzar en su casa, distante pocos kilómetros del aeropuerto, en el barrio que un tal Fisher fundó como ciudad (town). Los célebres visitantes aceptaron encantados y comieron mucho, y rico, en la casona solariega estilo inglés de los Sánchez de B. de calle Morrison, ocasión en la que el dueño de casa, buscando agasajar al escritor, sacó de la bodega sus mejores vinos para escanciar las enormes copas de cristal. Tras el almuerzo los hombres, satisfechos y felices, salieron al parque de la propiedad para expandir sus miradas y estirar las piernas. Entonces los ojos de Bradbury se posaron en la bicicleta del señor Sánchez de B., aparcada allí cerca, en un senderito de cemento, y exclamó: “¡Wonderful!”. A renglón seguido el anfitrión le ofreció el rodado para que diera una vuelta por el barrio, asegurándole que le iba a gustar mucho, y aceptado el convite le prestó al célebre escritor unos pantaloncillos de tenis para que pudiera pedalear con comodidad. Al regresar de su paseo, Bradbury accedió a que la señora Sánchez de B. le tomara una fotografía, que ilustra esta nota y a la que EL DIARIO ESCONDIDO tuvo acceso de manera fortuita merced a la amabilidad de una de las hijas de los Sánchez de B., que la encontró en una vieja caja de cartón y pudo reconstruir parte de la curiosa historia de Bradbury andando en bicicleta por las calles de Fisherton, bien suplementado con vinos mendocinos, con los cortos de tenis que le había prestado su padre.  

9/6/21

Hay Weiwei para el futuro

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Ai Weiwei: «…las personas simplemente se sacarán sus mascarillas y las tirarán a la basura.«

Ai Weiwei, artista chino disidente, exiliado en Inglaterra, no deja pasar en vano ni un día de su vida, ni se anda con chiquitas, ni deja de responder a sus reflejos cada vez que lo llaman a la acción, usando en cada ocasión aquellos recursos que tiene más a mano: una potente imaginación, una capacidad de trabajo titánica y un fervorosa empatía con los que sufren. Así, hace un par de días inauguró en Lisboa su exposición mayor, Rupture, con 85 obras icónicas de su carrera más algunas nuevas, que incluyen instalaciones, esculturas, videos, películas y documentales, entre los cuales está Coronation, filmado con la ayuda de varios confinados en Wuhan apenas estalló la pandemia. Hablando de la película, que en la red sólo se puede encontrar en inglés, el que para muchos es el artista en actividad más grosso del mundo expresó su percepción sobre las enseñanzas que puede dejarnos la experiencia Covid: “Soy muy pesimista sobre lo que aprenderemos de ella. Pienso que las cosas volverán a la normalidad, que las personas simplemente se sacarán sus mascarillas y las tirarán a la basura. No creo que la gente aprenda, en general, mucho de esto. Incluso si han aprendido algo, seguirá siendo algo superficial, como lo es en el caso de China”.

8/6/21

Princesita Lilibé

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El pirata, el primogénito Archi el blanquito y la mulata americana (Pool/Getty Images)

¿Desde cuándo es célebre el príncipe Harry, duque de Sussex, sexto en la gatera de la línea de sucesión al trono británico? Desde antes de nacer, pues su mamá es la inmortal Lady Di y su papá el buenazo del príncipe Carlitos, y su abuela es la reina del Reino Unido, Isabelita II, quien hace poco cumplió 95 pirulitos y sigue calzándose los guantes ella solita. Pero además Enriquito, como le dicen en su casa, causó grandes revuelos mediáticos y  familiares en 2018 al casarse con Rachel Meghan Markle, una bella actriz norteamericana (la Rachel Zane de la serie Suits), divorciada una vez, bastante morocha por ser hija de una matrimonio mixto (madre afroestadounidense y padre descendiente de europeos del norte). Así las cosas, el príncipe pelirrojo y la princesa morenita tuvieron un hijo al año de casados (mayo 2019), Archie Mountbatten-Windsor, que salió lo suficientemente blanquito, despejando temores surgidos entre familiares de la realeza. Así las cosas, la pareja se distanció de la parentela noble a nivel protocolo y dinero, y buscó una hermanita para su primogénito, la que nació hace cuatro días y fue bautizada con el musical nombre de Lilibeth Diana Mountbatten-Windsor. ¿Por qué le pusieron Lilibeth? En honor a su bisabuela, la reina Isabelita (de Isabel, Elizabeth en inglés), quien cuando era muy niña, a comienzos del Siglo XX, no podía pronunciar correctamente su nombre, y cuando le preguntaban cómo se llamaba decía: “Lilibé”, por lo que su padre, el rey Jorgito, le endilgó for ever el jocoso apodo, que seguramente será motivo de orgullo de la recién nacida en el futuro.   

