
Las Murciélagas, bicampeonas mundiales

Por Sergio Albino
Antoine de Saint-Exupéry fue un aventurero. Desafió al destino en vuelos temerarios y amores tumultuosos dejando plasmada sus experiencias en frases que ya son del patrimonio popular. La más famosa de todas, “lo esencial es invisible a los ojos”, nos describe sin piedad en esta cultura de la imagen que contaminó nuestra percepción transcendental en las últimas décadas. En ese lapso fuimos bombardeados por imágenes que, desde la comunicación, atrofió nuestros otros sentidos y nos encerró en nuestra propia visión. La saturación de imágenes nubló nuestra imaginación.
Imagina, invitaba John Lennon en tiempos del flower power. Los estudiantes franceses nos proponían la imaginación al poder en su revuelta de mayo de 1968. Eran tiempos de sueños de un mundo mejor y la imaginación era el camino hacia ese lugar. El combustible para ser protagonistas del futuro. Ese futuro venturoso que nos encontraría juntos y fraternalmente unidos.
Ese porvenir venturoso, medio siglo después, resultó ser un presente desafortunado. De ese futuro que imaginábamos todos, a un presente que diseñan unos pocos. Perdimos la imaginación a fuerza de un bombardeo de imágenes que invadió de tinieblas nuestros sueños. El cine, la televisión, las redes sociales nos quitaron gran parte de la capacidad de imaginar, llenado nuestra mente de imágenes. El colmo fueron las radios o los medios gráficos, expresiones de la palabra por antonomasia, que también adoptaron la imagen como forma de expresión. ¿Sin darnos cuenta, perdimos la capacidad de imaginar y con eso perdimos la capacidad de soñar ese futuro mejor?
Sin embargo, el fútbol siempre viene a rescatarnos, y en estas semanas de desconsuelo social, cuando el narcotráfico volvió a ser el tema dominante, a través de un candidato fanfarrón que se tuvo que comer sus propias palabras llenas de mentiras, hubo una buena noticia, y esta fue verdad. Las Murciélagas, representantes argentinas de fútbol 5 para ciegas, confirmaron su campeonato mundial conquistado en Inglaterra dos años atrás. Esta vez en India y con un juego arrollador. Cinco jugados, cinco ganados, 10 goles a favor, 0 en contra. Una diferencia abrumadora con el resto. Argentina, el país de la casualidad para las cosas buenas, fue exitosa por causas que facilitaron el logro.
El fútbol, juego social de los pibes de antaño, hoy también es el juego de las pibas. Esa inclusión permitió que la exclusiva diversión masculina trascendiera el género. La ceguera, que hace unas décadas era un límite casi insalvable para una vida plena, hoy, a través de la inclusión deportiva, encontró una senda hacia la inclusión social. Los Murciélagos con su historia legendaria inspiraron a las mujeres a forjar su propia historia, y vaya si ellas lo concretaron. Quizás esa cultura de la imagen nos nubló a los que podemos ver quitándonos la imaginación. La ceguera en este caso se volvió una ventaja comparativa. No ver fue una posibilidad de llevar ese imagina de Lennon al poder. Imaginaron y soñaron. Persiguieron la utopía, ese horizonte que se aleja, pero nos sirve para caminar hacia la felicidad. Jugar al fútbol para ellos era casi un imposible hace 30 años. Para ellas hace 15. Sin embargo, pusieron la utopía como objetivo, se esforzaron para lograrlo, planificaron las etapas para alcanzarlo y hoy tenemos deportistas de alto rendimiento que representan al país como destacados embajadores en el mundo. El fútbol 5 para ciegos es ya una marca país.
El torneo de India volvió a jugarse al compás de Gracia Sosa Barreneche, la mejor jugadora del mundo. Su comadre futbolística, Yohana Aguilar, goleadora del anterior mundial, llegaba al torneo después de una operación de ligamentos, con los tiempos de recuperación acelerados, y era una incógnita cómo evolucionaría en su juego. Ella puso esfuerzo y talento al servicio del equipo y sorteó los obstáculos coronando con un golazo al ángulo en la final contra Inglaterra.
La marcha hasta semifinales fue tranquila. Canadá, Turquía y Japón quedaron en el camino, sin sobresaltos, clasificando primeras en su grupo. El penúltimo escalón era una grata sorpresa. Brasil, ausente en el primer mundial, estrenaba su presencia en la máxima competencia. El clásico por primera vez y en la máxima cita. Como todo clásico fue un partido disputado en cada pelota. Ni la magia de Gracia ni la capacidad goleadora de Yohana alcanzaban. Argentina era mejor pero no concretaba. Parecía que, inexorablemente, se dirimiría por penales. La remanida frase “los penales son una lotería”, que sufrimos más de una vez con Los Murciélagos, se presentaba como negros nubarrones para esa definición. Allí apareció el equipo, tan difícil de conseguir en estos tiempos de individualismo. La seguridad de la arquera Micaela Segovia, única mujer con capacidad de ver en el campo de juego, y de la defensora Guillermina Corrales garantizaban el cero en arco propio. Esa garantía permitió a Agustina Medina, baluarte defensivo en el mundial anterior, adelantarse en el campo y ser una grata revelación de evolución deportiva. De aquella recia defensora a esta dúctil todocampista. El partido caminaba hacia los penales hasta que a poco del final, después de un tiro de esquina y en una jugada preparada, Gracia habilitó a Agustina, quien aprovechando un error de la defensora brasileña abrió el marcador y permitió que Argentina llegara una vez más a ese último peldaño soñado.
Inglaterra no presentó batalla en la final y solo esperó el milagro del empate para jugar su suerte en “la lotería de los penales”. No les alcanzó. La presión de Las Murciélagas acabó por derribarlas. El gol al ángulo de Yohana y la precisión quirúrgica de Gracia en el segundo tanto refrendaron los blasones conquistados en la misma tierra de las británicas en 2023. En aquel momento me enamoró el juego de Gracia, tanto que escribí este poema después de aquel gol Maradoniano-Messinesco a Alemania en el debut de aquel mundial:
MADRENUESTRA MURCIÉLAGA
a Gracia Sosa, jugadora de Las Murciélagas
Gracia nuestra que estás en la cancha
santificado sea tu fútbol
venga a nosotros tu magia,
hágase tu voluntad,
así en el césped como en el arco.
Danos hoy
el talento pleno de cada día
Y perdona nuestra indiferencia
así como nosotros reconocemos
tu belleza diferente.
Y no nos dejes sin gritar tu gol
Amén.
Hoy les debo un poema a estas extraordinarias mujeres que me enamoraron con su juego fantástico y me permitieron entender cabalmente que lo esencial es invisible a los ojos.

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