Por el camino de las Madres

La obra Litófagas, de Aldo Eljatib, clásico de la escena nacional, vuelve con recargada potencia a decir lo suyo en el Teatro del Rayo con excelentes actuaciones de María de los Ángeles Oliver y Ada Cottu

Por Andrés Maguna

Calificación: 5/5 Tatitos

La obra Litófagas (Burdo Absurdo), escrita y dirigida por Aldo Eljatib, ya convertida en un clásico argentino, a 40 años de su estreno sigue permitiendo el acceso, por medio del absurdo, a respuestas sobre lo casi inexplicable, como la razón de ser y el origen de la lucha por la reivindicación de los desaparecidos y sus ideales, y también respecto del movimiento social y político de sus familiares, principalmente madres y abuelas, que no claudica en su búsqueda de justicia y reconocimiento de verdades dolorosísimas y negadas hasta la exasperación por parte de los victimarios (los genocidas, nuestros genocidas) y sus herederos.

Los moluscos bivalvos litófagos, las especies litófagas llamadas “comepiedras”, perforan las rocas del lecho acuático para construir un espacio donde cobijarse, llegando a construir complejos laberintos de túneles. Entonces se puede colegir que las dos personajes de la obra, llamadas Señora 1 y Señora 2, son las litófagas del título, y que barriendo sin cesar sus veredas, parloteando como cotorras sin descanso, van perforando con la acción combinada de sus escobas y sus voces la dura superficie de una realidad histórica nucleada en torno de los oscurísimos siete años de la Argentina marcados entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Y se van metiendo en la enorme piedra secular del ser nacional, con sus gracias y sus desgracias, disolviendo con su extraño humor las graníticas durezas que significan desagradables características comunes que tenemos las personas que componemos ese grupo genérico llamado “argentinos”.

Fui a ver la remozada puesta en escena de Litófagas, con María de los Ángeles Oliver como la Señora 2 y Ada Cottu como la Señora 1, en el Teatro del Rayo el viernes 21 de marzo, a tres días de cumplirse 49 años del golpe militar, y debo confesar que me vi superado en mi capacidad de aceptación del terrible mensaje que entregaba la obra: todos somos en parte esas gallinas que cacarean en la vereda, esas mujeres que en los años 60 y 70 estaban dedicadas de lleno a ser amas de casa, con maridos abnegados laburantes e hijos estudiantes y militantes. Que no alcanzaron a entender, aceptar, procesar, el espanto y la barbarie, la extrema crueldad, las infernales torturas, y sin embargo reaccionaron, se juntaron y empezaron a caminar, protegidas apenas por sus blancos pañuelos, en rondas infinitas, clamorosas en su silencio, en nombre de la memoria, la verdad y la justicia.

Cuando terminó la puesta en escena, luego de casi 50 minutos de acciones y diálogos vertiginosos de las dos eximias actrices, 49 personas del público (de las 50 que estábamos) se pusieron de pie para aplaudir (aplausos firmes pero sin ovaciones, con cierta solemnidad), pero yo no lo hice porque me había quedado alelado, aturdido como si hubiera recibido un fuerte cachetazo seco, y final, luego de haber estado asimilando la sucesión de cachetadas provenientes del escenario. Porque la obra termina con una breve escena de paroxístico absurdo, en una traspolación al drama palestino, de las madres palestinas, a los desgarradores gritos de dolor y luto de las madres musulmanas, y en serio digo que se me puso la piel de gallina, en especial en la nuca y la parte de la espalda donde está la columna vertebral.

Entendí que no había entendido Litófagas porque no es una pieza teatral para ser entendida sino sentida, y que esta cualidad había puesto en jaque mi compromiso con la crítica, en el sentido de su función decodificadora y su capacidad de hacer pensar. Y no hay mucho para decodificar o pensar: Litófagas (Burdo absurdo) te la chanta de frente con dramaturgia y actuaciones desde un escenario ascético, poniéndole humor al sinsentido de esto que pasó y nos está pasando, señalando un norte universal para el insumiso ser que nos constituye a muchos y que se atreve al revolucionario acto de conservar la memoria y aquellos recuerdos que deben ser transmitidos a las generaciones futuras porque –nos dimos cuenta, nos vamos dando cuenta– evidencian una ejemplaridad, la de los hijos, los nietos, las madres y las abuelas que siguen dando el ejemplo y mostrando el camino, el único por el que resulta posible avanzar.  

FICHA TÉCNICA

Título: Litófagas (Burdo Absurdo). Texto y dirección: Aldo Eljatib Amato. Actuaciones: Ada Cottu y María de los Ángeles Oliver. Operación técnica: Leticia Beux. Producción: El Rayo Misterioso. Sala: Teatro del Rayo. Funciones programadas todos los viernes de marzo 2025.     

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