7/6/21

El día D la Siesta

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El Papa Pancho haciendo alusión al día D La Siesta

Una de las noticias fuertes hoy, Día del Periodista en Argentina, daba cuenta del desembarco de Shorts, una nueva herramienta de YouTube para hacer videos musicales cortos al estilo impuesto por Tik Tok, mientras los historiadores recordaban otro desembarco, el de Normandía, el 6 de junio de 1944. Aquel día, dicen, los Aliados pudieron hacer pie en Francia porque las fuerzas alemanas no respondieron a tiempo con sus armas clave, aviones y tanques, porque los altos mandos debieron esperar más de una hora y media que Adolf Hitler se despertara de su siesta y diera la orden movilizante. En descargo del Führer debe decirse que hacía un tiempo ejercía su derecho al descanso (consagrado en el artículo 24 de los DD.HH.) por recomendación de su médico personal. Y en descargo de la siesta, recomendada por los romanos para la hora sexta (de ahí su nombre), debemos decir que Winston Churchill, el gran ganador del Día D, era famoso por sus “sagradas” siestas de más de una hora y media, después del almuerzo, y es sabido que durante los años de la II Guerra tenía una cama en el Parlamento a tal fin. O sea que la siesta, defendida a capa y espada por personalidades como Patricia Highsmith, Ian McKellen, Napoleón, Miguel Ángel, Edison, Mozart, Brahms, Néstor Kirchner, entre tantas otras, y a la luz de la experiencia histórica, puede ser considerada como beneficiosa en extremo para el destino de la humanidad.  Además, como dijo recientemente el papa Francisco, parafraseando a Perón: “La siesta ofrece la posibilidad de gozar un segundo amanecer en el día”.   

6/6/21

Antivirus

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¡Paren las rotativas digitales, anuncien la buena nueva! A fuerza de pensar y pensar en una solución al problema de los contagios, agudizando el ingenio al máximo, Elena Susana de H., una señora mendocina ama de casa, inventó algo que, asegura, “va a terminar de una vez por todas con esta peste del Coronavid (sic)”. El artilugio se usa como un barbijo pero es “una barrera nanotecnológica de inmunización cerebral”, explica Elena Susana, y agrega: “Por eso no se tapa el agujerito del medio, para que pueda salir la voz sin que entre el virus. Es muy fácil de hacer, sólo se necesitan dos banditas elásticas y un disco plástico antivirus, cualquiera sea. No se precisa tener habilidades especiales, lo puede fabricar hasta un niño”. En cuanto a su eficacia, asegura: “En mi familia lo usamos todos, mi marido, mi hermana y el hijo de mi hermana, que es mi sobrino. Él me explicó que los programas antivirus están siempre en el disco, que no hace falta ponerlos en la disquetera CD (sic). Y hasta ahora ninguno nos enfermamos, ¿querés más prueba que esa?”. Y concluye: “No podía ser que en pleno Siglo XXI, con todos los avances de la ciencia que tenemos, un bichito invisible nos exterminara como raza humana”. Aunque las certificaciones para extender su uso sólo alcanzan de momento un estatus barrial, es de esperarse que la fuerza de la fe acompañe a quienes creen y confían.   

5/6/21

Mino da Fiesole

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» Desde el mármol la muchacha anónima sigue mirando hacia donde Poppi la desea…», Retrato de una muchacha, de Mino da Fiesole

