
A propósito de la obra El amor nos desgarrará, creada por Matías Martínez, en dramaturgia, dirección y puesta en escena, y Jésica Biancotto, en interpretación

Por Andrés Maguna

Calificación: 5/5 Tatitos
Una pareja de un hombre y una mujer creó una puesta en escena, una obra de menos de cincuenta minutos de duración, que amplía los límites del concepto teatro y se adentra en un cosmos desconocido con las viejas herramientas del arte de la representación y una locura nueva, temeraria, revolucionaria.
Matías Martínez y Jésica Biancotto saltan al vacío con El amor nos desgarrará, que unos 50 espectadores pudimos apreciar, en el marco del FAER, el sábado 27 de septiembre en el Teatro de la Manzana (hay una nueva función el jueves 9 de octubre en el CEC, para la cual Revista Belbo sorteó dos entradas entre sus suscriptores).
Allí, esa noche, la ficción teatral que toma su nombre de una tema de Joy Division de 1980, basada muy libremente en la experiencia que atravesó Cindy Paulson como única sobreviviente de un femicida serial en Alaska, en 1983, se las arregla para hablar de temas profundamente existenciales, como la muerte, el miedo a la muerte, el amor, el miedo al amor, la desolación de la soledad, los fulgores efímeros de la vida afectiva, entre otros más difíciles de definir.
Si bien Martínez firma en la dramaturgia, la dirección y la puesta en escena, resulta claro, luego de ver El amor nos desgarrará, que Biancotto asume desde la interpretación mucho más que el desarrollo de su personaje, porque lo dota de matices tan variados y particulares que no queda otra que pensar que se está ante un registro actoral que, partiendo de la indicación dramatúrgica y del director, se interna por caminos poco explorados y hace sus propios descubrimientos. Es decir, me pareció una obra que hicieron juntos a partir de su génesis: desde que Martínez tuvo la idea de empezar a construir un texto dramático imaginando el discurso interior de una sobreviviente de un asesino serial, en Alaska, con fondo musical de Joy Division y su propia experiencia vivencial, su propio discurso interno, sin dejar de tener en cuenta lo que aportaba Biancotto respecto de su propia subjetividad y sus impresiones interpretativas.

El texto, lo que dice el personaje de Biancotto, en un altísimo nivel literario, también revela que ambos, director y actriz, comulgan de la misma fuente de experimentación sobre recursos teatrales comunes y no tanto, logrando imponer sobre la conciencia del espectador la noción del afloramiento de un subtexto muy profundo con una luz tan potente que puede enceguecer.
Atrapante, misteriosa y reveladora a la vez, El amor nos desgarrará ocurre en un pequeño espacio escénico de tres por tres metros, con apenas un viejo telón de fondo, sobre el que se proyectan significativos textos y un par de breves videos, una luz a baterías y un tul blanco que pasa de ser manto de nieve de Alaska a cobertor de implicancias protectoras.
A poco de ver la obra un amigo me preguntó qué me había parecido, y no se me ocurrió otra cosa que contestarle: “¡Me sublimó la mente!”. Y ahora que lo pienso detenidamente lo confirmo, considerando además que se trata de una obra adelantada a su tiempo, y que, más allá de representar un claro paso hacia adelante en la evolución creativa del realizador Martínez, opera una fórmula transformadora de la materia teatral más sensible, la de sus potencialidades expresivas.
En la crítica (ver aquí) de la anterior obra de Matías Martínez que vi, Los bordes torpes del ano, hablo de “obra maestra”, en función de una cuantas obras de él que vi en los últimos treinta años, así que ahora puedo hablar de la superación de ese canon y afirmar que a veces lo excepcional excede cualquier calificación, como en este caso, en que una pieza teatral puede desgarrar los velos de lo aparente que encubren toda negación.
FICHA:
Título: El amor nos desgarrará. Intérprete: Jésica Biancotto. Diseño y edición visual: Martina Arféliz. Diseño vestuario: Ramiro Sorrequieta. Video casero VHS: Martín Fumiato. Voz en off: Guillermo Peñalves. Piano Alaska: Matías Tamburri. Campo sonoro Alaska: Guillermo Peñalves. Retrato flyer: Cristian Grignolio. Diseño gráfico: Federico Tomé. Escenografía, atrezzo, montaje: El Ocaso Temporal. Fotografías y video: El Ocaso Temporal. Reel: Martina Arféliz. Asistencia en Barcelona: Agustina Basso-David Gastelú. Producción en Barcelona: El Ocaso Temporal. Dramaturgia, dirección y puesta en escena: Matías Martínez.
Descubre más desde Revista Belbo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.