
Final Platense-Huracán: un fenómeno que puede leerse más allá del fútbol

Por Sergio Albino
Vivimos ametrallados por frases en forma de slogan, frases que repetimos como loros pero que casi nunca llevamos a la acción o vemos concretarse: “Argentina potencia”, “El que apuesta al dólar pierde”, “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, “Con la democracia se come, se cura y se educa”, “Revolución productiva y salariazo”, “Se acabó la fiesta para pocos”, “El que depositó dólares recibirá dólares” y muchas que son más recientes y prefiero no citar para no agrandar la grieta social. A poco de recorrer la historia, cada uno de esos slogans se convirtieron en su antítesis y, por supuesto, apareció uno nuevo que venía a reemplazar el anterior y nos servía de purga a nuestro pecado de pereza mental.
A propósito del reciente éxito de la serie El Eternauta el nuevo slogan es: “La salida es colectiva” y la oímos repetirse hipócritamente por políticos y comunicadores, buscando derramar la idea sobre una sociedad que hace mucho que siente que la única salida es individual. Las políticas aplicadas poco a poco (pero sostenidamente) en el tiempo, nos llevaron de una realidad social a una realidad individual. El hospital público mutó a sistema prepago de salud, la educación pública de excelencia perdió terreno a manos de los comerciantes del conocimiento y hasta el urbanismo se privatizó. Esa porción de la población que está en la línea de la pobreza seguramente sabe que la salida es colectiva, pero no la puede encontrar ya que no existen los mecanismos que la hagan posible.
El fútbol, como hecho social que nos expresa despiadadamente, nos muestra que cuando las reglas del juego son parejas entre poderosos individualistas y débiles cooperativistas, las chances se equiparan y el equipo le puede ganar a la individualidad. Entonces el slogan deja de serlo para convertirse en proposición verdadera. El ejemplo reciente es el fenómeno de Platense eliminando del torneo, como visitante, a Racing, a River y a San Lorenzo. El último paso para coronar ya será más equitativo, puesto que la final se jugará en terreno neutral. Lo mismo podríamos decir de Huracán. Dos clubes con presupuestos modestos le dieron pelea hasta el final a presupuestos que los exceden en varios ceros. Tanto uno como el otro hace años que andan entreverados entre los aspirantes al título, pero con la lógica de armar equipos. En cada libro de pases se van jugadores, vienen nuevos, pero la idea de conjunto nunca se pierde. Cada singular conoce su rol dentro del plural, lo cumple para llegar al objetivo y entonces, sí, “la salida es colectiva”.

El fútbol como lo conocíamos ya es una pieza de museo. Los mercaderes del templo con su dinero, en muchos casos mal habido, lo corrompieron. Hoy es impensado que grandes figuras como el Tata Martino o el Negro Palma vistan la camiseta del club de sus amores durante una década. Aquella pertenencia plural con el orgullo de defender los colores se trasformó en pertenencia individual de acrecentar la cuenta bancaria. En esa lógica los clubes más poderosos deberían arrasar con todo, como pasa en Europa. Sin embargo, acá no pasa. Estudiantes fue campeón el pasado año con el modelo tradicional, su presidente decidió individualmente hacer un pacto con un inversor privado, compró un montón de estrellas y este año navegó por la intrascendencia. Boca y River, con aciertos y errores, poblaron sus planteles de figuras, pero nunca pudieron consolidar un equipo. Comprar caro no siempre es sinónimo de comprar bien. Demasiado ego es poco inteligente. La soberbia es el peor de los siete pecados capitales ya que nos impide ver a los demás. Este torneo debería ser una muestra para el análisis social de nuestros políticos.

El nuevo milenio consolidó la visión mesiánica de fines del siglo anterior, donde el caudillo iluminado marcaba el camino a seguir y todos debíamos seguir la marcha sin cuestionamientos. Lo que agrava el paradigma es que los nuevos líderes son incapaces de armar equipos: así el contador público Erman González fue ministro de Salud o el abogado Sergio Massa ministro de Economía. Nunca un contador público puede privilegiar la salud ni un abogado la producción de bienes y servicios. Es como pedirle a Messi que se ocupe de marcar a un rival o al cabezón Ruggeri que tire un caño. “Zapatero a tus zapatos”, dice el viejo refrán. Refrán contra meme, inteligencia natural contra inteligencia artificial. Armar equipos consiste en saber nuestras fortalezas y debilidades, nuestras oportunidades y amenazas. Platense y Huracán lo mostraron con su juego hasta sacar de competencia a los poderosos con la humildad necesaria para los grandes logros.
El fútbol sigue siendo nuestro faro social a pesar de los mercaderes del templo y su tarea de destruir su esencia. Si entendemos el fenómeno de Platense y Huracán quizás podamos encaminar nuestro futuro hacia una sociedad más justa que se reflejará en más seguridad, más salud y más educación. El secreto está en el equipo. La salida es colectiva…