Corría el año 1464 y el escultor Mino di Giovanni Mini da Poppi, más conocido como Mino da Fiesole, y llamado Poppi por sus amigos, volvía desde Roma a Florencia, donde se había formado, para cumplir un par encargos (un monumento fúnebre de un conde y el altar de una iglesia) que le reportarían sus buenas monedas. Mientras trabajaba en esos proyectos conoció a una chica en la posada donde se alojaba, se enamoró de ella y en plan de conquista le propuso retratarla. Ella dijo que sí y posó largas horas para que Poppi hiciera sus bocetos, pero la cosa no pasó de ahí en cuanto a la relación amorosa: el artista terminó la escultura, la bautizó Retrato de una muchacha, y la muchacha volvió a sus quehaceres, principalmente ayudar en la atención de los clientes durante las comidas en la posada. Luego de la muerte de Poppi el busto de la piba fue siendo vendido y revendido hasta que recaló, en 1929, en un museo de Berlín, donde se exhibió hasta que los rusos y los norteamericanos, en 1944, entraron a la capital de la Alemania nazi vencida. Los rusos se llevaron a sus pagos, como trofeos, incontables obras de arte de los museos berlineses, muchas de las cuales, a su vez, habían sido afanadas por los muchachos de Hitler y compañía durante los días de su expansionismo victorioso de la II Guerra Mundial. “Retrato de una muchacha” fue a parar al Museo Pushkin de Moscú, donde hace cinco años fue “detectada” junto con otras 58 piezas expoliadas a Berlín. Ahora, los gobiernos de Alemania y Rusia se ponen de acuerdo para que cada cosa vuelva a su lugar, pero ¿cuál es ese lugar? ¿Sólo juegan los papeles de propiedad? Desde el mármol la muchacha anónima sigue mirando hacia donde Poppi la desea, manteniendo una sonrisa complaciente en la ambigüedad de un gesto inconfundible.  

4/6/21

Francia

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Un cuadro de David Hockney hecho en el iPad

El tipo es inglés, se llama David Hockney, es pintor, proyectista, escenógrafo, impresor y fotógrafo, está por cumplir 84 años y desde 2018, con la venta de su obra Piscina con dos figuras a 90,3 millones de dólares, se consagró como el artista vivo más caro del mundo. Es dueño de varias casas en América y Europa, aunque vive mayormente en dos que tiene en su tierra natal. La pandemia lo atrapó en el norte de Francia, donde se puso a pintar con un iPad lo que veía en los alrededores, y los cuadritos que iba haciendo se los enviaba a sus amigos con la idea de alegrarles el día. Así, con el correr de las horas, hizo unos cuantos (alrededor de 200) y armó una exposición, inaugurada la semana pasada, que se titula “La llegada de la primavera, Normandía, 2020”, con un montón que amplió e imprimió, y que se puede ver hasta el 26 de septiembre en la Royal Academy de Londres. Con estas nuevas obras (la que se muestra arriba es una de ellas) Hockney manifiesta también su intención de rendir tributo a los maestros que pintaron en Francia antes que él, incluyendo a Vincent Van Gogh, Pierre Bonnard y Claude Monet.

3/6/21

Géneros

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“¡Basta de femicidios, basta de travesticidios y basta de transfemicidios!”. Tal la consigna que hoy se sembró desde camionetas con altoparlantes por las calles de la ciudad de Rosario, como parte de una movida de varias organizaciones contra la violencia de género. Paralelamente, el gobernador republicano de Florida, EE.UU., aprobó una ley que prohíbe la participación de niñas y mujeres transgénero en deportes femeninos escolares, en oposición al Acta de Igualdad que promueve el presidente demócrata Joe Biden con miras a impedir la discriminación basada en la orientación sexual o identidad de género. Por su parte, el actor Elliot Page, ferviente defensor del colectivo LGTBIQ (lesbiana, gay, transexual, bisexual, intersexual, queer), hace una semana subió a Instagram su primera foto con el torso desnudo luego de operarse las tetas. El protagonista de la película “Juno” y de la serie “The Umbrella Academy”, de 34 años, dijo que la cirugía de la parte superior, en la que le retiraron tejido mamario, fue una experiencia “salvavidas”. En una entrevista con Oprah Winfrey el pasado abril el actor dijo que se siente cómodo en su cuerpo “probablemente por primera vez” en la vida. “Es salir de la ducha con la toalla alrededor de la cintura, mirarte al espejo y decir: ‘Aquí estoy’, en lugar de tener un momento de pánico”, dijo en esa ocasión el activista canadiense a quien sus padres bautizaron Ellen sin tener ni idea de lo que bullía en su interior.



