Revista belbo fijó la premisa editorial de publicar textos que TRASCIENDAN LA aparente OBLIGACIÓN DE actualidad que pide LA NOTICIA: si bien estas palabras del periodista de página/12 fernando d’adario surgen de una crisis ACTUAL, consideramos que en esta declaración de principios radica un fino análisis SOBRE LOS DIARIOS, LA LUCHA SINDICAL Y LOS LECTORES
Por Fernando D’Addario
Los trabajadores de Página/12 estamos de paro por 24 horas. Los lectores seguramente se encontrarán mañana [miércoles 17 de marzo] con una edición de emergencia, sacada a duras penas por los jefes de sección y alimentada por un puñado de columnistas adscriptos a las llamadas “columnas de opinión”. Varios de ellos son firmas conocidas y respetadas por sus posiciones públicas a favor de la justicia social y los derechos humanos. No soy quién para juzgarlos porque, para empezar, yo también trabajé en algún paro allá lejos y hace tiempo; y, fundamentalmente, porque respeto y aprecio a muchos de estos columnistas. En algunos casos su vínculo con la realidad cotidiana del diario es lejano; en otros, su conexión con las autoridades de la empresa es demasiado cercana. Lo que los une es la concepción de que Página/12 es más una idea a defender que un lugar de trabajo. Se refugian en el carácter supuestamente “atípico” de Página/12 para no respetar una medida colectiva que en cualquier otra situación de conflicto laboral reivindicarían como reflejo natural de su pertenencia ideológica.
Yo también siento esa identificación con lo que “representa” Página/12. A esa identificación debería agregarle además un compromiso afectivo: este diario, en el que trabajo desde hace 29 años, es una parte esencial de mi vida. Pero esa cercanía casi simbiótica no llega a hacerme olvidar la contradicción principal, que determina las relaciones humanas desde el fondo de los tiempos: en toda empresa hay empresarios y hay trabajadores. En el rubro periodístico puede llegar a coincidir la línea editorial impulsada por la empresa con la posición ideológica de la mayoría de los trabajadores. Lo que nunca coinciden son los intereses. En este caso, es cierto, tenemos un empresario “atípico”. Porque además de empresario es sindicalista. Esta última frase encierra, en términos lingüísticos, un oxímoron, pero en el realismo mágico de la vida política argentina tal combinación de funciones resulta completamente natural.
El conflicto entre los trabajadores de Página/12 y la empresa Página/12 (que pertenece al Grupo Octubre de Víctor Santa María) obedece a situaciones diversas y complejas, pero básicamente se reduce a dos cuestiones: la negativa del empresario/sindicalista a respetar las paritarias del gremio de prensa (unas paritarias siempre a la baja por la negligencia de la UTPBA, el sello de goma que hace rato dejó de representar idóneamente a los trabajadores de prensa) y la negativa del empresario/sindicalista a dialogar con la comisión interna sindical del diario. Se ve que a Santa María, también presidente del PJ Capital, le molesta el carácter (esta vez sí) “atípico” de Página/12, el único de sus numerosos medios de comunicación que cuenta con representación gremial. El empresario/sindicalista, con el recetario neoliberal a mano, se jacta de que con los puchitos de guita que fue concediendo a cuenta gotas en los últimos meses, con su “bono por productividad”, su “bono solidario” y una “suma fija a cuenta de futuros aumentos”, etc, alcanzó finalmente el porcentaje pautado en la paritaria. Tarde y mal.
Está claro que en el caso de Santa María el problema no es el dinero: en los primeros 9 meses de 2020 el Grupo Octubre recibió 245 millones de pesos en concepto de pauta oficial, y el año pasado compró Canal 9 y creó de la nada el canal de cable IP. En ese contexto, pagar sueldos miserables (hay redactores que ganan 40 mil pesos y hay colaboradores que cobran 1000 pesos por nota) y contratar periodistas fuera de convenio de prensa responde a algo más que a la supuesta necesidad de “cuidar el dinero que pertenece a los encargados de edificios afiliados al SUTERH”. En combo con la decisión de ningunear a la comisión interna, ese afán precarizador obedece a una estrategia de disciplinamiento. Santa María quiere tener trabajadores dóciles y desorganizados que reciban, cuando el empresario lo considere oportuno, las dádivas que nacen de su buena voluntad. Un patrón de estancia no lo haría mejor.
Por último, una consideración para los lectores del diario (muchos de ellos contactos míos en Facebook), que también son víctimas de esta situación, porque verifican esa precarización en el producto que consumen. Varios nos han expresado su solidaridad y les agradecemos sinceramente porque estamos bastante solos en esto. Otros me han dicho, con buena leche “¡cómo le hacen paro a Página/12!”. Consideran –en espejo quizás con los columnistas estrella– que el diario es parte de su militancia, y que nosotros deberíamos compartirla, aún a riesgo de sacrificar nuestros derechos laborales. Derechos laborales que ellos nos reconocen en abstracto, siempre y cuando su puesta en acto no limite su acceso irrestricto a una información nacional, popular y defensora de los derechos humanos. Lamento decirles que, para nosotros, ninguna de esas apelaciones progresistas tienen sentido si su costo, puertas adentro, es tener trabajadores que no llegan a fin de mes.
Ojalá se encuentre la manera, a través de gestiones oficiales o extraoficiales, de acercar posiciones. Porque no queremos vivir así. Que el empresario haga sus negocios, que los trabajadores cobremos sueldos dignos, que todos hagamos un buen diario y que los lectores estén conformes con lo que leen. No debería ser tan difícil.