Valeria Ré alcanza, con La reina de la soja, altas cimas de excelencia teatral. Lo demostró en una única función en Rosario, en La Usina Social
Por Andrés Maguna
Calificación Belbo: 5/5 Tatitos
Desde que leí el nombre de la obra, La reina de la soja, se despertó mi curiosidad y sentí atracción, y al enterarme de qué iba la cosa (un biodrama documental, unipersonal, en clave de comedia, de una actriz de 33 años oriunda de Arequito que a los 17, en el 2008, había sido elegida Reina de la soja) y dónde iba a ser la única función en Rosario (La Usina Social), decidí que iría a verla y luego trataría de escribir una crítica, que es lo que estoy haciendo.
Nunca había ido a La Usina Social, ni había visto en persona a una reina, así que acudí a la cita la noche del sábado 22 de junio pletórico de expectación, lujosamente acompañado por mis dos hijas, Sol y Zoe, y disfrutamos en grande, junto con otros 57 espectadores, de toda la experiencia centrada en una pieza teatral de 55 minutos que no tuvo ni un desperdicio, ni una falencia, en la frescura de su relato, en la graciosa manera de ser encarada la difícil historia, en la impecable actuación de Valeria Ré, la reina de la soja 2008 y dramaturga de La reina de la soja.
Teatralmente hablando, una “tormenta perfecta” a la que no le faltan componentes, siendo como es un psicodrama de insondables profundidades bajo la apariencia de una comedia liviana construida sobre escenas, “momentos” de la vida de una pibita de Arequito, la Capital Nacional de la Soja, quien a los ocho años, bajo el influjo de un deseo infantil impuesto mediáticamente, entró a la “escuela de modelos” que había en su pueblo de 6.500 habitantes.
Los documentos presentados incluyen registros audiovisuales y fotos, los “atributos” originales (corona, capa, cetro y banda) y un viejo álbum de folios con el “material didáctico” (recortes y fotocopias) en el que la pibita de ocho “estudiaba”, ya en 1999, lo que la escuela de modelos consideraba importante para ser una modelo de éxito. Tres años antes, en el Festival de Cosquín de 1996, Soledad Pastorutti había dado el batacazo, comenzando una meteórica carrera que destacó al pueblo en el mapa mundial al ser bautizada “el Tifón de Arequito”.
En el caso de Valeria Ré, el tifón se le empezó a gestar por dentro cuando fue elegida Reina de la Soja en 2008, el mismo año del conflicto por la Resolución 125 que enfrentó a sectores del campo, principalmente los vinculados al monocultivo de soja nucleados alrededor de la Sociedad Rural, con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Así, mientras prestaba su cuerpo para adornar eventos superfluos en giras pueblerinas, la adolescente Valeria, que estaba terminando quinto año de la secundaria, empezó a tomar conciencia de los terribles daños al medioambiente, con la deforestación y el uso descontrolado de agrotóxicos, hasta que en algún momento, a los 19, algo le hizo crac en la cabeza: se fue a vivir a Córdoba, se cortó el pelo y empezó a estudiar teatro, mudándose luego a Buenos Aires, donde se perfeccionó en actuación con varios profesores de renombre, especialmente Norman Briski (en la obra lo nombra como su maestro).
Si bien La reina de la soja esboza y supone una fuerte crítica a nivel de la conciencia ecológica, y afirma con claridad “que el cuerpo es el territorio de cada quien, y el territorio es un cuerpo social, es decir de todos”, el acento está puesto en la “caída de ficha existencial”, en el análisis retrospectivo de 25 años de vida de una actriz con alma de payasa.
En varias entrevistas Ré cuenta que para construir la dramaturgia de la obra se apoyó en varios referentes, empezando por el famoso Tito Cossa (fallecido el 6 de junio pasado), a quien le leyó el borrador (y quien le hizo valiosos aportes), y el director (ella lo nombra como “su” director) Mario Luis Marino.
El viaje introspectivo que emprende Valeria con La reina de la soja no está exento de una iluminación en progreso, algo que comparte con el público junto con su arte de bilocación: la Valeria de 18 (la que fue Reina de la Soja) que interpreta no es ella realmente, sino un personaje, una extraña con la que dialoga desde una alteridad dimensional. Y lo mismo hace con la Valeria de pelo corto que sale a correr mundo, con la Valeria payasa que cuenta una impactante fábula sobre el mundo sin agua, con la Valeria actriz de 33 que hacia el final de la pieza teatral conversa con los espectadores y reflexiona: “Solo era una nena que quería bailar”. Y ahora baila sobre las exorcisadas visiones de su pasado, entre la gente que acude a escuchar su relato, con gran dominio de su cuerpo, su voz y su proyección astral para compartir, sin divismos de monarca, las respuestas que va encontrando mientras se deja llevar por la música, haciendo un teatro que de tan noble, sincero y simpático termina perturbando los rincones oscuros de las interioridades de cada quien, en el sentido del autorrevisionismo comparativo que suscita la obra.
Un pequeño tifón que nos voló las pelucas a muchos de los que estuvimos aquel sábado en La Usina Social, el espacio con buen karma (así coincidimos en vibrarlo con mis hijas, que tampoco lo conocían) que cobijó a una reina de la soja devenida en diestra actriz, dramaturga y clown que lucha contra la negación, políticamente hablando, con la mejor de las ondas.
FICHA
Título: “La reina de la soja”. Idea, dramaturgia y actuación: Valeria Ré. Voces en off: Norman Briski, Fernando Pitetti, Fabiana Volonté. Vestuario: María Inés López. Escenografía: Marcelo Paoltroni. Diseño de luces: José Binetti. Audiovisuales: Juan Andrés Basterra. Diseño gráfico: María Laura Valentini. Asistencia de dirección: Nicolás Wolcoff. Producción general: Valeria Ré. Coreografía: Mariela Kantor. Dirección: Mario Luis Marino. Sala: La Usina Social. Fecha: sábado 22 de agosto de 2024. Prensa y producción para función única en Rosario: Gisela Sogne y Juan Nemirovsky.
EXCELENTE!!
Gracias por tus comentarios críticos, siempre necesarios y útiles guías culturales 😉