2/6/2021

El mundo

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Hace 91 años, a las 20.45 del 18 de abril de 1930, el presentador del boletín de noticias radial de la BBC dijo: «Buenas tardes. Hoy es Viernes Santo. No hay noticias”, y a continuación se transmitió un concierto de piano durante los 15 minutos previstos para el segmento informativo. Ese día pasó a ser conocido como “el día que no hubo noticias” y fue objeto de historiadores que revisaron los principales diarios del globo en esa fecha, corroborando que ninguno daba cuenta de algún acontecimiento relevante a nivel internacional. Desde entonces hasta hoy los medios, multiplicados al ritmo de la Revolución Tecnológica, se ajustaron y se ajustan a la veracidad y verosimilitud de los datos que procesan, sin importarles que todos informen lo mismo al mismo tiempo en todos lados, atentos a combatir lo opuesto de la información veraz y confiable, que son las fake news, con una historia más antigua: los primeros cristianos fueron perseguidos debido a que “voceros autorizados” aseguraban que ejecutaban “prácticas repugnantes” como el incesto, el infanticidio y el canibalismo. En contrapartida, el siglo XX también dio nacimiento, en EE.UU., a la prensa amarilla, que hizo de la noticia falsa una fuente inagotable de humor y humoradas. En España el semanario Noticias del Mundo, que se publicó entre el 26 de septiembre de 1994 y el 3 de julio de 1995, alcanzó un punto alto en habla hispana, sorprendiéndonos aún hoy con los casos de la mujer con tres cerebros, el niño murciélago o la señora que tuvo quintillizos a los 70 años. La realidad pandémica nos lleva a buscar la risa en el pasado porque el futuro, y los medios, perdieron la capacidad de hacerlo.





1/6/21

La red

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Zoë Roth, conocida como “la niña del desastre”, dueña de la cara más usada en memes de todos los tiempos, hace un par de días vendió la famosa foto que le sacó su padre, en 2005, por medio millón de dólares. El coleccionista que la compró, a través de una subasta en internet de una empresa de arte digital,  pagó en criptomomedas y recibió un NFT (un token digital único, no fungible, encriptado y adjuntado permanentemente a la pieza que permite que las versiones originales de contenido popular en línea, como memes virales y tuits, se vendan como si fueran obras de arte físicas). ¿Qué es un token no fungible? Wikipedia lo explica bien, aunque sea difícil de entender para las generaciones que jugábamos al Pinball y pensamos que TikTok es un trastorno de tics. Por ahora baste saber que la foto de Zoë se vendió como token por medio palo verde.



31/5/21

Disney

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Disney vuelve a revolucionar el universo de los psicólogos. Porque la síntesis más ajustada de su último estreno, Cruella, puede decir: Una madre desalmada manda asesinar a su primogénita, pero el empleado encargado de hacerlo la entrega en adopción, y cuando la niña tiene diez años la madre biológica mata a la madre putativa. Diez años después la joven, que padece un trastorno de doble personalidad, cuando menos, emprende un elaborado plan de venganza durante el cual zafa, a duras penas, de un intento de homicidio (el segundo) por parte de su madre biológica, para finalmente, cuando triunfa, ya convertida en la villana-heroína, contentarse con enviarla a prisión y despojarla de todos sus bienes materiales. Las dos actrices que encarnan a las antagonistas se llaman Emma. Los valores de la amistad se ponen en cuestión junto con los de la fidelidad, se resaltan in extremis los méritos intrínsecos del arte en el diseño de la moda, borroneando los límites que separan lo aparente de lo real, y se demuestra que el amor a las mascotas no puede ser sino ambiguo y sujeto a conveniencias imposibles de analizar. Es una película para niños, que absorben todo lo que se les ofrece como esponjas, y qué le hace una mancha más al perro dálmata si todos los caminos conducen al enriquecimiento de la mainstream.     



30/5/21

Italia

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Egan Bernal ganó hoy el Giro de Italia vestido de rosa. Apenas cruzada la meta se fundió en un interminable beso con su novia, María Fernanda Motas. Vestido de rosa. El ciclista colombiano de 24 años pedaleó fuerte durante 86 horas, 17 minutos y chirolas para triunfar. Vestido de rosa. Venía de la histórica victoria en el Tour de Francia 2019, y de sufrir una escoliosis por tener una pierna más larga que la otra. Pero el amor fue más fuerte y volvió, vestido de rosa, para enorgullecer a Latinoamérica en el deporte que hace del tesón y la perseverancia una razón de ser. Para llevar a lo más alto un color que se hace con un poco de rojo sangre sobre mucho blanco inmaculado y fue, durante mucho tiempo, protocolar distinción del género femenino. Egan lo hizo, y celebró con una enorme botella de champán rosa. Vestido de rosa.