La obra “Las especies nativas” expone, en clave de comedia, una problemática que puede parecer pasado pisado: el ecocidio de los humedales del Paraná
Por Andrés Maguna
Los mecanismos de la psique social difieren de aquellos del individuo, y así como los traumas de uno persisten y percuden a lo largo de toda la vida, los de la etnia, los sufridos por el cuerpo social, en ocasiones pueden superarse en breve tiempo y ser desterrados al mundo de los recuerdos, donde buenas y malas remembranzas son distintas caras de un mismo poliedro.
Hace apenas veinte meses comenzábamos a ver la luz al final del túnel de la pandemia, y hoy trillones de barbijos acumulan polvo en el museo del olvido. Se menciona “la época de la Pandemia” como si se hablara de la Gran Hambruna de la II Guerra Mundial; y hablamos de la crisis económica mundial 2008/2009, la Gran Recesión, como si memoráramos los días de nuestros bisabuelos.
Ya en un plano más regional, concretamente en el área de la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina), no hace ni diez meses una nube de cenizas oscurecía el cielo producto de la quema intencionada de gran parte de los hermosos humedales del delta del Paraná, había numerosas movidas y protestas (los cortes del puente Rosario-Victoria gozaron de mayor difusión), al despuntar septiembre la escritora Claudia Piñeiro se quejaba al mundo, amplificada su voz por el micrófono central del discurso inaugural de la Feria del Libro de la Cuna de la Bandera: “En Rosario no se puede respirar”, y a poco de ello el humo y las cenizas llegaban a Buenos Aires junto con los informes, pruebas y análisis sobre el irreparable daño al ecosistema, alcanzando así el estatus de noticia de impacto global.
El aceleramiento del ritmo de la imposición de noticias que moldean el carácter de la acción comunitaria o colectica convierte a los jóvenes inquietos e inconformistas de ayer en los viejos razonadores y especuladores de hoy, y la potencia del pulso opositor jovial va enfocándose en nuevas problemáticas, sin preocuparse por sostener la que enseguida pasa a ser una vieja causa (por ejemplo, a tres días de la conmocionante y brutal represión en Jujuy por las protestas contra una reforma constitucional, su estigma comenzó un proceso de cicatrización al imponerse mediáticamente el cierre de listas de precandidaturas, en las que el siniestro gobernador Gerardo Morales aparece como posible vicepresidente).
Por eso no es de extrañar que a un exacto año de su estreno (junio 2022) la obra Las especies nativas, una de las ganadoras del Plan de Fomento del Ministerio de Cultura de Santa Fe, referida específicamente al trágico ecocidio de los humedales, pueda parecer una realización historicista, una invitación a pensar en algo que pasó, un sapo que ya está en el sistema digestivo.
Visto así, el “laburo” del director Santiago Dejesús (con coautoría en dramaturgia de Amanda Poliester), interpretado en escena por Nicolás Terzaghi y Francisco Miño, ya pasados su “cinco minutos de gloria” en andas de la candencia de la problemática que aborda (se presentó en instituciones del Estado, fue invitado a unos cuantos ciclos, como el de Teatro por la Identidad, y ganó el premio La Gordillo al mejor guion), llegó a las cuatro funciones de junio en la sala del Cultural de Abajo, la última de las cuales, el sábado 24, fue la que pude ver y de la que estoy escribiendo.
Despojada ya de su impacto connotador de actualidad, Las especies nativas resulta ser una buena comedia de poco más de una hora de duración, bien sostenida desde lo actoral sobre un texto ágil e ingenioso, con muy interesantes iluminaciones, música original y banda sonora, esmerados vestuario y diseño escenográfico, en especial los objetos y artilugios escénicos, como un bote de remos simulado que permite volar cielos y surcar ríos y mares de la imaginación.
Sobre un argumento lineal (un fiscal de la Justicia que debe realizar un informe de las quemas en las islas contrata los servicios de un pescador para que lo traslade en su canoa, viviendo ambos unas cuantas peripecias en la que forjan una amistad y una leyenda), la pieza teatral va de menor a mayor en el ritmo de su relato, marcado por la verborragia del citadino fiscal de apellido López Echagüe (Nicolás Terzaghi), desatada en dirección al delirio luego de emborracharse con un vino tinto de caja que le convida el isleño, llamado Ramón Carranza (Francisco Miño).
La construcción de los personajes, antihéroes en la tradición del Quijote, pinta acertadamente encarada tanto desde la marcación directorial como desde lo interpretativo, y la dupla alcanza el ensamblaje, la química, que le permite abordar momentos de clímax que llevan a un final efectista que se decanta por la tangente del lirismo épico. Un acierto, sin dudas.
La obra no pretende la denuncia ni hacer eje en causas y consecuencias del ecocidio, sino que se centra en el desarrollo de un concepto que induce a la especulación desde su título, porque las “especies nativas” somos nosotras, las personas representadas por el abogado y el pescador, sometidas a los vaivenes de la realidad política que hace tambalear el territorio del que somos parte, con sus aguas, sus aires, su fauna, su flora, su río, sus islas y sus hermosos humedales.
La comedia, de poco más de una hora, funcionó atrayendo la atención de los espectadores (entre 40 y 50 en la función del sábado 24) con la levedad del humor desenfadado y la pintura a grandes trazos de la cultura isleña del Paraná medio, alcanzando picos de comicidad (el personaje de Miño como un hilarante prefecto; el fiscal de Terzaghi delirando drogado en una fiesta electrónica en una playa isleña) que van armando un entramado de ficción simple pero que induce a la reflexión y las autoidentificaciones.
Aunque la máquina de humo que desde el escenario alcanzaba las gradas de butacas no traía la evocación olfativa del humo de hace menos de un año, las cenizas visibles en las manos de Las especies nativas pudieron, y podrán, verse como el testimonio de lo que éramos cuando pasó lo que pasó, aunque los vientos que soplan hasta dentro de los teatros cambien de dirección y no podamos saber cuáles serán las desgracias futuras que nos caerán encima.
FICHA
Título: “Las especies nativas”. Dirección general: Santiago Dejesús. Actuaciones: Nicolás Terzaghi y Francisco Miño. Asistencia de dirección: Agostina Pozzi. Asistencia técnica: Andrés Martorell. Dramaturgia: Amanda Poliester y Santiago Dejesús. Música original: Homero Chiavarino. Escenografía y objetos: Rodrigo Frías y Lucía Palma. Vestuario: Liza Tanoni. Diseño sonoro de Adolfo Corts. Edición de voces en off: Guillermo Peñalves, a partir del aporte de las voces de Claudia Schujman, Claudio Perrin, Valeria Barrionuevo, Juan Pablo Yévoli y el propio Peñalves. Fotografía: Guillermo Turin Bootello. Diseño gráfico: Amigo Corsario. Funciones en el Cultural de Abajo los sábados de junio de 2023.